A pesar de la amenaza de lluvia, el Entroido de Pontevedra ha podido despedirse por todo lo alto. Lo ha hecho, como es habitual, despidiendo entre llamas a su personaje más entrañable, el loro Ravachol, que ha ardido en plena Praza da Ferrería entre las lágrimas y el pesar del cortejo fúnebre que, de riguroso luto, le ha acompañado en sus últimas horas.
Pocos en la ciudad se resistieron a presentar sus respetos a Ravachol, que fue velado durante toda la tarde en la Praza da Verdura, en donde sus restos mortales -incluida una vestimenta que evocaba a la reforma del puente de O Burgo y sus polémicas barandillas- recibieron un innumerable número de visitas.
En medio de estas muestras de tristeza, un cortejo fúnebre con las comparsas Amoriños de Bora, Os Canecos, Os Paparrulos, Os Solfamidas, Os 100 Tolos, Os Miúdos, Las Flores del Carnaval, Vamos a Todo, Os da Caña y As Sonecas acompañaron al finado hasta su funeral.
La comitiva recorrió las calles de San Román, A Ferrería, Antonio Odriozola, Soportales, Manuel Quiroga, Princesa, Isabel II, Real, Sarmiento y Pasantería.
Tras la procesión, se dio lectura a una elegía por el fallecido y se procedió a la interpretación de un velatorio tradicional por parte de Os de Algures, a la recreación de la danza de la muerte de Celme y a la actuación de la saeta Val do Lérez.
El pájaro fue incinerado entre gritos de "Chorad. Chorade todos! Morreu Ravacholiño!", frase que ha resonado en A Ferrería y cuyos ecos llegarán hasta que en 2021 el Entroido vuelva a reclamar la atención de los pontevedreses.