Menores y drogas: del ocio inocente a ser madre de un adicto adolescente

Pontevedra
14 de octubre 2024

"¿Cómo se enfrentan los padres a una sociedad con los adolescentes cada vez más enganchados a las drogas?". La pregunta la hace una madre que se siente abandonada por las instituciones y víctima de una sociedad que blanquea el consumo

Consumo de drogas entre adolescentes
Consumo de drogas entre adolescentes / Mónica Patxot

"¿Cómo se enfrentan los padres a una sociedad con los adolescentes cada vez más enganchados a las drogas?". La pregunta lleva meses en la cabeza de S. y, por mucho que se ha informado, ha buscado ayuda y ha tocado en todas las puertas, no encuentra respuesta. 

Esta pontevedresa tiene un hijo de 15 años y, además de madre de un adolescente, lo es de un adicto. Descubrir que su hijo estaba enganchado a las drogas supuso un shock y darse cuenta de que está sola en la batalla, una desesperación. Y es que se siente abandonada por las instituciones y víctima de una sociedad que no solo no combate el consumo, lo blanquea. 

Para intentar poner el foco en esta realidad que cada día viven más familias, quiere contar su historia, que empezó cuando su hijo tenía 14 años y, afortunadamente, ahora todo apunta a que camina hacia un final feliz. 

Fruto del desconocimiento, cuando todo empezó, no lo supo detectar. "De repente, un día empieza a tener una actitud cada vez más pausada, más parada, sin ganas de hacer nada. Pasa excesivo tiempo en casa, no quiere hacer ninguna actividad fuera de su entorno más cercano y le empiezas a ver los ojos rojos"

No fue de un día para otro, sino una evolución de meses. "Tú vas notando cambios pero en ningún momento se te pasa por la cabeza pensar en una adicción". Su primera reacción fue acudir al instituto, porque había dejado de acudir a las clases. Preocupada, pidió que abriesen un expediente de absentismo escolar, pero "la única respuesta es que no quieren problemas". A finales de mayo, al final, lo abrieron. Demasiado tarde.

"Yo no había tenido antes ese contacto con las drogas", reconoce y, fruto del desconocimiento, pensó que tenía una depresión o, como mucho, que estaba fumando hachís. Buscó en Google este tipo de actitudes y ahí salió por primera vez la palabra droga. Preocupada, compró un test en la farmacia: positivo en THC y en benzodiazepinas.

Fué de inmediato al centro de salud de A Parda y la derivaron directamente a Montecelo. Una analítica confirmó el consumo y su hijo le confesó al médico que no solo fumaba porros. Esnifó Trankimazin. "A mí se me vino el mundo encima", rememora S., desolada porque la medicación era suya y porque el médico le explicó que "eso se veía antes en los yonkis cuando ya no tenían acceso a una dosis de cocaína o heroína. Se metían lo que encontraban por la nariz".

Era finales de julio y describe las siguientes semanas como un infierno en el que no encontró apoyo en ninguna institución. Explica que intentó pedir cita con su médico de cabecera de la sanidad pública, pero no cogía nadie el teléfono ni daban citas en la aplicación del Sergas y que buscó ayuda municipal también sin éxito. "Me acerco a la UAD y la están desmantelando. Hay un psiquiatra y un psicólogo saturados de trabajo que no dan para más y que, además, atienden a adultos. No hay especialistas en menores"

En los días posteriores descubrió que "no hay ningún recurso público para menores en Pontevedra". En Vilagarcía sí hay una UAD (Unidad de Atención a Drogodependientes) de adolescentes, pero no se puede mudar a vivir allí. 

Acudió a la sanidad privada y a "una pediatra increíble" que le recomendó a una psiquiatra. Le hizo un hueco y, gracias a ella, recuerda que aquel día "empiezo a ver la luz". La primera recomendación fue "sacarlos de Pontevedra y no tener alejarlos de su entorno". Le hizo caso de inmediato. "Hago maletas, las lleno de test de drogas y salimos esa misma noche de la ciudad". 

Estuvieron fuera casi un mes, hasta que tuvo que volver a trabajar, y ahora "el niño está con medicación y la respuesta es buena". Le repite un test cada semana y ya solo da positivo en THC. Pero no todo está solucionado.

