"La sociedad civil en Galicia es débil, poco estructurada, dependiente del poder y esto limita las capacidades de actuación"

Pontevedra
26 de junio 2016

Xulio Ríos, ensayista especializado en política internacional, director y fundador del Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional (Igadi), repasa la actividad de esta entidad con motivo del se 25 aniversario y adelanta la celebración en Pontevedra del primer Congreso de Estudios Internacionales de Galicia los días 28 y 29 de junio

Xulio Ríos Paredes, director y fundador del IGADI
Xulio Ríos Paredes, director y fundador del IGADI / Mónica Patxot
Resumen de los 25 años de actividad del IGADI /

Xulio Ríos Paredes (Moaña, 1958) es además de ensayista especializado en política internacional director del Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional (Igadi) desde su fundación en 1991. Con motivo de su 25 aniversario, hace un repaso a la actividad de este entidad y de otras dos surgidas del mismo origen, la Fundación Plácido Castro y el Fondo Gallego de Cooperación y Solidaridad, todas ellas asentadas en el Centro Social Sur de Pontevedra desde finales 2015. Aprovechando su presencia física en Pontevedra, se marcan como reto "que la Universidad y el Igadi se puedan retroalimentar y tratar de abrir un espacio de trabajo, reflexión e investigación sobre temas internacionales en Pontevedra". 

El 28 y 29 de junio se celebra el primer Congreso de Estudios Internacionales de Galicia. Coincide con el 25 aniversario de la creación del Igadi. ¿Por qué esperar tantos años para organizar esta primera edición?
A lo largo de esos 25 años hemos trabajado en distintos ámbitos en la paradiplomacia, en la acción exterior de Galicia y consideramos que el hecho de los 25 años era un momento interesante para propiciar esa reflexión y, sobre todo, para llamar la atención sobre la importancia de tener una acción exterior propia. Creo que también a lo largo de estos 25 años logramos generar un mínimo de masa crítica a nivel académico e investigador para que un debate de estas características tenga sentido. Lo que queremos es reunir a actores gallegos desde el ámbito de la cultura, de la empresa, institucional, social para que reflexionen en conjunto sobre cuál es la posición de Galicia como autonomía en el mundo y cuáles pueden ser las líneas de acción para el futuro. 

Se celebra en Pontevedra. ¿Por qué escogieron esta localidad?
Porque estamos aquí y porque establecemos un ámbito de colaboración con la Universidad para tratar de fomentar actividades de ámbito académico. Queremos que la Universidad y el Igadi se puedan retroalimentar y tratar de abrir un espacio de trabajo, reflexión e investigación sobre temas internacionales aquí en Pontevedra. También tenemos buena relaciones con la Universidad de Santiago, pero nos gustaría focalizar, aprovechando que estamos aquí, las relaciones sobre todo con las entidades más proximas, la Deputación, el Concello, la Universidad... para tratar de establecer ámbitos de cooperación que nos permitan establecer actividades de interés común.

25 años ya desde la creación del Igadi. Si echa la vista atrás, ¿qué ve?
Veo sobre todo mucha ilusión, empeño, compromiso por tirar adelante por un proyecto. Aquel fue un momento histórico importante porque coincidió con la disolución de la Unión Soviética y, por lo tanto, con el inicio de una nueva etapa en el mundo, de un nuevo sistema internacional y creo que nosotros supimos captar la importancia de esa inflexión histórica y nos posicionamos claramente para tratar de interpretar lo que estaba sucediendo y pensar en qué medida Galicia podía beneficiarse de esa nueva situación internacional. El nacimiento está muy vinculado a esa doble dimensión, a lo que pasa en el mundo y a la posibilidad de que Galicia tenga opinión sobre lo que está pasando. 

Los objetivos del Igadi son que Galicia tenga opinión y que se escuche fuera de aquí. ¿Piensa que se ha conseguido?
Son procesos que no son lineales . Indudablemente ganamos terreno en estos 25 años. Entre otras cosas, porque estamos más presentes en Europa y Europa abrió el campo de juego para la presencia exterior de las autonomías. Probablemente también podríamos haber hecho mucho más en otros campos, pero eso depende muchas veces de la voluntad política y de la propia capacidad de la sociedad civil y la sociedad civil en Galicia es bastante débil, poco estructurada, demasiado dependiente del poder y esto limita las capacidades de actuación. 

"El momento más complicado fue la experiencia de San Simón. Ahí la irresponsabilidad de la Administación autonómica es absoluta."

¿Por qué considera que Galicia tiene una sociedad civil tan débil?
Las razones pueden ser muchas, pero creo que tiene mucho que ver con el poco valor que le concedemos a la independencia. Para la sociedad civil una clave fundamental es la independencia y mantenerse ahí de manera firme y eso crea dificultades en una sociedad que está poco vertebrada. Existen sociedades mucho más avanzadas en ese sentido porque hay una sociedad civil que se autoorganiza cada vez más y es capaz de generar iniciativas propias con o sin el apoyo del poder. Ese proceso aquí es mucho más difícil. Primero, porque es una sociedad con menos recursos, pero también porque existe en la propia sociedad la mentalidad de que necesitas del poder y en el propio poder la mentalidad de que todo lo que nace de la sociedad civil debe ser de alguna forma ocupado, instrumentalizado.

¿Cómo ha sobrevivido el Igadi estos 25 años al margen del poder?
 Hay momentos más felices, momentos menos felicies pero se sobrevive fundamentalemnte con el compromiso de las personas que participamos del proyecto. Sin ese compromiso e incluso sin una cierta dosis de voluntarismo el proyecto hoy sería muy difícil de sostener.

