Pilar lleva una semana sin poder salir de casa con tranquilidad. Reside en Paredes (Vilaboa), en una vivienda desde la que se ve la nave de la antigua fábrica de cerámicas de Pontesa, situada a corta distancia, y, desde tres días después del devastador incendio en las instalaciones, el humo que le llega desde allí le genera molestias y preocupación por la posible contaminación con amianto.
No empezó el propio día del incendio, el domingo 6 de noviembre, sino el miércoles siguiente, el día 9. Ese día, el viento soplaba de tal forma que el humo que sigue saliendo de la nave y se había acumulado encima del mar empezó a llegar a su casa. Con él, picores en los ojos y la garganta y un olor insoportable que le obliga a utilizar mascarilla para protegerse.
Desde entonces, cada vez que el viento sopla en dirección a su casa, se repiten estos episodios. "No puedo salir de de casa sin mascarilla. Tengo mascarillas en todas las partes de la casa", explica.
Este miércoles, por ejemplo, se levantó con picor de garganta y un malestar y una carraspera que se le nota en la voz. Cuando esto pasa, el humo llega a su casa y "me pican los ojos y la garganta". "Es una cosa fuera de serie", añade.
Además del malestar que esto le provoca en su vida diaria, también le trae preocupación, pues le afecta a toda la población de la zona y, entre ellos, está su marido, que tiene una discapacidad del 98%, que están ahora expuestos a la posible contaminación por amianto derivada de la presencia de este material en el tejado de la nave.
"Es una zona con muchas personas mayores y todos estamos igual", señala, aunque su casa es la que más expuesta está, pues la nave está justo enfrente y es la primera a la que llega el humo arrastrado por el viento.
Su preocupación también se extiende al marisqueo, un tema que le toca muy de cerca porque fue mariscadora de profesión hasta que se jubiló (tiene en la actualidad 69 años). "¿Cuando llueve, a dónde va el amianto?. A la ría, al mar", explica. Y teme que pueda afectar a la riqueza y salubridad del banco marisquero.
Pilar explica que trasladó esta preocupación al 112 Galicia y a las policías Nacional y Local y le indicaron que los bomberos siguen acudiendo a la nave y que no se puede sacar de allí el grano, "que tiene que arder allí". La única solución que le dieron fue que marchase de casa durante el tiempo que dure esta situación y luego reclame los gastos, pero esto implicaría meterse en gastos y juzgados y no es partidaria de hacerlo, sobre todo porque "tengo a una persona con un 98% de minusvalía en casa".
Su queja es general, dirigida a todas las administraciones y, en especial, a la sanitarias, pues "nadie está haciendo nada, ni por nuestra salud ni por los mariscadores".
Pilar también muestra su preocupación también por los efectos a largo plazo para toda la población de Paredes, Ponte Sampaio y Arcade (Soutomaior) expuesta al humo que sale de la nave en función de hacia dónde sople el viento, pues "esa atmósfera, no lo vemos, pero no sabemos lo que puede tener a la larga". "La atmósfera está contaminada", asegura convencida y preocupada.
En su caso, ha llegado a afectar incluso a cómo usa su casa, pues "tengo un sótano que tiene un olor insoportable, ya no voy abajo" y "el coche, como dejes la ventanilla abierta... pues ya está...", en alusión a que luego resulta imposible entrar por el olor y el picor que genera.
A esta preocupación se suma también el impacto emocional que ha tenido en los vecinos de la zona ver arder la nave de Pontesa, pues ella nunca trabajó allí, pero sí su padre, sus tías, sus primas y muchos vecinos. En esa zona de Paredes, "padres, hijos, sobrinos, todos pasaron por Pontesa", miles de personas, recuerda.