Así, se dio cuenta de que "el arraigo a su entorno de amistades, que son los que le introdujeron en la droga, es brutal" y, aunque lo cambió de colegio "con la intención de que haga amigos nuevos", sabe que "estamos hablando de un adolescente y es un proceso muy complicado".

El proceso de deshabituación es difícil. "No lo puedes encerrar en casa porque eso le provoca más ansiedad y él la manera que tiene de cortar esa ansiedad es a través de las drogas. No lo puedes acompañar constantemente porque él necesita su espacio como adolescente que es". 

Además, se encontró sola en su entorno: "te reúnes con todos los padres de sus amigos y lo único que te encuentras es que los suyos no son". Según su experiencia, "los padres no quieren enfrentarse a la realidad de sus hijos porque se vive más cómodo en la ignorancia". 

Tampoco las autoridades responden: "comunicas a la Policía quienes son los que le venden, pero no interesan porque la Policía se dedica a los que están por encima de los que menudean con adolescentes". Pensó en la Justicia y envió un correo electrónico a la Fiscalía explicándoles el tema, pero "aún estoy esperando a que me contesten". Conclusión: Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y la Fiscalía están "faltos de recursos".

Esta pontevedresa pone deberes a todos. A la administración del Estado la ve "responsable del blanqueamiento de las drogas", pues hacen campañas contra el tabaco e imponen recortes en la publicidad de tabaco y alcohol, pero "se permite a los medios de comunicación tratar las drogas como si fuera algo habitual y normal. No solo en los programas de televisión sino también en las series para adolescentes, como Elite o Euphoria". 

A la Xunta le recrimina que "en una comunidad autónoma desde la que se distribuye la droga al resto de España no tenemos centros para menores", que el Sergas "no tiene ningún protocolo para este tipo de casos ni para muchos otros que afectan a menores" y que, en el instituto, "la orientadora lo único que manifiesta es que no quiere tener problemas". 

Y al Concello de Pontevedra, reprocha que "no tiene ningún programa ni ningún servicio para adolescentes. Es más, intentan librarse de la UAD, omitiendo el deber que tienen para con sus ciudadanos".

Esa sensación de abandono por parte de la sociedad la persigue desde entonces. "Los padres estamos solos ante esta situación" y llama la atención sobre el hecho de que "si no tienes dinero, no tienes capacidad económica, o no te coinciden las vacaciones, estás abocada al fracaso". 

Lanza más preguntas al aire: "¿Qué pasa con los padres que económicamente no pueden permitirse pagar una media de 30 euros el test a la semana y una media de 180 euros cada 15 días en psicólogos y psiquiatras, no pueden cambiarlo de colegio, no pueden alejarlos de su entorno y no tienen a nadie que les explique las pautas a seguir en este caso?". 

Desde hace semanas le da vueltas a cómo se ha llegado a esta situación y lamenta que "todo lo que consiguió Carmen Avendaño ya no sirve" porque ahora "las drogas, los adolescentes y las tecnologías son diferentes". Así, por ejemplo, "puedes comprar la droga por delivery" y "tenemos en contra el blanqueamiento de la sociedad hacia las drogas". Antes se blanqueaban los efectos del alcohol y el tabaco, pero no de las drogas. "¿Tú veías pelis de pequeña donde drogarse era normal?", pregunta. 

Fruto de su experiencia, ha llegado a la conclusión de que se ha llegado hasta aquí, entre otras cuestiones porque desde que cambia el sistema educativo y los niños con 12 años están en los institutos, se relacionan con niños de edades superiores que se convierten en sus modelos. "Antes, los de 13 y 14 eran los mayores del colegio, eran el ejemplo para los pequeños. Y ahora los de 13 y 14 tienen como ejemplo a los de 17 y 18, los hábitos de los mayores, alcohol, drogas y tabaco; porque de los buenos hábitos no cogen uno". Y ha podido comprobar que "eso hace que un niño de 13 años tenga en sus manos y muy cerca la posibilidad de  fumar y a drogarse"

No se olvida de los padres, que cometen el error de no prever que esto pueda pasar. "El dinero que les das para el bocadillo del mediodía, el dinero que le das para salir a tomar una coca-cola… Y que ellos en casa tienen acceso a medicación que a los padres no se nos ocurre que pueda usarse como drogas, como las benzodiazepinas". El cóctel es explosivo y llega de su entorno. A su hijo empezó invitándole una amiga y siguió con ese dinero que le daba para un ocio inocente.