Rosa María Calaf: "Mi admiración siempre ha sido para el periodismo local porque es mucho más difícil"

Pontevedra
13 de octubre 2013

La periodista Rosa María Calaf, ex corresponsal de Televisión Española en Nueva York, Viena, Moscú, Buenos Aires, Roma y Pekín, fue la encargada de ofrecer la Lección Inaugural del curso de la UNED. En esta entrevista nos ofrece su visión sobre la actual situación de los medios de comunicación y de la necesidad de ofrecer periodismo de proximidad

La periodista Rosa María Calaf en el Centro de la Uned de Pontevedra

La periodista Rosa María Calaf, un rostro muy conocido tras ser, durante años, corresponsal de Televisión Española en Nueva York, Viena, Moscú, Buenos Aires, Hong Kong, Roma y Pekín ha ofrecido una Lección Inaugural del curso de la UNED centrada en el Periodismo en el Siglo XXI: información o espectáculo.

Durante este tiempo ha visto cómo su profesión ha ido adaptándose a los tiempos y no siempre en beneficio del espectador. Cuando Rosa María Calaf comenzó a ejercer de corresponsal en Nueva York sus crónicas duraban tres minutos, a lo largo de los años ese tiempo se fue reduciendo. Sus últimas intervenciones en Pekín, en el año 2008, ya apenas podían superar el minuto. Calaf lamenta el giro que las empresas periodísticas están practicando sin tener en cuenta la calidad de las noticias:

Rosa María Calaf (RMC): Lamentablemente los corresponsales son una especie en extinción porque las empresas periodísticas no están por la labor de invertir. Hoy en día prima la cantidad sobre la calidad y se fuerza a trabajar en unas condiciones en las que se resiente mucho la calidad informativa y el producto que el receptor de la noticia recibe.

- Y si desaparece esa proximidad del periodismo, ¿hacia dónde debe dirigirse esta profesión?

RMC: Creo que hay que estar sobre el terreno que es para lo que estamos los periodistas, no para estar en una mesa, para usar el ordenador, el teléfono o ir a ruedas de prensa sin preguntas... Mi admiración siempre ha sido para el periodismo local. Es mucho más difícil porque también tiene las presiones que el periodismo sufre desde siempre. La noticia es aquello que el protagonista no quiere que se sepa. La verdad empieza a partir de lo que se oculta. El buscar donde está el silencio y el hacer visible lo que es invisible siempre ha costado. En un mundo local esas presiones están a la puerta de tu casa. Cuando eres corresponsal tienes presiones pero juegas fuera y por eso es menos complicado.

- Usted se muestra muy crítica ante la utilización de los medios por parte del poder, ¿tan peligroso resulta?

RMC: El ciudadano debe estar alerta. Igual que en las dictaduras todo el mundo sabía que tenía que leer entre líneas.
Ahora se nos hace creer que como hay una democracia, y no hablo solo de España, es un fenómeno general, se nos hace creer que vivimos en una democracia porque votamos cada 4 años y que vivimos en libertad de expresión porque tenemos 50.000 canales y das un click y te escupen supuestas noticias. El ciudadano tiene que saber qué tiene que seleccionar. Debe tener sentido crítico. No todo lo que llega tiene garantía de credibilidad, de rigor y de independencia. Ocurre que ahora es más difícil que el ciudadano se dé cuenta de que está siendo engañado porque el engaño es mucho más sutil y llega con presiones sobre todo económicas porque la economía es la que marca todo.

- Usted también lamenta que el contenido de la información esté siendo sustituido por el espectáculo.

RMC: Es muy peligroso para el periodismo pero, sobre todo, para el ciudadano porque se cree que está informado cuando lo que está es entretenido. Podemos hablar de infoentretenimiento. Estar entretenido no le va a dar los elementos de conocimiento que necesita para formarse una opinión cabal sobre los acontecimientos, sobre lo que le rodea y una opinión con la que él va a tomar decisiones y le va a afectar a sus hijos y a la construcción de la sociedad. Es decir, construir una sociedad a golpes de titulares o de efectos espectaculares no es la mejor manera y no nos va a garantizar el bien de la mayoría.

- Y ¿cómo debemos enfrentarnos a esta situación de crisis y corrupción desde un planteamiento periodístico?

