Prohibido mirar hacia el convento y tener las celosías rotas: así fue la primera operación inmobiliaria de las monjas clarisas

Pontevedra
13 de mayo 2021

"Aunque no lo parezca, ahora mismo estás dentro del convento". La expresión se puede pronunciar, si ningún temor a equivocarse, en tres bajos y varios pisos de los números pares del tramo inicial de Santa Clara, pues se trata de un edificio promovido por la propia Orden en la que era su antigua huerta en los años 70. Fue la primera venta del convento 

Celosías opacas en uno de los edificios que da al convento de Santa Clara Mónica Patxot

"Aunque no lo parezca, ahora mismo estás dentro del convento". La expresión llama la atención en cualquier contexto, pero más si la pronuncian en el interior de un comercio sin ningún tipo de vínculos con la Iglesia. Se puede pronunciar, si ningún temor a equivocarse, en tres bajos comerciales y varios pisos ubicados en los números pares del tramo inicial de la calle Santa Clara de Pontevedra, pues se trata de un edificio promovido por la propia Orden de las Clarisas que gestiona el convento situado en esta calle y que fue construido en la que era su antigua huerta.

Se trata de una circunstancia apenas conocida en Pontevedra y que cobra total actualidad estas semanas, una vez que el Concello acaba de confirmar la compra del convento por 3,2 millones de euros. La venta que acaba de cerrarse no es, por lo tanto, la primera gestión inmobiliaria promovida por esta orden religiosa sobre los terrenos del convento de Santa Clara, sino la segunda. La anterior se remonta a hace cuatro décadas y en ella las monjas quisieron poner condiciones para garantizar que el edificio no alteraba la vida de recogimiento del cenobio, en el que vivían monjas de clausura. 

En los años 70 las Clarisas promovieron un edificio que todavía sigue en pie y ocupado. Se trata de tres bajos y seis pisos en cada portal que empieza en el propio muro del convento. El propio edificio se construyó en el lugar en el que estaba la huerta y el antiguo muro del convento. De hecho, los actuales bajos y pisos están por la parte interior de aquel muro original, si bien no queda en pie ningún resto.

La rumorología popular que circula por la zona apunta a que, con esta promoción inmobiliaria, se pretendía evitar que se habilitase una calle pegada al terreno del convento. Con este edificio, se evitaría crear esa vía paralela a Cobián Roffignac que uniese la zona de Orillamar y la plaza de Barcelos, pero que, una vez edificado en este solar, ya era imposible. En todo caso, son las explicaciones que se dieron por aquel entonces y que recuerdan los vecinos consultados por PontevedraViva, pero de los que no hay constancia documental. 

Sí hay constancia en un documento al que ha tenido acceso PontevedraViva de que las monjas usaron el dinero resultante de esa promoción inmobiliaria para realizar reparaciones en el propio convento y su iglesia. Así, hace referencia al nuevo edificio y recoge "casa de Santa Clara, construida en la huerta del convento de Santa Clara de la ciudad de Pontevedra, cuyo producto necesitan para las obras de reparación que tienen que realizar en su Iglesia y convento"

Las escrituras confirman también que las monjas pusieron condiciones a los nuevos propietarios. Lo confirma, con los papeles en la mano, Sebastián Filgueira Conde, que heredó de sus padres el comercio que ellos compraron a las monjas en marzo de 1977 y pudo consultar tanto la propia escritura de compra-venta como el documento relativo a la propiedad horizontal. Las clarisas pusieron por escrito, según relatan los vecinos, que esos bajos comerciales no podrían albergar determinados negocios como bares. En su caso, abrieron Olbe, un comercio de textil del hogar.

Las escrituras también especifican que se autoriza al comprador a "colocar respiraderos hacia la parte posterior para servicios higiénicos y para calentador de gas" y también celosías para dar un poco de luz a la parte trasera del edificio, pero que, en todo caso, nunca se podrá mirar hacia los terrenos del convento

El documento de compra de los bajos especifica que esos respiraderos deberán colocarse "de forma que en todo caso impida siempre la vista a la huerta del convento". En otros documentos que poseen otros compradores se añade, además, otras condiciones como que, en caso de que se rompan las celosías que dan luz opaca en la fachada trasera del edificio, tienen un plazo limitado de tiempo para reponerlo. Todo para garantizar su intimidad. 

La propia documentación también confirma de fueron las propias monjas las que promovieron el edificio. De hecho, las propias escrituras por la que los vecinos compraron sus propiedades están firmadas por la entonces abadesa del convento, que ejerció este cargo entre el 21 de julio de 1975 y el 21 de julio de 1978. Así se puede leer en uno de esos documentos.

En el año 1976 la propia Comunidad de la Orden de Santa Clara por unanimidad y el Arzobispado de Santiago de Compostela autorizaron a la abadesa a ejercer la venta. Así, por ejemplo en una escritura de compra del local que actualmente regenta Filgueira consta un documento por el que se especifica que desde la Iglesia "le concedemos la autorización que solicita para firmar cuantos documentos públicos o privados sean necesarios para verificar la venta de los locales comerciales del Bloque uno y dos de la casa de Santa Clara"

La documentación también especifica que tiene consentimiento para realizar estas operaciones de compra-venta siempre y cuando no excedan los 10 millones de pesetas de la época, límite fijado por la Conferencia Episcopal Española. 

La operación se realizó también por acuerdo de la propia Orden. "Reunido el Discretorio de la Comunidad en pleno, éste conoció y acordó la venta de las distintas fincas del bloque uo y dos de la calle de Santa Clara, núms. 6 y 8, en Pontevedra, pertenecientes a la Comunidad y que sea la citada Abadesa la que pacte y suscriba, en nombre de la Comunidad, las correspondientes condiciones y escrituras públicas y privadas de compra-venta", recoge la documentación de la época. 

Según pudo saber este periódico, una parte de esos compradores originales tuvieron relación directa con la Orden de las Clarisas o con la Iglesia.