Los añadidos que se fueron haciendo, sobre todo a lo largo del siglo XX, a la estructura original del convento de Santa Clara fueron "un poco desastre". De ahí que su restauración trabajará sobre la base de "poner remedio" a la situación en la que está todo este complejo.
Así lo avanzó este miércoles Victoriano Nodar, responsable de la arqueología de la arquitectura en el estudio hecho sobre el convento de Santa Clara, en una de las charlas organizadas por la Deputación y el Concello de Pontevedra para conmemorar el aniversario del compra del convento.
Esta segunda charla sobre la casa de las clarisas, celebrada en la antigua capilla, se centró en mostrar la "potencia" de las construcciones levantadas en los siglos XIV y XVy el interés por mejorar las condiciones de vida de las monjas en el XVIII, en el momento de la Ilustración.
"En Santa Clara se conserva mucho del convento medieval. Más de lo que pensábamos y eso no es habitual en Galicia", subrayó este experto, que presentó su hipótesis sobre la evolución de las diferentes etapas que atravesó el recinto.
Así, en base a los hallazgos, los investigadores aprecian que había un monasterio con un proyecto "ambicioso, muy austero como eran las clarisas y hecho con muchas fases, poco a poco".
La parte medieval, destacó Nodar, es quizás la de mayor interés y muy singular porque se da en pocos lugares, ya que la mayor parte de los monasterios y conventos del país renovaron completamente sus edificios conventuales en los siglos XVI, XVII y XVIII.
Explicó que en la primera subfase del medievo en el convento había un núcleo, en el que se duda de que hasta existiera la iglesia actual -que se hizo a continuación-, junto con un primer claustro que no es el que se mantiene, y otros edificios que se siguieron completando.
Del monasterio medieval se pudo reconocer la zona de refectorio, la puerta de arco apuntado -por donde se entra ahora como portería- como la sala capitular de las monjas, e incluso se identificó alguna capilla en la misma panda, probablemente funeraria.
Posteriormente, en el siglo XVI lo que hicieron las monjas fue un acondicionamiento o actualización porque había cambiado el estilo, modificando estéticamente las estancias y dándole un "aire más moderno", con ventanas más anchas, arcos más grandes e incluso pinturas.
Ya en el siglo XVII, según el investigador, las monjas hicieron algunas intervenciones en el conjunto del convento, pero ya hay constancia de que desaparecieron parte de los edificios medievales, reparándose lo que quedaba.
Otro gran momento se vivió en el siglo XVIII con la construcción del edificio grande de la parte oeste donde están las actuales celdas. No se trata de una ampliación. Los motivos de la obra fueron otros: que se disponía de una economía saneada y que estaban en la Ilustración.
"Lo que se busca son nuevas condiciones de habitabilidad y higiene que antes no eran tan importantes", destacó Victoriano Nodar. No tiraron los pabellones medievales sino que los reutilizaron como cortes o bodega "y ellas se van a vivir al nuevo edificio, que tiene unos buenos muros".
Además, todas las celdas pasaron a tener su lavadero para asearse, con ventilación con los batientes de las ventanas para evitar las pandemias, dijo Nodar, destacando que estas obras para mejorar las condiciones de vida de la comunidad volvieron sin embargo quedar sin terminar "porque o bien no precisaban más mejora o finalizó el momento de la economía saneada".
El ciclo de charlas en Santa Clara continuará el 29 de noviembre con una conferencia de la responsable de los trabajos de conservación y restauración, Aldara Rico, que hará un recorrido por los millares de piezas de cerámica y otro tipo de objetos singulares encontrados en las catas.