RMC: Yo creo que siendo muy conscientes de que nuestro trabajo es un compromiso y una responsabilidad social. Y tratando de resistir las presiones de las empresas periodísticas y las presiones que vienen de todas partes que priman lo que impacta sobre lo que importa. Ejercer militancia. No va a ser fácil. Desde luego los que estamos más fuera que dentro tenemos que estar hablando de esto mientras nos den espacios o si no tendremos que buscarlos para alertar a la ciudadanía de todo lo que está ocurriendo.

Rosa María Calaf: "¿Por qué se prescinde de la gente mayor, de la gente de la experiencia? Porque es más molesta, menos dócil y no entra en el juego del espectáculo"

- Y en este sentido, ¿cómo ve la profesión en los próximos años?

RMC: Lo que pasa es que el periodismo se está convirtiendo en otra cosa. La comunicación tiene muy poco que ver con el periodismo. Quieren que seamos lectores de comunicados de prensa. El periodista no puede convertirse en un lector de comunicados ni en un comparsa de ruedas de prensa, tenemos que reivindicar nuestros espacios. Somos el intermediario entre los poderes y la ciudadanía. Somos una pata esencial para la construcción de una sociedad sana. No la única, pero tenemos que ser conscientes de que una sociedad sin una prensa libre, independiente, rigurosa y de servicio del ciudadano no va a poder construirse, con capacidad, para defender sus derechos y sus libertades.

La buena información es un derecho y también una obligación. Si el periodismo no consigue volver a su esencia que es el servicio de la ciudadanía para darle lo que debe saber ya no es periodismo, es otra cosa.

Y qué opinión le merece que los medios de comunicación españoles, a diferencia de los norteamericanos, despidan a sus periodistas experimentados para sustituirlos por profesionales jóvenes?

RMC: No se valora el resultado del producto. Tiene que haber un engranaje entre los que llegan y los que están. Nadie ha nacido enseñado y todos hemos tenido que aprender del que sabía más. Si rompes ese engranaje consigues un peor resultado en el producto que el ciudadano va a recibir. Porque uno al que le va a operar de corazón abierto, ¿qué va a preferir, que le opere un cirujano que acaba de salir de la facultad o el que lleva 30 años de experiencia?
¿Por qué se prescinde de la gente mayor, de la gente de la experiencia? Porque es más molesta, menos dócil y no entra en el juego del espectáculo. Sobre todo en televisión, donde parece que el periodista es el protagonista. El periodista no es nada, es un puente, un intermediario. Se pretende que haya una estética del periodismo. Y toda esa estética es muy perversa porque acostumbra al ciudadano a valorar de forma distinta y ahora se cree que es mejor periodista el que se disfraza de reportero intrépido cuando no es necesario que el que no se disfraza porque no es necesario.
Yo lo dije en la Universidad Europea. En televisión parece que hay que hacer mejor que los demás aquello que no hay que hacer. Hay que conseguir audiencia. Es terrible.
La ciudadanía ya se ha acostumbrado a eso. Y valora que el periodista ha ido a tal o tal sitio... pero ¿le ha contado lo que estaba pasando?

- Usted ha vivido en sus propias carnes una retirada tras 37 años de vida profesional con motivo del ERE en TVE

RMC: Los más veteranos somos más caros. Cuando tuve que abandonar Pekin, mis compañeros americanos me dijeron: ¿y ahora a ti te van a incorporar al departamento senior, no? y yo me reí. Si tú consigues que el medio pierda credibilidad, pierde influencia. Si pierde influencia, pierde posibilidad de control. Los poderes que no quieren ser controlados, quieren un periodismo dócil y un periodismo débil y un periodismo que la ciudadanía no se crea. Y eso es más difícil que suceda con el periodista experimentado.

Ahora, alejada de las cámaras de televisión, Rosa María Calaf, tampoco para de viajar. Antes de llegar a Pontevedra venía de visitar Bilbao y Barcelona y, tras su paso por Pontevedra, se trasladaba a Elche. Su estancia en la ciudad del Lérez es corta pero de su anterior visita guarda un recuerdo imborrable: "Había venido hace dos o tres años también a la Uned. La verdad es que está todo muy bonito. Toda la zona peatonal me pareció preciosa. Galicia es un sitio muy bonito y se come muy bien. Son elementos que hacen todo muy agradable".