Mara tiene 4 años y ha metido en su lista de deseos "correr y andar en bicicleta". Izan, de 10, tiene "muchas ganas de poder salir para coger mi pelota y jugar a pases con mis padres". Martin tiene 4 y quiere "correr alrededor de la casa" y hacer el mismo recorrido en bicicleta. Gael, de dos años y medio, solo piensa en "ir en patinete". A Jacobo, de 5, los planes se le acumulan, "ir a pasear, a correr e ir con patinete". Alejandro, a sus 3, aspira a "ver animalitos" y, como no podrá ir a ver a sus amigos, su mayor deseo, se conforma con "dar un paseíto". Para Fátima, de 4, será suficiente con poder "ir a andar en bici". Bruno, de 5, lo tiene clarísimo: "me voy a dar una vuelta en monopatín". Y Mateo se conformará con "jugar un poquito y llevar los Monster Truck".
La luz del sol, un espacio abierto y posibilidad de moverse con libertad. No parecía demasiado pedir hace seis semanas y, sin embargo, a día de hoy es un lujo que, en medio del confinamiento obligado por la pandemia del coronavirus, no está al alcance de ningún niño. Hasta este domingo. La autorización del Gobierno para que los menores de 14 años den paseos de un máximo de una hora a una distancia máxima de un kilómetro de su casa acompañados por un adulto les abrirá todo un mundo de posibilidades.
PontevedraViva ha querido saber cómo afrontan los más pequeños de distintos municipios de Pontevedra tan trascendental momento, en el que las bicicletas, patinetes y balones serán sus grandes aliados para, durante 60 minutos, olvidarse de esa infancia enclaustrada que ya han asumido como rutina.
Atenea tiene 8 años y unas ganas locas de salir de casa. No es de gustos exquisitos. "Por lo menos, salir de casa; me da igual el sitio", reconoce, consciente de que no podrá ir a ningún parque en una buena temporada, pero con la mirada puesta en pisar la calle porque, pese a que tiene un jardín en el que jugar, "me aburro un poco y quiero salir de casa un poquito".
El deseo lo comparte con Delia, su hermana. A la noticia de que podrá salir reacciona con un expresivo "¡Qué bien!". Y una explicación que, si no dijese con su voz de 4 años, podría entenderse propia del razonamiento de un adulto: "quiero estar un poquito fuera para respirar el aire". Sabe que no podrá ir al parque "por el coronavirus, porque si vamos muchos niños y uno está enfermo, nos contagia", y que en estos paseos tendrá que "guardar la distancia", pero aún así, ni el "poquito de miedo" que siente es suficiente para acabar con sus ganas de "salir a fuera a jugar".
Teo, de 6 años, también pasa el confinamiento con su hermana, Sabela, de 10, y la compañía hace más llevadero no poder salir de casa. Sin embargo, no evita que que esté "deseando salir de casa para ver a mis abuelos y amigos de la escuela y para poder jugar en el parque". A su hermana mayor, aunque no le "gusta nada estar encerrada en casa", sí estar más tiempo con su familia. Desde hace cinco semanas, se entretiene haciendo los deberes, jugando con sus hermanos, viendo películas y haciendo "muchas cosas divertidas" y está deseando salir de cada "para ver a mis abuelos, a mis tíos y a mis familiares"y para "correr por el parque".
Muchos de esos deseos deberán esperar todavía, pero este domingo podrán disfrutar de pequeños placeres. Antía, de 11 años, confiesa: "echo mucho de menos andar en bici" y el domingo lo primero que hará será subir sobre esas dos ruedas y "dar un paseo con mamá y con Anxo", tomar aire fresco y coger fuerzas para una semana de deberes y tareas escolares. Anxo, de 13, es su hermano, y echa especialmente de menos "jugar al fútbol con mis amigos", pero el domingo se resarcirá con un paseo en el que se acompañará de la bicicleta porque "así voy más rápido". Ademas, en ella podrá "recordar cómo era el pueblo antes del confinamiento" y coger fuerzas para seguir más semanas. Y es que la madurez de la pre adolescencia le lleva a tener claro que "han tardado en dejarnos salir porque era necesario, para prevenir".
Bicicletas, patines y patinetes se convertirán desde este domingo en los grandes aliados. Lo primero que hará Breixo, de 9 años, será "andar en bici por el monte", igual deseo que su primo Adrián, de la misma edad, mientras que su hermano Mauro, de 7, quiere "andar con el patinete". Carla, de 5 años, solo quiere enfundarse los patines, Aaron, de 4, también sueña con su patinete y a Manuel, de 5, no le llega el día de que le "dejen salir para ir a jugar al golf".
El confinamiento se afronta de forma diferente si la familia tiene jardín o finca o si lo pasa recluida en un piso. Todos los niños tienen las mismas aspiraciones de cara a recobrar la libertad de movimientos, pero, de cara a este domingo, los niños más afortunados que están en la primera situación reconocen que no sienten tanta necesidad de salir de casa. Es el caso de Sabela, de 7 años, que asume que "no voy a notar mucha diferencia", pero, aún así, está deseando que llegue el momento de "estar en el ríoy después ir a dar un paseo" en el que poder acercarse a la casa de una migo que vive cerca y que él le salude desde el balcón.
Similar situación tiene Mateo, de 7 anos, que confiesa que el confinamiento "no lo llevo muy mal porque vivimos en una casa con una finca grande" y cada día, después de de hacer los deberes, "puedo jugar a muchas cosas". Como la mayoría de los menores, echa de menos "estar con mis amigos" y suple esas ausencias con videollamadas.
Su hermano Adrián, de 10 años, también se sabe afortunado por tener un terreno para "jugar y estirar las piernas" y en este confinamiento ha aprendido a valorar lo que disfruta jugando con el pequeño de la familia, pero sigue echando de menos a sus amigos, "jugar con ellos y hacer chistes". De cara a este domingo, Mateo quiere "ir a dar un paseo por el bosque y por el río" y él "ir a un merendero con mis padres y a un río a jugar con mis amigos" y viajar en coche. Sus deseos no podrán cumplirse todavía, pero os suple con horas de balón en el jardín.
En un piso todo se vive con otra perspectiva y lo refleja muy bien Jimena, de 8 años, que, muy expresiva asegura: "aunque tengo una terraza, voy a correr como una loca". En el caso de Nico, de 4 años, se conformará con "salir para ver a más niños", aunque sea de lejos y sin interactuar, y Mateo, de 8, con "ir a dar una vuelta en bici".
El confinamiento ha cambiado la perspectiva de muchos de estos menores, y les ha hecho valorar, como a los adultos, lo realmente importante en la vida. Mientras Inés, de 14 años, sueña con ir a la playa, estar con sus amigas, tomar un helado y "cenar en algún sitio que no sea en casa", Félix, de 9, aspira a "pasear mucho", y para Andrea, de su misma clase y edad, lo importante es "ir a casa de los abuelos, pero no puedo".
En definitiva, distintas modalidades de un mismo deseo que verbaliza por todos ellos Aitana, de 10 años: "Me gustaría que llegara el domingo para poder salir y, después de 40 días encerrada en casa, poder jugar al aire libre". Ese pequeño gesto que se ha convertido en el momento soñado solo tendrá, para muchos, un inconveniente que tardarán semanas en solventar: "lo malo es que no puedo estar con mis amigas".