La Boa Vila vive intensamente en la calle las últimas horas del 2024. Desde bien temprano el centro de la ciudad ha sido un hervidero de gente apurando las compras y juntándose con los amigos en bares y restaurantes.
La tradición de este día no se limita a la ingesta de las uvas al son de las campanadas de medianoche, hoy en Pontevedra no se puede faltar a la San Silvestre que suma dos facetas que apasionan en la capital: la fiesta y el deporte.
Los pontevedreses han desafiado al frío vistiéndose de corto y calzándose las zapatillas para participar en esta multitudianaria carrera popular.
Y quien no ha querido correr no se ha perdido el espectáculo de ver al inmenso pelotón de corredores que tomaron las calles del centro urbano.
A punto estuvo de superar el récord de la última edición antes del covid, pero se quedó en los 6.531 dorsales repartidos aunque hubo multitud de corredores que participaron sin estar inscritos.
La prueba organizada por la Sociedad Gimnástica estrenó un trazado de poco más de cuatro kilómetros.
La San Silvestre no tiene carácter competitivo pero si solidario. El coste de inscripción era la aportación de comida no perecedera. De modo que en esta prueba atlética no importa el cronómetro pero si los kilos, de alimentos.
El otro requisito imprescindible para participar son las ganas de divertirse. De ahí que la mayoría de los participantes fueron disfrazados y los mejores se llevaron premio.