Martes 2 de julio, 30 grados de temperatura y Mónica, una madre de Pontevedra sin coche y con hijos, quiere ir a alguna playa cercana de Marín a pasar la tarde. El proceso para llegar allí en autobús se convierte en una odisea.
Caminando llega hasta la Estación de Autobuses, que junto a la parada de Campolongo, son los dos únicos puntos donde se puede acceder al autobús que realiza el recorrido a las playas de Marín.
Llega a las 15.45 horas a la estación. En teoría, los buses que realizan el recorrido a Portocelo, Mogor y Aguete salen de la estación a las 15.00, 15.30 y 16.00 horas.
Pasan ya quince minutos de las cuatro de la tarde y el autobús no llega. Mónica pregunta al personal de la venta de billetes. Nadie le ofrece una explicación sobre el retraso.
La remodelada estación de autobuses de Pontevedra dispone de escasos bancos para sentarse en la zona de acceso a los andenes. Todos están ocupados y la temperatura sigue siendo asfixiante. La estación está llena de viajeros, la mayoría son jóvenes que quieren aprovechar el día de playa, relata Mónica.
A las 16.35 horas aparece un autobús. El conductor baja y grita: "quien vaya a Bueu y a Marín, aquí".
Mónica pregunta por el autobús que va a las playas de Mogor, Portocelo y Aguete. Le indica que se ha cancelado y que este autobús le lleva hasta Lapamán o, si lo desea, puede bajarse en la carretera general y bajar a pie con sus niños hasta los primeros arenales de Marín.
"¿Cómo haces si vas con niños pequeños por una carretera con mucho tráfico por donde casi no hay aceras?", explica la usuaria afectada.
Sube al autobús con la intención de parar en la playa de Agrelo en Bueu. El vehículo circula con todas las plazas ocupadas. A la altura de la Alameda de Marín, uno de sus hijos dice que se marea y le pide salir del autobús.
Mónica intenta, entonces, bajarse en la parada situada a la altura de la Escuela Naval con la intención de seguir caminando hasta la primera playa.
Pero la parada está abarrotada de gente esperando por el autobús y el conductor no se detiene para evitar conflictos.
"Las personas sin coche estamos discriminadas", asegura Mónica, cansada de que este escenario se repita todos los veranos: "Monbus hace lo que le da la gana", afirma.
"Es una compañía que no puede ir como en los años 70. No somos ganado", explica asegurando que "el servicio es pésimo".
Los usuarios demandan más paradas en la ciudad de Pontevedra para que no sea necesario trasladarse a la Estación de Autobuses o a Campolongo para poder trasladarse a las playas.
Señalan que las personas mayores también se ven discriminadas por el funcionamiento de estas líneas al carecer de alternativas si quieren utilizar un transporte público. "Un taxi cuesta 30 euros y aquí no hay servicio de Uber", se lamenta Mónica.
Mónica y otros usuarios reclaman tanto de la Xunta como del Concello de Pontevedra una solución para que se establezcan más líneas y más paradas durante los veranos en los buses que realizan los recorridos a las playas del entorno de la capital de la provincia.