Los Reyes de España, Felipe VI y Letizia, arroparon este viernes a las familias de los 21 fallecidos y desaparecidos en el naufragio del Villa de Pitanxo en un funeral sobrio y multitudinario en el Templo Nuevo de Marín celebrado tras cumplirse un mes de la tragedia. El templo se llenó de familiares, amigos, autoridades y vecinos de la localidad, que quisieron dar su apoyo a los allegados que perdieron a sus familiares el pasado 15 de febrero en aguas de Terranova.
Quisieron también dar su respaldo a Samuel Kwesi, uno de los tres supervivientes del naufragio y el único que acudió a este funeral conjunto por las víctimas con el que las familias quisieron despedir a las víctimas del naufragio.
El joven, de origen ghanés y residente en Marín, recibió a su vez el apoyo de las familias y entró en el templo en medio de aplausos de un grupo de ciudadanos que esperaban en el exterior para seguir el acto religioso a través de una pantalla gigante instalada por el Concello de Marín.
Tras la ceremonia, los Reyes se acercaron a dar el pésame a los familiares de los fallecidos. Ya previamente, antes del acto religioso, habían mantenido un encuentro en el colegio Inmaculada -situado en la misma plaza que el Templo Nuevo- con una representación de los familiares.
También acudió Kwesi, mientras que no estuvieron presentes los otros dos supervivientes, el patrón, Juan Padín, y su sobrino, Eduardo Rial.
De hecho, Felipe VI y su esposa, Letizia, accedieron al templo puntuales, a las seis de la tarde, acompañados por otras autoridades y familiares. A su lado, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo; el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, y la alcaldesa de Marín, María Ramallo.
La visita de los Reyes de España despertó gran expectación en Marín y en los alrededores del templo se arremolinaron cientos de personas que quisieron ver a Felipe VI y Letizia, pero, sobre todo, en el ambiente se notó el respaldo de la ciudadanía a los familiares de los afectados; y a Samuel Kwesi, al que dieron el sentido y espontáneo aplauso.
El templo tiene aforo para 1.000 personas y se llenó. A mayores, cientos de personas se situaron en las aceras que y en el propio Parque Eguren que rodea el templo, algunos incluso equipados con sillas plegables para la larga espera superar a dos horas. También muchos quisieron seguir la ceremonia desde las ventanas y balcones de los edificios que rodean la iglesia y pudieron escucharla y verla en directo.
Presidida por los Reyes, el funeral lo ofició el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, que en su homilía dio el apoyo a los fallecidos, a los que "desde el primer momento os hemos tenido en nuestro corazón como también a ellos". "Os ha llevado en su corazón Galicia, España y tantas personas más allá de nuestras fronteras que han pedido que os trasmita sus condolencias con su oración y solidaridad", aseguró Barrio, que hizo extensivas las condolencias al Papa Francisco , que aseguró que "os acompaña".
La noticia del naufragio en las aguas gélidas de Terranova, sostuvo el arzobispo, "sobrecogió nuestra alma" y le llevó a dar gracias por los supervivientes, e implorar "el consuelo y la serenidad" para las familias. "No nos imaginamos vuestro profundo dolor", señaló Julián Barrio.
Durante el acto religioso, hubo momentos cargados de solemnidad y otros sobrecogedores como el momento en el que se leyeron uno a uno los nombres de los fallecidos. La Banda de Música de la Escuela Naval de Marín acompañó el inicio y el fin de la ceremonia, cargándola de más solemnidad. Una vez finalizada, interpretó la Salve Marinera ante una imagen de la Virgen que fue desplazada para la ocasión al exterior del templo.
La homilía sirvió para recordar que "el mar significa peligro, ausencia e incertidumbre" y se convierte a veces en un "agujero negro que acaba con proyectos, sueños y vidas". Recordó que los fallecidos -nueve cuerpos recuperados y 12 que siguen desaparecidos- eran "vidas llenas de proyectos en su quehacer diario personal, familiar y laboral".
Reconoció el arzobispo que "no es fácil comprender y aceptar esta realidad" y que las palabras son "siempre insuficientes" para transmitir un mensaje de esperanza, más ante una tragedia ante la que muchas personas se han preguntado "¿por qué tuvo que ocurrir esta tragedia?".
El acto también tuvo una vertiente reivindicativa, con una pancarta ubicada por las familias en el acceso a la iglesia con el mensaje "Los queremos en casa" en alusión a su demanda reiterada de que el Gobierno presione a Canadá y ponga medios propios para retomar las tareas de búsqueda en la zona del hundimiento para rescatar los 12 cadáveres que siguen en el mar o, como ellos sospechas, algunos incluso dentro el buque hundido.
En el exterior del templo, amigos y allegados de los supervivientes también aprovecharon para recoger firmas que apoyen esta misma petición.
Autoridades locales y autonómicas no quisieron perderse esta cita religiosa que se convirtió, al mismo tiempo, en un recuerdo del horror de lo sucedido.
Entre ellos estuvieron el delegado del Gobierno en Galicia, José Miñones; la subdelegada del Gobierno en Pontevedra, Maica Larriba; la conselleira de Mar, Rosa Quintana; el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda; la presidenta de la Deputación de Pontevedra, Carmela Silva; la diputada Ana Pastor; los alcaldes de Pontevedra, Vigo, Cangas y Bueu; el secretario general del PSdeG, Valentín González Formoso; y el responsable provincial de los socialistas, David Regades, este otro en el exterior del templo, entre otras autoridades.