En esta semana en la que se ha conmemorado el 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha por la Eliminación de la Violencia sobre la Mujer, toda la sociedad pone el foco en la violencia de género, pero ella la tiene muy presente todo el año. Es Belén Rubido De la Torre, titular del Juzgado de lo Penal 4 de Pontevedra, especializado en violencia machista, desde 2015 y jueza decana de Pontevedra desde 2018. En esta entrevista habla desde su experiencia en ambos cargos, la magistrada se acerca a cuestiones como la Ley Integral, el impacto del confinamiento o la realidad de la Justicia pontevedresa.
La Ley Integral de Violencia de Género lleva ya 16 años y las muertes no cesan. ¿Se está haciendo algo mal?
Una situación tan enraizada como la violencia de género, que tiene su base en la desigualdad entre el hombre y la mujer, es muy difícil que simplemente con un instrumento legislativo de pronto se acabe. Venimos de una muy destacada desprotección inicial por los propios parámetros de la sociedad, que no estigmatizaba la violencia, que la normalizaba, que no veía tan graves según qué altercados. Antes lo que se hacía era minimizar determinados comportamientos que ahora nos parecerían intolerables, de control, de pequeñas agresiones… ¿Qué pasa con la ley de 2004? Que pasa de ser minimizada por la sociedad a ser plus castigada por la ley. Te voy a poner un ejemplo absurdo: si ahora me levanto y te doy una bofetada, es un delito leve de lesiones, con una pena de un máximo de 3 meses de multa. Si tú y yo somos pareja y yo soy hombre y tú mujer, yo me levanto y te doy una bofetada, eso es una pena de seis meses a un año de prisión. El acto es el mismo, lo que cambian son los sujetos.
En esos casos, se castiga lo que hay detrás.
El derecho penal no puede castigar lo que hay detrás, para lo que hay detrás está el delito de acoso, el de maltrato habitual… Si hay algo detrás se tiene que castigar diferente. ¿Cuál es el plus de la conducta? Esa situación predeterminada de mayor violencia del hombre sobre la mujer, que es lo que presume la Ley Integral. Ha supuesto un cambio tan grande que es difícil que la sociedad en un período muy corto a niveles estadísticos de 2.000 años de tradición pueda cambiar por completo la conciencia que tenemos. No significa que la ley esté mal, está bien, yo estoy de acuerdo con ella, pero tiene que ser asimilada por la sociedad. Si la sociedad no la asimila y no la comparte, los comportamientos porque haya la ley no van a cesar porque tienen que ser comportamientos que tiene que estar trabajados desde la base, desde la educación. Con cuatro años ya se está trabajando en la base de lo que es la violencia de género. Solo cuando esas generaciones vayan subiendo y concienciándose, necesariamente, los delitos tendrán que bajar. Hasta ese momento, los delitos seguirán como siempre.
¿Cuánto crees que tardaremos en ver resultados?
Ojalá sea pronto, pero es muy complicado A mí me llamó mucho la atención la ley que prohibía fumare n espacios cerrados. El 1 de enero nadie fumaba dentro de un bar y ni se le ocurría. Eso es concienciación. Una norma que nos cambia algo tan metido dentro, se cumple porque la gente quiere cumplir. Sobre la ley de violencia de de género, hay mucha gente que sigue normalizando esa violencia, que le parece exagerado que por una bofetada se va ocho meses a prisión. Sí, llegará, pero aún no ha llegado.
Al margen de profesionales como tú que ya tienen especialización en la violencia de género, ¿crees que en general la Judicatura tiene conciencia y aplica la perspectiva de género en sus decisiones judiciales?
