El viaje en el tiempo que supone la Feira Medieval fue una dura prueba para la telefonía móvil y los automóviles.
A media tarde, con el incremento de participantes en la fiesta, la cobertura de los teléfonos móviles empezó a bajar hasta convertir en misión imposible la transferencia de datos, lo que complicó la subida de fotos a las redes sociales, el uso del whatsapp, o incluso realizar una llamada.
Otro efecto de la masificación fue la falta de aparcamiento. Los parkings de pago mostraron el cartel de completo y desde mediodía los estacionamientos disuasorios se mostraron desbordados. Turismos y furgonetas armaron un verdadero 'tetris' juntando sus carrocerías hasta el límite del rascazo.
Ante el lleno del disuasorio de Mollabao la avenida de Marín estaba sembrada de vehículos. Al igual que en la calle Rafael Areses, donde la Policía Local tuvo que hacer la vista gorda con la fila de coches montados encima de las aceras.
En la explanada del recinto ferial los vehículos convivieron conlos jóvenes que participaron en el botellódromo, provocando retenciones cuando los conductores pasaron a retirar los vehículos entre la gente.
LEIRAPARKING
Ni siquiera el leirapárking situado en la finca de Teucro, entre Arzobispo Malvar y la avenida del Uruguay, daba abasto con tanta demanda.