Las agresiones a profesionales sanitarios mientras están ejerciendo su labor están al alza. Desde la pandemia, han aumentado y los afectados empiezan a estar hartos, de modo que han empezado a denunciar situaciones que antes se callaban "por empatía" con el paciente y sus familiares.
La situación salió a relucir este jueves en el transcurso de una sesión informativa organizada en el Hospital Provincial de Pontevedra.
El interés sobre el asunto es tal que el aforo se completó y hay ya una segunda jornada, el próximo martes 29 de octubre en horario de tarde.
La sesión corrió a cargo de dos profesionales de la Policía Nacional. Primero tomó la palabra el inspector Manuel Barreira, que ocupa la figura del interlocutor sanitario entre la Comisaría Provincial y los profesionales del área sanitaria de Pontevedra y O Salnés. Completó su formación el responsable de la unidad de la unidad Udef-Ciberdelincuencia, el inspector Juan José Varela.
Enma Rodríguez, secretaria provincial del sindicato Satse, constató que "cada vez hay más agresiones". En el área sanitaria de Pontevedra y O Salnés, en el primer semestre de 2023 se habían registrado 23 y en el mismo periodo de este año 2024 ya van 49.
En los últimos meses, hubo episodios violentos llamativos en el ambulatorio Virgen Peregrina de Pontevedra y en los PAC de Vilagarcía y O Grove.
Las más habituales son las agresiones verbales, pero también empiezan a aumentar las físicas, de ahí que hayan decidido decir basta. "Ahora sí que tenemos que darle voz, no nos podéis tratar así", explica esta enfermera.
Se dirige a la ciudadanía para decir: "no somos una figura a la que podáis tratar de esta manera, no podemos seguir con esta relación" en la que las diferencias se arreglan con gritos, insultos, amenazas y agresiones físicas.
Hasta ahora, no se denunciaban porque "tenemos ese punto de empatía" que les hace callarse las agresiones porque justifican al agresor, que está pasando momentos delicados con enfermedades graves, familiares con riesgo vital o situaciones complicadas y estresantes. Pero ahora rompen su silencio porque han pasado de la agresión verbal a la física, "nos hacen daño".
Este tipo de comportamientos empiezan a mermar la confianza entre el profesional y el paciente, pues ante el temor a que puedan suceder, "estamos protegiéndonos" y eso hace que muchas veces la relación sea más fría y menos directa.
Alberto Blanco, coordinador de Enfermería en el servicio de Urgencias del Hospital Montecelo, confirma esta situación. Él no cree que haya más agresiones que antes, sino que ahora se denuncian más. "Los profesionales empezamos a ser conscientes de la situación".
Así, sostiene que "por desgracia, normalizábamos" la violencia física y verbal y denunciaban una "ínfima parte", pero ahora están tomando conciencia de que no pueden permitir ese trato en su trabajo.
El colectivo que sufre más agresiones es el de los médicos y médicas, un 34%, según las cifras de SATSE. El 30% son a profesionales de la enfermería, el 13% afecta a administrativos y el 12%, a auxiliares. En general, los principales agresores son los propios pacientes, pero también hay muchos familiares que les acompañan y acaban atacando.
Desde su experiencia en Urgencias, Alberto Blanco explica que la primera causa de estas respuestas violentas son las esperas para recibir atención. "El que espera, desespera, llevan la demanda al extremo y acaba en agresión", relata.
La segunda causa son las intoxicaciones etílicas o por drogas que inundan Urgencias, en especial, durante el fin de semana. Tienen "decenas" cada semana y los pacientes acaban reaccionando de forma agresiva.
Manuel Barreira, el interlocutor sanitario, les ayuda con sus consejos, enfocados en la prevención. "Procuramos evitar que ocurran", relata, y les da pautas, pues, usando un símil sanitario, "es mejor prevenir que curar".
Lo fundamental es "tener un plan" de actuación y aconseja que, cuando los profesionales ven a un paciente agresivo o potencial agresor, nunca le atienda una persona sola o con la puerta cerrada, "tratar de estar acompañados y no enfrentarnos en solitario".
Una de las técnicas por las que apuesta es "la empatía", pero advierte a los profesionales que también esta tiene un límite y "no podemos darle la razón a un paciente porque use la violencia". Eso deben saberlo el sanitario y el paciente y, si no queda claro, se llega a la reincidencia.
Esa reincidencia es una de las situaciones sobre las que advierten en la actualidad, pues las estadísticas del Instituto Nacional de la Seguridad Social apuntan a que hay entre un 16 y un 17% de agresores reincidentes, que ven que con la violencia logran sus objetivos y vuelven a reaccionar así en el futuro.