La expedición de la Deputación en Navarra, formada por 45 alcaldes, concejales y técnicos de toda la provincia de Pontevedra, conocieron este lunes las instalaciones de la planta de compostaje de Epele (Bergara), que en su concepción es muy similar a la que se pretende instalar en A Canicouva en Pontevedra. Asimismo, también podría servir como referencia para una posible planta de tratamiento mancomunada de los concellos del Morrazo y del Baixo Miño.
La planta de Epele, que se pondrá en marcha en octubre en el País Vasco, dará servicio a tres mancomunidades llegando a tratar 9.000 toneladas por año de las 35.000 que se engendran en toda la comunidad. En el caso de Pontevedra el objetivo es tratar una cantidad similar de la fracción orgánica del residuo municipal y conseguir aproximadamente unas 2.300 toneladas de compost.
En Epele el proceso de compostaje necesita de ocho túneles en los que se hará a bioxidación de la parte orgánica de la basura mezclada con estructurante (al 50%). Mediante sistemas de aireación y riego se evitará que las temperaturas suban de los 70º durante unas cuatro semanas. Tras la bioxidación, el compost fresco se colocará en pilas donde continuará en fase de maduración otras seis semanas. A lo largo de ese período se volteará tantas veces como sea preciso y, por último, el compost será cribado para retirar los elementos de gran tamaño y así conseguir un producto refinado en condiciones de comercialización.
En el caso de la planta de tratamiento de Pontevedra, según recordó el asesor provincial en residuos, Carlos Pérez, se hará un tratamiento con nitrógeno y en cámaras cerradas en lugar de hacerlo por oxígeno y aireación. Esto supondrá un importante beneficio, ya que el proceso será más rápido que en Epele y requerirá de menos espacio, puesto que al está herméticamente dispuesto el material la descomposición de los orgánicos se producirá antes. En Pontevedra, de hecho, sólo habrá cuatro túneles de tratamiento en la primera fase (de descomposición).
La novedad que incorporarán las dos plantas de tratamiento, tanto la de Pontevedra como la de Epele, será la de utilizar biofiltros (una piscina de cortezas) que minimizarán las emisiones de olores a la atmósfera. Además se utilizarán los lixiviados engendrados en el proceso de fabricación del compost para la humidificación de la materia en el inicio del proceso. De esta manera habría cero emisiones y no sería precisa la presencia de un gestor de depuración.
La planta de Epele y la de Pontevedra tienen, según los técnicos de la Deputación de Pontevedra, el tamaño máximo para ser consideradas eficientes y sostenibles económicamente. En el caso de la planta vasca, su coste se elevó a 6 millones de euros, a los que hay que sumar otro millón gastado en maquinaria y otros tres en terrenos, infraestructuras de acceso, desmontes y otros trabajos. El montante global de la instalación asciende a unos 10 millones de euros. En Pontevedra, la estimación inicial rondaba los 5,7 millones de euros, si bien la intención de la Deputación provincial y de su vicepresidente, César Mosquera, es reducir sus dimensiones el máximo posible y, por tanto, su coste.