Yo creo que sí. Desde la implantación de la ley del Pacto de Toledo de 2015 se implantó en el CGPJ los cursos de violencia de género que son preceptivos para los magistrados y para obtener una especialización tienes que tenerlos. Yo soy dinamizadora de uno de los foros de igualdad en la carrera judicial y me quedé gratamente sorprendida. El plan de igualdad de la carrera judicial dice a las claras que sí, que a pesar de ser funcionarias y tener la misma situación orgánica, no llegamos a los decanatos, ni las salas de gobierno, hay desigualdad. El 92% de las excedencias de cuidado de hijo son de magistradas. Cuando estás de baja, no participas en cursos, no te promocionas y si eso lo hacen las magistradas, nuestra capacidad de proyección profesional disminuye en una época crucial, entre los 30 y los 45. Me pareció tremendamente gratificante que hubiera muchos compañeros varones que se dieran cuenta de esa situación. Son datos objetivos y estadísticos.
La violencia de género tiene su base en la desigualdad entre el hombre y la mujer; es muy difícil que simplemente con un instrumento legislativo de pronto se acabe
Y, frente a esos datos objetivos y estadísticos, hay partidos (y sus votantes) que cuestionan la desigualdad y la propia existencia de la violencia de género.
Yo en opiniones de los políticos me vas a perdonar que, como jueza, no me meta.
También hay quien da la turra con las denuncias falsas. ¿Las hay?
Muy pocas. Una denuncia falsa es imputar a sabiendas un hecho presuntamente delictivo que no ha sucedido así. Otra cosa diferente es una versión distinta de lo sucedido. Dos discuten y qué pasó realmente a lo mejor no podemos llegar a decirlo y por eso hay sentencias absolutorias, porque no se sabe muy bien qué pasó. En caso de duda, in dubio pro reo, se absuelve. Pero una cosa es la absolutoria y otra que se haya probado que esa persona a sabiendas puso una denuncia falsa. Y yo en cinco años he tenido cinco. Yo absuelvo si tengo dudas razonables, pero no deduzco testimonio, deducir testimonio es cuando yo veo que ha mentido. Cuando se detecta, se sanciona.
Hay muy pocas denuncias falsas. Yo en cinco años he tenido cinco y cuando se detecta, se sanciona
Cada vez que se produce una muerte, contamos aquello de: no había denuncias previas. ¿Por qué casos de violencia tan graves que acaban al asesinato siguen sin denunciarse?
Creo que en los casos más graves es en los que menos se denuncia. Para mí es un misterio, la concepción social, el amor mal entendido, los condicionamientos económicos, familiares, sociales, el pudor, la vergüenza, los sentimientos de amor y odio que un día se quieren y otro se odian…. En esas situaciones tan graves solo pueden ser dos cosas: que no podían creer que eso podía pasar o que tenía tanto miedo que no lo denunció.
¿Crees que las mujeres se sienten protegidas por la Justicia española?
Pues no sé si se sienten, pero protegidas están. Se puede tardar menos y estar de acuerdo en cómo se tramitan qué causas, pero el sistema funciona y el sistema es duro, para hechos de especial gravedad y de menor gravedad. En las cuestiones incluso leves el castigo es relevante. Y luego hay gente que no quiere seguir adelante con la denuncia y ella misma obstaculiza el devenir del procedimiento. No quiero que se entienda que es culpa de las víctimas, no, ya bastante tienen con lo que tienen, tienen un lío mental muchas veces muy complicado. Sacarlas de ahí se las puede sacar, pero tiene que ellas querer salir.
¿Juez o jueza? Yo, jueza o magistrada. Soy partidaria de la feminización de los cargos
¿En los juzgados de Pontevedra hay recursos materiales y humanos suficientes para responder a la violencia de género y proteger a las víctimas?
Yo por pedir, pido más. Pero tenemos ahora mismo la oficina de atención a la víctima con una psicóloga y una trabajadora social; la oficina de atención al ciudadano que muchas veces nos auxilia a la hora de evitar la confrontación visual entre el agresor y la víctima; se utilizan sistemas de videoconferencia para que no haya esa confrontación; sistemas visuales más rudimentarios como los biombos; tienen la asistencias del turno de oficio gratuita con independencia de los medios económicos. Sí que siempre se pueden hacer más cosas, sin duda, pero los medios están. Hay quizás más carencias en los partidos judiciales más pequeños.
