El buque Amber Light, con bandera Antigua & Barbuda, atracó en el puerto de Marín el pasado viernes por la noche. Llegó cargo de produccos siderúrgicos que descargó en la dársena marinense y este mismo lunes preveía partir con destino a Aveiro, en Portugal.
Es uno más de los barcos de carga que llegan a diario, pero abordo llegaron seis marineros con una situación muy particular, son de origen ucraniano y viven con la angustia de como evoluciona la guerra en su país y la seguridad de su familia.
Alexander, de 27 años y natural de la ciudad de Nikolaev, en el sur de Ucrania, habló con PontevedraViva al pie de la escalerilla de acceso al barco y reconoció esa preocupación de toda la tripulación. Son nueve a bordo, tres de Brasil y seis de Ucrania.
"Todo el personal del barco, todos los de Ucrania, preferimos estar en nuestro país", reconoce. "Desde luego" que les gustaría poder estar en Ucrania en lugar de navegando por Europa, reconoce en inglés.
A bordo están "esperando". Esperan noticias, esperan la evolución de la guerra y esperan poder regresar a casa. De momento, para ninguna de esas esperas tienen respuesta.
Su dominio del inglés es limitado y tan solo habla ucraniano, pero le alcanza para trasladar que su principal preocupación es su familia. "Por la familia" es por la que quiere regresar a Ucrania y, sin embargo, "no sabe cuándo" podrá hacerlo.
"No sé", confiesa, y repite que "probablemente" tarden bastante en poder regresar porque "habrá problemas para volver" y la empresa propietaria "va a seguir en el mar", haciendo servicios sin que la tripulación pueda regresar a casa.
Aún en el caso de poder regresar a puerto y superar los "problemas" que pueda suponer tener tripulación ucraniana, no sabe si podrán entrar luego en el país, pues "solo tienen la puerta polaca", la única vía posible para poder entrar en la Ucrania asediada por Rusia.
Hace ya varias semanas que Alexander y sus otros cinco compañeros dejaron su país, antes de la invasión Rusia y el inicio de la guerra. Desde entonces, la comunicación con sus familiares desde este buque construido en el año 2005 es "difícil".
Este lunes, mientras están atracados en Marín, explican que llevan "dos días sin saber nada" de los suyos porque "no tenemos conexión". El resto del tiempo, mientras navegan, tienen contacto, pero "poco". En todo caso, el suficiente para saber que la situación "no es buena" .
Él y otros tres compañeros proceden de Nikolaev y a bordo también hay marineros de Odessa, uno de los objetivos estratégicos de Vladimir Putin que se prevé que pueda ser bombardeo en las próximas jornadas, y Mariúpol, una ciudad que en los últimos días ha salido en los medios de comunicación por ser uno de los enclaves más castigados por las tropas rusas por su valor geoestratégico en el mar Negro.
Desde el barco siguen con atención todas las noticias que les llegan de Ucrania y también desde Rusia, un país en el que tocaron puerto el pasado 22 de febrero, en concreto, estuvieron dos días en Kaliningrado. Después, recalaron en los puertos de Brunsbuttel (Alemania) y Dorddrecht (Holanda) y, cuando llegaron a Marín, lo hicieron procedentes de IJmuiden, en Holanda.