El gobierno municipal asumía que la Xunta de Galicia endurecería las restricciones ante el avance de la pandemia. La (aparentemente) imparable tercera ola está causando estragos y según los expertos el motivo han sido las reuniones familiares en Navidad.
Por ello, desde el Concello consideraban que era "previsible" esta nueva situación en la que entrará Galicia a partir de este viernes. Si bien, por ahora, en Pontevedra apenas habrá cambios al mantenerse en el nivel medio-alto de alerta.
La hostelería podrá seguir abriendo hasta las seis de la tarde, con un aforo del 50% en sus terrazas y del 30% en el interior. Los comercios tendrán que cerrar a las 21:30 horas y el toque de queda se adelantará, como en el resto de la comunidad, a las diez de la noche.
Las reuniones sociales seguirán limitadas a cuatro personas como máximo aunque, como novedad, a partir de las seis de la tarde estarán restringidas a convivientes. Además, Pontevedra pasará a estar cerrada de manera perimetral en solitario. Ya sin Marín y Poio.
A día de hoy, los casos activos por covid-19 en Pontevedra ascienden a 171. Son seis más que ayer. Esto sitúa la incidencia acumulada a 14 días en 179 casos por cada 100.000 habitantes. Es la segunda menor entre las grandes ciudades gallegas. Solo Lugo mejora estos datos con 128.
Tras conocer las nuevas restricciones, la edil Carme da Silva, en nombre del gobierno municipal, ha exigido a la Xunta de Galicia que "simultaneamente" a estas medidas apruebe ayudas "inmediatas" para los sectores más afectados por estas limitaciones.
"Desde o Nadal xa sabían perfectamente que íamos a ter esta vaga", ha asegurado Da Silva, por lo que entiende que "tiveron tempo" para organizar estas ayudas. "Non sería de recibo que non sexa así", ha añadido.