Si en algo coinciden las miles de personas que este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, abarrotaron la Praza da Ferrería, es que "sobran los motivos" para salir a la calle. Ante aquellos que quieren suprimir derechos sociales ya conquistados o que amenazan con dificultar la igualdad real entre hombres y mujeres, "no queda otra que pelear con uñas y dientes".
"No podemos dar ni un paso atrás", señala Mariña (funcionaria, 35 años). Para ella, la revuelta feminista es "imparable", aunque haya quien "todavía no lo ha entendido". Su testimonio refleja el espíritu que se respiraba este mediodía en la emblemática plaza pontevedresa, en donde se reunieron mujeres -y también muchos hombres- de varias generaciones.
Bajo el lema "Todas as mulleres, todos os dereitos", la plataforma Galegas 8M ha impulsado una multitudinaria concentración para reclamar la igualdad de oportunidades y derechos entre mujeres y hombres porque la brecha no se ha cerrado, hay techos que no siguen siendo de cristal sino que son de hormigón y porque sí, a las mujeres las siguen matando.
Estar hoy aquí, para Amanda (jubilada, 73 años) era una "necesidad" ante el "retroceso" que aprecia en los derechos sociales por los que ella y las mujeres de su época "luchamos tanto". Como Marisa (jubilada, 69 años), que recuerda que "costó mucho" conseguir estos avances y lamenta que, a estas alturas, haya quien "justifique" las conductas machistas.
"Es una barbaridad como estamos yendo hacia atrás", señala Marica (jubilada, 74 años), que confía en que todas las mujeres "nos unamos" para desafiar al patriarcado. Esa petición la recogen con gusto jóvenes como Irene (estudiante, 22 años) o Sofía (camarera, 24 años), cansadas de que "nos traten de menos" por el simple hecho de ser mujer.
Más allá va Sara (periodista, 29 años), que denuncia que "seguimos cobrando menos que los hombres", que las mujeres salen de trabajar "con miedo" cuando van solas y que "nos siguen asesinando"; o Lidia (psicóloga, 43 años), que acudió a la concentración acompañada de sus dos hijas porque "tienen que saber que no tienen nada ganado y que hay que luchar".
Lo mismo piensa Elena (opositora, 29 años), que cree que la sociedad debe "tomar conciencia" sobre lo que significa el feminismo y que exige a la clase política "que vean esta realidad"; a lo que Conchi (gestora judicial, 59 años) añade una advertencia: se están tomando decisiones que "nos llevan cincuenta años atrás" y es algo que "no podemos consentir".
María (empleada de banca, 34 años) también se fija en los más pequeños, niños y niñas a los que "tenemos que enseñarles el camino correcto" y pelear por dejarles en herencia "un mundo más justo" en donde, recuerda Lola (ama de casa, 43 años), "nadie le diga a una mujer lo que puede o no puede hacer" porque lo de pedir permiso "se ha terminado".
El manifiesto de Galegas 8M, en el caso de Pontevedra, fue leído por cuatro históricas del movimiento feminista de la ciudad, Concha, Maca, Rosa y Pilar, antiguas integrantes de la Asamblea de Mulleres de Pontevedra, que han reivindicado que solo saliendo a la calle "seremos capaces de construir un mundo más justo, igualitario y libre para todas".
"Seguiremos revolviéndonos por nuestras vidas y por nuestros derechos hasta que seamos libres", han añadido, tanto por las que estaban hoy en A Ferrería "como por todas las que no pueden hacerlo". Porque una cosa tienen clara: ante la "fuerza transformadora" de las mujeres y del movimiento feminista "no hay quien nos pare".