La crisis sanitaria está provocando una avalancha de solidaridad en todos los rincones del mundo. Y en Pontevedra son numerosas las familias y empresas que están aportando su granito de arena en la lucha contra la pandemia.
Es el caso de Adriana Briñón, que en lugar de quedarse en casa esperando a que pase el temporal puso a toda su familia a elaborar máscaras protectoras que ya llegaron a los principales centros sanitarios de la ciudad y a diversos establecimientos comerciales que ahora desarrollan su actividad de un modo más seguro.
"Empezamos a fabricarlas hace una semana, mi marido tiene una empresa de eventos (Global Eventos) y está sin actividad así que utilizamos el material para fabricarlas", explica Briñón, que también colabora de forma habitual con el ANPA de Barcelos. En la confección de estos utensilios de autoprotección, elaboraron ya cerca de un millar, colaboran todos los miembros de la familia. "Estamos mi marido, mis dos hijos, mi ahijado y yo. Hacemos una cadena", explica.
Del reparto de estas máscaras se ocupa Protección Civil, que acude al domicilio familiar para recogerlas y entregarlas en su lugar de destino. Ya han llegado al Hospital Provincial, a Montecelo, al centro de salud de A Parda, a una residencia de mayores e incluso a la panadería de un persona con diabetes en Vigo. "A través del boca a boca o por Facebook", explica Briñón cómo contactan con ellos los interesados en disponer de estas máscaras, aunque muchas veces son los propios artesanos los que ofrecen sus productos a trabajadores que podrían necesitarlas.
Con el objetivo de prestar un servicio todavía más amplio a la sociedad, la familia pensó esta fin de semana en ayudar también a personas que tienen que afrontar la lucha contra el virus sin trabajo y con problemas económicos. Por ello plantean un sistema de trueque a través del cual las personas que reciban las mascarillas entreguen a cambio alimentos no perecederos, que Briñón y los suyos donará a Cruz Roja y también a los propios trabajadores de su empresa, que no saben cuándo podrán volver a trabajar.
Su solidaridad genera más solidaridad. Durante el proceso de fabricación se quedaron en dos ocasiones sin belcro y sin grapas para confeccionar sus máscaras y en pocas horas, una mercería de Combarro y una asesoría les hizo llegar estas materias para reanudar la cadena.
Pocas conclusiones positivas se pueden extraer de una desgracia como la que está asolando todo el mundo, pero sí que hay lugar para el aprendizaje. "A los niños le ayudará a ser mejor personas y a ser más solidarios", afirma Adriana Briñón, entusiasmada con la predisposición y trabajo de sus hijos a la hora de formar parte de esta iniciativa.