La ropa no tiene género y estas chicas sí mucho que decir: "Todo viene de la misma tela y del mismo hilo"

Bueu
15 de febrero 2021

Lía, Samella, Paula e Iria, alumnas del IES Johan Carballeira de Bueu, y Miguel, profesor, promueven el día 4 de cada mes una reivindicación en la que toda la comunidad educativa va al centro con falda para "romper con los estigmas sociales del género" y luchar por una sociedad en la que "cada uno vista como quiera" 

Miguel, Lía, Paula, Iria y Samella, en el IES Johan Carballeira de Bueu Mónica Patxot

Paula suele vestir falda a diario y lleva una cuando acude a esta entrevista. Iria no la usa nunca y, para la cita, usa uno de los pantalones de su look habitual. Miguel no había descubierto esta prenda hasta el pasado mes de noviembre y, después de comprar una para participar en la primera de muchas protestas de la campaña 'La ropa no tiene género', no duda en asegurar que, si no hiciese tanto frío, la usaría con mayor frecuencia. Tres personas y tres ejemplos de que la forma de vestir de cada quien no depende de su género, sino de sus gustos personales y personalidad

Paula Montejano Otero e Iria Estévez Juncal son alumnas del IES Johan Carballeira de Bueu y Miguel Quiroga Bóveda, su profesor de física y química. Junto con Lía Menduíña Otero y  Samella Clara Honorato de la Moura, forman un equipo -todos se encargan de recalcarlo- y desde y el pasado mes de noviembre trabajan en un proyecto con el que lograr que la comunidad educativa de su centro y, por extensión, toda la sociedad, se conciencie de esa premisa: "La ropa no tiene género". 

Entre los cinco organizan el día 4 de cada mes una acción reivindicativa en la que toda la comunidad educativa está llamada a ir al colegio en falda y trabajan en un proyecto de sensibilización y concienciación social más ambicioso que ya dejó huella en el propio espacio de entrada al instituto. Allí pueden verse cuerdas con faldas y una amplia variedad de prendas de vestir y espacios en los que el alumnado puede crear su propio avatar para crear un personaje con el que se sienta identificado y cómodo y, tal y como explica Iria, "que sea libre de expresarse como quiera y sin ser juzgado por nadie". 

Miguel, Lía, Samella, Paula e Iria reciben a PontevedraViva en una de las aulas del instituto al final de su jornada lectiva y, nada más llegar a su lado, ya permiten comprobar que las mascarillas y la obligada distancia social derivadas de la pandemia de la covid-19 no son impedimento para que entre ellos se haya generado un vínculo, una unión que va más allá de la creada entre cuatro alumnas de primero de bachillerato y su profesor en la que la conciencia sobre el feminismo, la igualdad y la lucha contra la discriminación de género actúa de pegamento para juntar sus caminos. 

Miguel explica el origen de sus acciones. El 4 de noviembre se impulsó a nivel de todos los centros educativos de España una protesta de apoyo a Mikel, un alumno de un instituto del País Vasco que sufrió discriminación por parte de un profesor por vestir falda. El Johan Carballeira fue uno de los muchos centros en sumarse a la protesta, pero ellos decidieron no quedar en esa acción puntual.

"Nos gustó tanto la idea de reivindicar que la ropa no tiene género, que los estereotipos de género realmente es algo contra lo que tenemos que luchar, que decidimos darle una continuidad", explica Miguel. Desde aquella primera edición, ven como cada mes logran más apoyos, tanto de alumnado como de profesorado e incluso de las familias, que a través de las redes sociales llegan a compartir fotos en falda para sumarse a la campaña. 

Según explica Iria, ellos comenzaron con el ' icono' de la falda "solamente para romper con los estigmas sociales del género", pero decidieron seguir adelante con esas otras líneas de trabajo para promover la libertad de expresión y el debate social sobre estas cuestiones.

En definitiva, lo que buscan es que la población se conciencie de que "por ser mujer no tienes que llevar falda y por ser hombre no tienes que llevar pantalón, que cada uno vista como quiera" porque, en definitiva, como insiste Iria, "todo bien del mismo, de la misma tela y del mismo hilo".

A medida que el programa gana más fuerza, hay más gente implicada, en especial entre el profesorado y el alumnado de la ESO, mientras que entre el alumnado de Bachillerato la participación quedó estancada, son los mismos desde el principio. Miguel agradece de manera especial el apoyo de madres y padres, pues "es muy importante el apoyo de las familias y que vean todo esto, la manera de expresarse, como algo normal; que sus hijos vayan con falda no significa nada, simplemente un niño que quiere ir con falda".

Ese apoyo en aumento les da fuerzas para continuar en su reivindicación de "no poner barreras, que cada uno pueda vestirse libremente y expresarse como quiere" y, aunque también hubo alguna gente que "no acaba de entender o de sentirse cómodo" con la protesta, están seguros de que son una minoría. 

Samella reconoce que está impresionada con ese apoyo creciente, pues "no esperaba que fuese tanto". Recibir tanto respaldo le resulta "motivador" y la lleva a tener una perspectiva de futuro optimista. "Sí es verdad que necesitamos hacer bastantes cambios aún, pero podemos hacerlo con el apoyo que estamos recibiendo de padres, alumnos, profesores... Es bastante increíble", sostiene. 

Paula destaca el apoyo de los hombres del instituto y también lo de los más pequeños del centro, mientras que en su clase de bachillerato "por las razones que sea, no se animaron tanto", entre los niveles inferiores "cada vez hay más chicos que vienen con falda y van a las actividades".

Con su trabajo están logrando mayor conciencia, pero son conscientes de que queda "muchísimo por hacer". "Ojalá esto no fuese necesario, pero recordad que esto nació a partir de una discriminación por parte de un profesor a un alumno", recuerda Miguel, que, a pesar de todo, es optimista. 

Ese optimismo de este profesor de Bueu se basa, entre otras cuestiones, en la implicación de sus cuatro alumnas y compañeras de este equipo por la igualdad. "Considero que generaciones y personas como mis cuatro compañeras son un ejemplo de que vamos por el camino correcto, que tenemos que seguir por ahí, pero aún queda mucho", explica, orgulloso de que sus compañeras logren sacar tiempo de donde no lo tienen para poder trabajar en este proyecto, siempre en su tiempo libre, en recreos, al final de las clases o en sus casas. 

Ese camino pendiente es finalizar también con comportamientos como gente que juzga a otras personas por ser mujer y tener muchos amigos hombres o viceversa y aquellos que cuestionan a las niñas que visten con pantalón, pero también en eso consideran que se ha avanzado y, generación tras generación, se van dando pasos.  "Vamos por el camino correcto y tenemos mucha fuerza", ahonda Miguel.