El curso 1984-1985 comenzó en el instituto A Xunqueira 1 de Pontevedra sin sotanas. Estrenaba equipo directivo y los nuevos responsables decidieron que el acto oficial de apertura del curso fuese laico.
Toda una revolución cuando el Estado todavía empezaba su camino como aconfesional y la Constitución Española era joven. Les amparaba la ley y lo hicieron, en un gesto "ruidoso" para la época. El primero de muchos.
Los artífices fueron Antonio Couso, Xosé Fortes, Maica Larriba, Pepe Lozano y Pepe Mendoza. Aquel 1984, como equipo directivo, hicieron una foto de bienvenida a las puertas del instituto. Este jueves 14 de noviembre de 2024, 40 años después, la han repetido, todos jubilados, y tan activos y entusiasmados como entonces.
Aprovecharon el reencuentro para recordar viejos tiempos y hacer repaso de una época en la que el centro fue "muy muy pionero en muchas cosas". El instituto se había inaugurado ya en 1978 y solo tienen elogios para su primer director, Ramón Regueira. Después llegarían Adolfo Baloiras y José María Álvarez, pero fue con ellos, a partir de 1984, cuando empezó esta particular revolución.
Inspirados en la Institución Libre de Enseñanza de Francisco Giner de los Ríos, pusieron en marcha iniciativas que hoy forman parte del día a día de todos los institutos pero que de aquella eran disruptivas. Un ejemplo: Antonio Couso, como jefe de estudios, diseñó un nuevo horario que luego implantarían todos los centros de Galicia, clases por la mañana y dos tardes libres.
El nuevo horario experimental "fue totalmente novedoso" y "permitió mucha mejora, sobre todo, para un alumnado tan necesitado como el nuestro", recuerdan.
Los martes y jueves pasaron a quedar libres y organizaron clases voluntarias de refuerzo para repetidores y actividades extraescolares que el profesorado impartía de forma altruista, fuera de su horario laboral. La Xunta acabó copiándolo.
Maica Larriba, ex subdelegada del Gobierno en Pontevedra, entonces catedrática de Historia, rememora lo enriquecedoras que resultaban aquellas tardes, en las que llevaba al alumnado al Archivo Histórico Provincial, museos o bibliotecas.
Lo mismo, en sus disciplinas, hicieron Mendoza con Química, Lozano y Couso con Matemáticas o Fortes también con Historia.
Resultó importante esta medida, en especial, por el perfil del alumnado. Cuando el centro abrió en 1978, más de la mitad eran repetidores, pues acabaron en A Xunqueira I estudiantes derivados de otros institutos como Valle Inclán o Sánchez Cantón.
En 1984 ya no era tan elevado el porcentaje, pero a esta situación se sumaba que eran estudiantes llegados de zonas del rural y con una "situación socioeconómica delicada" que "no podían tener clases particulares" y con trayectorias familiares en las que, en el 70% de los casos, no había títulos de Bachillerato y, para ellos, lograr el primero, resultaba vital.
"Teníamos las cosas claras", asegura el escritor e historiador Xosé Fortes, que ejercía la función de director. Procesado y condenado en un Consejo de Guerra en el fin de la dictadura por su activismo, cuando llegó la Democracia opositó a profesor y trasladó a este centro esos aires de libertad que ya imperaban fuera de las aulas. Él fue, en palabras de Larriba, "el que le puso alma" al instituto.
No ocultan que su ideología era de izquierdas -"éramos un poco rojos", bromean- y Pepe Mendoza atribuye estos nuevos aires que llenaron el instituto a la "coincidencia" de que se juntara "un grupo con ganas de hacer cosas y sin ganas de fastidiarnos unos a otros". Buscaban el bien común y contribuir a una sociedad más abierta, plural e igualitaria.
Xosé Fortes recuerda que entonces "la gente nos veía como de tercera división" y Maica Larriba presume de que, sin embargo, "luego llegaban los resultados de la Selectividad y rompíamos la pana". Ejercían una labor social y educativa y lograron dar la vuelta a la tortilla a muchas trayectorias vitales.
Fueron testigos de los cambios sociales en la Pontevedra post dictadura y muchos de ellos los abanderaron. Así, al permitir que el alumnado cambiase la clase de Religión por la de Ética sin necesidad de un extra de autorización, el porcentaje pasó de ser 90-10 en favor de la asignatura religiosa a un 50-50. Con el consiguiente malestar entre el clero, pues se redujeron de 4 a 2 los sacerdotes que había entre el profesorado.
En el centro que dirigían los cinco se potenciaban todas las iniciativas enriquecedoras y empezó a editarse una revista que continúa hoy en día, Xuncos, en la que escribía alumnado y profesorado a través de un Aula de Periodismo.
Crearon un coro, dieron clases de gaita con Ricardo Portela como profesor y crearon un programa de radio que se emitía en Radio 80. Con Valentín González Carrera como director, cada sábado el alumnado trabajaba sobre un tema de historia y abría los micros.
Fue pionero, de él salieron una nómina envidiable de profesionales de distintos ámbitos y se creó un ambiente que consideran irrepetible. "Nos sentimos parte de una comunidad educativa", insisten.
Maica Larriba recuerda que en aquellos años le preguntaban por qué no se cambiaba a otro centro con más historia o mejor fama, pero siempre se negó. "Podía estar en el Ramiro de Maeztu", recuerda, y se quedó porque era "muy feliz con todas las carencias que teníamos" y "me sentía como una trabajadora de la enseñanza pública".