"¡Qué emoción! Tantos años pasando por aquí desde niña y por fin poder entrar a conocerlo". Fue la expresión de una vecina de la calle Santa Clara que este miércoles pudo acceder por primera vez al interior de un convento que lleva siglos siendo un espectador de lujo de la historia de la ciudad, pero que desde este año, con la compra del inmueble por parte del Concello, pasará a ser uno de los grandes protagonistas del día a día en Pontevedra.
Después de cerrar la compra del convento, de realizar las primeras visitas y comenzar a adecentar una propiedad que llevaba cerrada más de cuatro años, las puertas de Santa Clara se abrieron por primera vez al público general. Y qué mejores primeros invitados que los residentes en el barrio.
Las estimaciones del gobierno local quedaron completamente desbordadas al comprobar que, a la hora marcada, las 16.30 horas, las colas se extendían tanto hasta el supermercado como hacia el CGTD. Aun así, ninguno de los cerca de doscientos privilegiados que recorrieron las estancias del convento y descubrieron el impresionante jardín que lo rodea se quedó sin su regalo de bienvenida: una bolsa de tela serigrafiada con el solo de Santa Clara, así como una postal y un pin conmemorativo.
La elevada afluencia obligó a los guias y al personal del Concello a establecer hasta cinco grupos diferentes que fueron accediendo de forma gradual al interior del edificio. Mientras tanto, los que permanecían a la espera podían recorrer con libertad sus amplias zonas verdes. Armados móvil en mano, las expresiones de sorpresa y emoción se mezclaban con relatos de anécdotas de la infancia de muchos y muchas pontevedresas que crecieron fuera de estos muros.
"Muchos cristales rompimos cuando jugábamos al fútbol delante de la iglesia", recordaba su niñez y la buena relación que mantenían con las monjas un vecino del barrio. Y es que aunque eran monjas de clausura y el contacto con el mundo exterior era muy limitado, las internas mantenían una estrecha relación con sus vecinos, que acudían al convento para adquirir dulces o entregar huevos para asegurar que el día de su boda no cayese un diluvio.
De explicar cómo vivían las monjas en el convento a los asistentes se ocuparon los guias y también el concelleiro de Patrimonio, Xaquín Moreda, quien junto al alcalde MIguel Anxo Fernández Lores dieron la bienvenida a la primera ronda de visitantes al nuevo centro de peregrinación pontevedrés. A partir del próximo fin de semana, las puertas del convento volverán a abrirse para seguir asombrando a todo el conjunto de la ciudadanía.