Después del estallido de la pandemia de la covid-19, el mundo recupera poco a poco la normalidad. Siempre con las precauciones necesarias, los estadios, cines y museos recuperan sus aforos, las discotecas vuelven a abrir sus puertas y la agenda cultural de auditorios y salas de conciertos vuelve a llenarse. Sin embargo, existe un subsector del ocio, el de los bares, cafeterías o cervecerías, que todavía no ha recuperado una parte fundamental de su modelo de negocio: el horario.
La licencia de este tipo de establecimientos en Pontevedra recoge que pueden ejercer su actividad, como máximo, hasta las tres de la madrugada, pero desde la suspensión del confinamiento en la primavera del 2020 todavía no han podido abrir hasta esa hora. Ahora que la presión hospitalaria está en niveles bajos, muchos de estos profesionales consideran que es momento de alzar la voz para defender sus derechos. "Es cierto que perjudica a nuestra actividad, no se puede negar. Y seguro que a algunos han reducido su facturación hasta un 60 %", reconoce el vicepresidente de Hoempo, Rafael Rúa, como portavoz de un colectivo que "es partidario de que la hostelería recupere el horario de sus licencias o el que ejercían antes de la pandemia".
El motivo principal por el que estos empresarios han decidido dar un paso al frente es que están constatando que son víctimas de una pinza que aprieta su modelo de negocio por dos vías. Por un lado, la población vuelve a recuperar la rutina de salir a cenar a restaurantes, mientras que por otro, se ha establecido una nueva costumbre de adelantar la hora de entrada en locales de ocio nocturno y discotecas. Una situación que reduce el horario de máxima actividad de unos establecimientos que antes de la pandemia estaban llenos hasta su hora de cierre.
"Nuestro sector funciona a primera hora de la noche y con estas restricciones se han olvidado de un sector intermedio", puntualiza Marta González, propietaria de La Gramola. "La gente está confusa, no entienden por qué unos pueden abrir hasta las cuatro y media y otros cierran a la una y media", añade. Una situación que también comparten en La Botica, otro de los locales ubicado en la Plaza de Méndez Núñez, una de las más concurridas de la Boa Vila. "No toda la gente quiere meterse en un pub a la una y media. Están dejando cojos a una parte de los clientes y a una parte de los negocios", denuncia uno de los propietarios de este local.
En algunos casos la situación está llegando al límite. "En la zona vieja, el 70 % de la facturación es en el turno de noche. Los que tenemos una plaza o una terraza amplia podemos sobrevivir, pero los que no tienen terraza van a acabar desapareciendo", lamenta el empresario.
Uno de estos afectados es Jesús Dasilva, propietario de la cafetería Play en la calle Cruz Gallástegui. "Recuperar el horario normal es básico, el 40 % de la facturación lo hacíamos de once de la noche a tres de la mañana", subraya el emprendedor.
"El perjuicio que está sufriendo cierto sector de la hostelería es incuantificable ya. Estamos totalmente ahogados. En locales de primera hora, una hora y pico de facturcion es mucho dinero cada viernes y cada sábado. Además mantenemos todos los costes", puntualiza César Sánchez, uno de los propietarios del Chester de la calle Sarmiento. "El coste de la SGAE sigue siendo del 100 % o el de las basuras o el del alquiler", enumera para demostrar el agravio que supone no poder trabajar al máximo de sus capacidades.
La limitación afecta también afecta al empleo y a la calidad del mismo. "Yo tenía a mis trabajadores a jornada completa, ahora los tengo a media o tres cuartos porque nos faltan dos horas de máxima facturación", protestan en La Botica.
Pero es lo difícil que supone comprender el mantenimiento de estas restricciones lo que más pesa en el sector de la hostelería en general. "Lo de cerrar a la una y media es asumir que el virus tiene horarios de contagio, tiene tan poco sentido como si se obligase a cerrar a las comercios a las seis de la tarde porque a partir de esa hora hay más gente en los negocios", compara Carlos Fontán, propietario de la cervecería El Bruc, en la Praza do Teucro.
"No entendemos por qué todavía no tenemos los horarios que nos corresponden, ya canta lo de poner siempre el foco en la hostelería", protestan desde El Bruc; "que algún experto me explique qué sentido tiene irse de una terraza a la una y media para meterse en un local cerrado", se cuestionan en La Botica; "es un sinsentido, se van quitando las restricciones y nosotros seguimos igual", lamentan en La Gramola; "se deben recuperar ya los horarios propios de cada licencia", exigen por parte del Chester.
Con todo, existe cierto temor en el sector a que esta nueva normalidad sea permanente. "En el gremio hay un pensamiento de fondo a que este horario se quede para siempre", reconoce uno de los dueños de La Botica. Un miedo que comparte Marta González. "Yo llegué a pensarlo, pero legalmente no podrían porque nuestra licencia es hasta las tres", alega.
Otra explicación que encuentran a esta limitación es la de compensar al ocio nocturno por el perjuicio padecido durante los meses más duros de la pandemia en los que los obligaron a permanecer cerrados en toda Galicia. "Es algo que entendemos perfectamente, pero creo que ya es hora de volver a la normalidad", reconoce el propietario de La Botica.
En foros internos del sector comienzan a llegar mensajes de optimismo. "No hay fecha prevista, pero me han dicho que en breves nos van a dejar abrir a todos según el horario de nuestra licencia", avanza el vicepresidente de Hoempo para aplacar los ánimos de un sector que ya comienza a plantearse otro tipo de acciones para defender sus derechos.
"Estamos en conversaciones con colectivos de hosteleros de las cuatro provincias, confiamos en que nos dejen volver en breve, pero sino haremos algún tipo de reclamación o protesta", rematan uno de los propietarios de La Botica, que no duda en contar con el apoyo de su sector para acudir, si es necesario, a los juzgados.