Ha habido en estos 25 años supongo que luces, pero muchas sombras. ¿Cuáles fueron los momentos más complicados?
Hubo momentos complicados relacionados fundamentalmente con la logística interna porque nacemos en un proyecto muy modesto y con mucho compromiso personal y en algún momento determinado nos implicamos en proyectos más ambiciosos donde hubo después una ausencia  de corresponsabilidad por parte de la administración. Creo que el momento más complicado fue sin duda la experiencia de San Simón.  Fue una experiencia nefasta que puso en peligro la propia supervivencia del Igadi y ahí la responsabilidad o irresponsabilidad de la Administación autonómica es absoluta. No se le puede decir a una organicación te cedemos un espacio y, a la vuelta de un año y pico, ese espacio lo cerramos. Un espacio tan complicado como es una isla. En otros aspectos, siempre fuimos bastantes realistas a la hora de interpretar el momento, de saber con quien podemos contar. Sí echamos en falta coherencia y perseverancia en nuestros aliados, sobre todo en el ámbito de las administraciones públicas. A pesar de que se reconoce que el ámbito exterior es un  ámbito importante y que Galicia, nuestras empresas, nuestra cultura tienen que estar en el mundo y, por lo tanto, debemos desarrollar una acción exterior específica para desarrollar esos retos, hay mucha palabrería y poco contenido y, sobre todo, muy poca perseverancia. En todas las formaciones políticas encontramos personas sensibles y personas que no tienen la suficiente comprensión del momento que vive Galicia, Europa y el mundo.

Desde fuera llama la atención que toda la documentación que tenéis no cuente con un edificio propio y ha estado trasteando de San Simón a Baiona y ahora a Pontevedra. ¿Eso tiene precedentes en otros países?
No sé. Yo puedo hablar del nuestro Lo que sí es verdad es que  normalmente este tipo de entidades tienen un mínimo apoyo logístico de las instituciones públicas, pero estos años son difíciles para todos. El Igadi tiene una singularidad muy grande en las experiencias similares más o menos próximas. Primero, por esa combinación de reflexión y gestión. Segundo, por la combinación de observación o análisis de las tendencias internacionales, pero también por el ámbito de su apuesta paradiplomática. Una revista como Tempo Exterior es, dentro de las publicaciones de estudios internacionales que hay en el Estado, la única en una lengua periférica. Y te puedo asegurar que apenas cuenta con apoyo de las instituciones. Esas cosas, en vez de ponerlas en valor, aquí son casi caprichos, excentricidades de alguien o de alguna institución. Lo que nos pasa como sociedad es que no valoramos el que tenemos. Tiene que ver con los recursos que tienes, que son limitados, pero también con que la sociedad hace poco para poner en valor las cosas positivas que hay en su entorno.  

"Yo escribo en inglés o en chino, pero que en mi propio país no pueda escribir en gallego sobre temas internacionales me parece increíble"

Quizáis es poco conocida. A nivel más específico es diferente, pero ¿cree que la sociedad conoce el Igadi y lo que hace día a día?
No, probablemente no. Ni a lo mejor tiene por qué conocerlo. Tiene un ámbito de actuación muy especializado y un espacio público que tampoco es mayoritario. El Igadi no es un equipo de futbol. Lo que sí lamentamos es que en los medios de comunicación en Galicia, a la hora de interpretar un conflicto, se eche mano de recursos de fuera y no de los de aquí. Y no sólo eso, sino que muchas veces se quieren los recursos de aquí porque son gratuitos, pero cuando son de fuera, se pagan. Eso lo que demuestra es la poca estima, la poca valoración del propio. O si yo quiero escribir una columna en Galicia en algún medio importante en gallego no puedo. Eso pasa aún ahora. Las personas que escriben sobre temas internacionales escriben en castellano, incluso personas que escriben habitualmente en gallego, lo hacen en catellano para tratar temas internacionales en la prensa gallega. Yo escribo en inglés o en chino, pero que en mi propio país no pueda escribir en gallego sobre temas internacionales me parece increíble. 

¿No tienen en ocasiones a sensación de que el trabajo del Igadi se valora más en el exterior que en Galicia?
Eso sin duda. Lo constatamos cada vez que traemos a alguien por aquí o que participamos en alguna actividad internacional. Solo con el hecho que nosotros podamos ser el puente entre determinadas instituciones de América Latina, de Europa, de Asia... da idea de que tienes una posición adquirida como fruto del trabajo de esos 25 años. Eso no se corresponde con el nivel de complicidad que puedes conseguir en Galicia.  

Y, pese a no valorarse la opinión que se pueda dar desde Galicia sobre conflictos internacionales, ¿cree que situaciones como, por ejemplo, la crisis de los refugiados, se ven distintas desde aquí? 
Yo creo que el hecho de ser un pueblo de emigrantes nos da una sensibilidad especial para entender determinadas cosas, al igual que el hecho de ser gallegos y ser de una  nacionalidad minoritaria y tener una lengua como la que tenemos nos hace especialmente sensibles para enteder el problema de los tibetanos o de los kurdos. De la misma manera que tu propia situación social o el hecho de ser mujer hace que tengas una perspectiva especial en los temas de género. No es comprensible que cueste tanto entender que nosotros, por el hecho de tener una lengua y una cultura determinada, podemos ser especialmente útiles para Madrid para aproximarse a realidades como Brasil o Portugal. Cosa que sí hacen los chinos, por ejemplo. En Macao crearon un foro de cooperación con todos los países de expresión portuguesa del mundo. No lo hacen con Pekín, lo hacen con Macao, donde el portugués es lengua oficial porque fue colonia portuguesa. Eso nosotros lo explicamos en Madrid, que Galicia puede ser el puente ideal de España para la relación con Brasil, Angola o Mozambique y en Madrid no se entiende. Es más, ponen trabas para que ese proceso se desarrolle. 

Archivado en