Cambiemos de tercio. Llevas ya dos años al frente del Decanato de Pontevedra. ¿Qué balance haces de esta etapa?
Fue una etapa durísima. Me ha tocado el traslado del edificio, en enero ya se inauguró, tuvimos la visita del Consejo Superior del Poder Judicial en Pleno y, cuando ya parecía que todo iba bien, entra la covid. Son los dos años más atípicos. Ha sido durísimo, pero ha sido emocionante. Si yo me presento a esto, que es voluntario, es porque las mujeres a veces no se promocionan a sí mismas y dije: yo quiero que se vea que aquí somos mayoría de mujeres y no tendría mucho sentido que el decano sea un hombre, por puro porcentaje. No había habido una decana electa todavía cuando en Pontevedra somos mayoría mujeres. A mí me gusta porque el trabajo es gratificante, ayudas a los compañeros, consigues medios, te peleas, y yo creo que se han conseguido cosas, el edificio judicial es maravilloso. Se pueden conseguir más cosas, pero hemos conseguido la sala Gesel, especifica para tomar declaración a menores, a víctimas vulnerables, totalmente separadas del ámbito de las salas de vistas. Cuando se instaure es un avance increíble.
Entonces, ¿el nuevo edificio judicial ha respondido a las expectativas?
Sí. Siempre habrá gente que te diga que no le guste el diseño, que las ventanas se abren poquito, pero solo hay que verlo, es un edificio maravilloso. Vino el presidente del Consejo, Lesmes, y todos los vocales y quedaron impresionados porque es un edificio muy bonito y al mismo tiempo funcional. Además, es un edificio de futuro, que tiene dos plantas sin edificar. En Pontevedra en los próximos 20 años no creo que crezca tanto para ubicar 14 juzgados que son los que caben. Ahora lo que quiero es que se actualice este (el antiguo edificio).
La ley de violencia de género está bien, pero si la sociedad no la asimila, los comportamientos no van a cesar
La otra cara de la moneda es que cada vez se acumulan más asuntos. Pontevedra seguía arrastrando retrasos derivados de la huelga de trabajadores de la Justicia de hace dos años y ahora suma la derivada de la pandemia.
La verdad es que en la jurisdicción penal se notó menos, pero en otras jurisdicciones me consta que sí. Cuando ya estaban prácticamente al día y no había ningún juzgado en Pontevedra con retraso reseñable dentro de la media nacional, la huelga de funcionario judiciales generó un colapso. En la huelga y en el confinamiento, en la jurisdicción penal lo notamos menos porque había muchos asuntos que se consideraban esenciales como la violencia de género, así que apenas se notó. En la covid, que sí se notó, yo todos los asuntos que se suspendieron, los tengo ya o resueltos o señalados hasta enero.
¿Crees que es cierta la máxima de que la Justicia lenta no es Justicia?
Sí, es verdad. Las dilaciones son terribles porque el ciudadano no las entiende. ¿Qué se puede hacer? Dotar de más juzgados. La carga de trabajo en Pontevedra está sobre la media, pero los sitios más pequeños tienen mucho volumen de trabajo y necesitan muchas medidas. En las ciudades, obviamente también, refuerzos para que las cosas vayan saliendo, sobre todo en determinadas jurisdicciones que ahora se van a ver. Contencioso, social, familia.. son jurisdicciones que necesitan un mayor apoyo.
Para terminar, ¿juez o jueza?
Jueza, jueza. Mira fuera, el cartel que le hice. Ilustrísima Señora Magistrada. Lo hemos cambiado hace tres semanas. Yo, jueza o magistrada. De fiscal, fiscala. Yo soy partidaria de la feminización de los cargos. Si sabemos que es letrada de la administración de justicia, decirlo. En los juzgados, por defecto, siempre viene magistrado o magistrado/a pero yo siempre lo cambio. El día que me haga un cambio de sexo, seré magistrado, pero hasta ese momento, magistrada.