Por primera vez en la historia, los Juegos Olímpicos se han inaugurado en la calle. París, en su tercera vez como sede olímpica, ha elegido esta fórmula para dar la bienvenida a la cita deportiva más importante del mundo. Pero esta ceremonia inaugural ha quedado deslucida por la lluvia.
Después de tres horas y con la mayoría de los deportistas ya de vuelta en la villa olímpica, el presidente francés, Emmanuel Macron, declaraba inaugurados los Juegos de París, en los que la pontevedresa Támara Echegoyen fue la abanderada del equipo español.
"Ha sido muy emocionante. Yo no me lo esperaba así. Ha superado mis expectativas", afirmaba Echegoyen a RTVE tras una ceremonia que "hemos disfrutado mucho de todo el camino porque fue impactante conocer la ciudad de esta manera".
Junto al piragüista Marcus Cooper, ambos encabezaron la delegación nacional que, como el resto de países, se presentó al mundo a bordo de un barco que surcó el río Sena durante unos seis kilómetros. Todos ellos aguantando de pie y mojándose.
El momento más esperado de la ceremonia, como no podía ser de otra manera, fue el encendido del pebetero con la llama olímpica prendida en Olimpia (Atenas) el pasado 16 de abril.
En un secuencia memorable, Zinedine Zidane, Rafael Nadal, Serena Williams, Nadia Comaneci y Carl Lewis se pasaron la antorcha olímpica camino del pebetero.
Fueron la atleta Marie-Jose Perec y el judoca Thedy Rinner los que encendieron juntos el pebetero, que se elevó lentamente sobre el cielo y la noche de París en un globo aerostático, dejando una imagen que ya es historia olímpica.
La lluvia, que se presentó sin permiso en esta ceremonia inaugural, empapó de forma inclemente a deportistas, artistas, público y autoridades y deslució el espectáculo preparado para la ocasión.
La ceremonia fue una celebración de la cultura francesa, retratada a través de doce escenas repartidas a lo largo del río y acompañado de un gran espectáculo de luces y pirotecnia.
Así, entre otras estampas, ha habido homenajes a la catedral de Notre Dame, a obras artísticas icónicas de la cultura gala, a la Revolución Francesa, al escritor Víctor Hugo, a los hermanos Lumière, inventores del cine, a la Torre Eiffel, a la estrecha relación del país con la moda o para las mujeres más importantes de la historia de Francia.
La cantante estadounidense Lady Gaga, que salió de una estación de metro típicamente parisina, construida para la ocasión junto al Sena, fue otra de las protagonistas de esta ceremonia, en la que rindió su particular homenaje al cabaret francés.
Pero, sin duda, la actuación más emotiva fue la que ofreció Céline Dion que, a pesar de la grave enfermedad neurológica que padece, no quiso perderse esta cita y reapareció públicamente para interpretar el "Hymne à l’amour" de Edith Piaf desde lo alto de la Torre Eiffel.