Este 24 de abril es el Día Internacional del Perro Guía, una fecha que sirve a la Organización Nacional de Ciegos (ONCE) para poner el acento en los comportamientos que debemos evitar cuando nos encontramos con un usuario acompañado de su perro guía. Este año, la reivindicación se hace a través del lema 'No les des comida, solo come la suya', ya que pueden tener alguna intolerancia alimentaria y se les puede provocar un problema digestivo.
José González Chaves, vecino de Vilanova de Arousa es afiliado de la ONCE usuario de perro guía, de nombre Kela. Reciben a PontevedraViva a las puertas de su casa en la conocida Barriada de Pescadores, que discurre junto a la playa vilanovesa de As Sinas. Un entorno de ensueño donde, cuando finaliza su trabajo de asistencia, Kela disfruta de largos paseos con María Luisa Alfonsín, la mujer de José.
Kela es raza labrador golden. "Fui yo solo a buscarla a Madrid y el 14 de febrero del 2023 ya me encontré con ella, fíjate que ella nació también un San Valentín, ese día cumplía tres años", comenta José. La Fundación ONCE del Perro Guía se encuentra en Boadilla del Monte (Madrid) y allí se centraliza este servicio social que la ONCE presta a sus afiliados. Actualmente, en la provincia de Pontevedra, son un total de 16 perros guía de la ONCE los que acompañan a personas ciegas.
Antes de Kela, José estuvo acompañado once años de Osso, un labrador retriever. Cuando ya se hizo mayor y le fallaban las piernas, "lo jubilaron de perro guía, y ahí tienes la opción de mandarlo a Madrid para que lo cuiden o quedarte con él. Nosotros decidimos que se quedara con nosotros hasta que murió con 13 años". Fue con Osso con quien José tuvo más incidencias debido al desconocimiento que la realidad de estos perros de asistencia pervive entre la población.
Entre otros episodios, destacan dos visitas a centros sanitarios. La primera fue en el Centro de Salud de Vilanova. No tuvo impedimento para moverse por las instalaciones, pero cuando le tocó el turno para entrar en la consulta, la doctora le dijo "que no, que no, que con el perro no me consultaba", señala José agudizando la voz.
La segunda ocasión fue en el Hospital de O Salnés. Con mejores maneras, el médico le manifestó que el perro tenía que quedaser fuera de la consulta. "Después el médico me pidió perdón, me dijo que no me había consultado con el perro porque tenía miedo de que se le echase encima".
En ambos casos, María Luisa los acompañaba, así que optaron por que la mujer de José esperase junto al perro en la sala de espera. Estas situaciones no volvieron a repetirse. La Ley 10/2003, de 26 de diciembre, sobre el acceso al entorno de las personas con discapacidad acompañadas de perros de asistencia es clara a la hora de reconocer el derecho "a acceder, deambular y permanecer" con el perro de asistencia "en cualquier lugar, establecimiento o transporte de uso público, con independencia de su titularidad pública o privada". Y eso incluye, lógicamente, los centros sanitarios.
José y María Luisa admiten que fueron casos aislados, pero no por eso menos dolorosos. A continuación, con una sonrisa nombran otros centros de salud en los que no encontraron traba alguna, como el Hospital Provincial de Pontevedra o Montecelo.
Kela y Osso fueron los únicos perro guía que acompañaron a José en los casi cuarenta años desde que una uveítis idiopática acabó causándole una ceguera total con 27 años. Tras una carrera laboral dedicada a la construcción y al mar, gracias al consejo de un conocido entró en la ONCE, donde admite que le cambió la vida, "porque yo había caído en una depresión y tenía que sacar adelante una casa con mi mujer y mi hijo". Ahora está jubilado como vendedor de cupones y reparte su tiempo entre los paseos con Kela y la lectura, "que me aficioné de mayor y no paro de descargar libros de la ONCE".
A diario, José camina una hora por la mañana y tres cuartos de hora por la tarde con Kela. En su ruta habitual para, según el día, en el Centro de Salud, la peluquería, la plaza, el café Bahía o la casa de su padre. "El problema con el resto de la gente es que Kela es muy cariñosa y solamente que alguien le haga un gesto ya se marcha junto a esa persona para que le haga alguna caricia".
Le ocurrió que en un paso de peatones, con los coches parados, José no podía cruzar porque Kela se frenó cuando una persona, sin decir nada, comenzó a acariciarla. En ese momento, admite que no sabe cómo actuar, "no sé si tengo que esperar para cruzar o es que pasa otra cosa, porque ella cuando hay un peligro, como un obstáculo o una valla, se para".
"Cuando el perro guía lleva el arnés, es que está trabajando, y la gente no debe tocarlo"
En cuanto a la comida, Kela tiene su propio pienso, según las indicaciones de los cuidadores de la ONCE. No pueden darle otros alimentos en casa, para evitar que la perra se eche a los platos en el caso de salir a un restaurante o que se marche atraída por el aroma de cualquier establecimiento en sus paseos diarios.
"A la gente le decimos que no le dé nada de comer. El otro día estuvimos en un restaurante y al camarero le cayó un trozo de carne con un hueso y, en vez de tirarlo, se lo dio al perro. Yo rápido se lo cogí, porque estos perros no están acostumbrados a comer huesos y se pueden atragantar", recuerda José.
Para evitar situaciones complicadas en la calle con otros ciudadanos "se puede pedir a la ONCE un letrero que se le pone en el arnés y dice:No molestar, estoy trabajando", añade José, aunque de momento no lo ve necesario para Kela. En todo caso, recalca el mensaje de que "cuando el perro lleva el arnés, es que está trabajando, y la gente no debe tocarlo", finaliza.