La cuarentena amenaza con mandar a la quiebra a autónomos de diversos sectores en Pontevedra

Pontevedra
17 de marzo 2020

Los empresarios alertan que dejarán de ingresar miles de euros solo en el mes de marzo y temen no ser capaces de afrontar sus obligaciones sin medidas protectoras del Gobierno

Trabajadoras del centro médico estético Kissbody Center afectadas por la cuarentena

La cuarentena para la prevención de la expansión del coronavirus afecta a toda la sociedad. Muchos son los que se mantienen confinados en sus domicilios desde el viernes, sin poder salir a la calle y sin poder ejercer su actividad. Entre ellos, los autónomos que asisten con desesperación a un aislamiento que puede acabar con sus negocios. "No vamos a ingresar ni una cuarta parte de lo previsto, si esto se prolonga acabaremos en la quiebra", asegura Carlos Otero, propietario de una empresa de recambios para talleres. Su miedo no es infundado, lo comparten trabajadores por cuenta propia de diversos sectores de la economía pontevedresa como la psicología, la medicina estética, la fotografía o la actividad deportiva.

A la caída en picado de los ingresos se une el mantenimiento de los gastos. "O se suspende todo tipo de pagos, o habrá cierres", asegura Luís Lalín, propietario de Crossfit Pontevedra, quien enumera pagos a bancos, de alquiler, de autónomos, de personal o de compensación a clientes que contrastan con la desaparición de todos los ingresos. "En el mejor de los casos van a ser dos meses a cero, pero si se alarga un mes más, vamos a la quiebra", sostiene con preocupación el empresario, al que a más de un colega del mismo ámbito ya no le queda otra salida que la liquidación.

Ante este panorama, la petición de este sector productivo es clara: suprimir la cuota mensual y mecanismos para sobrevivir a los ingentes gastos fijos que tienen que afrontar cada mes. "Queremos soluciones reales e inmediatas, no sabemos cuándo vamos a ingresar de nuevo y qué va a pasar con la cuota. Al menos que la anulen hasta mientras dure el Estado de Alarma", reclama la fotógrafa Andrea Area, quien vio como la suspensión del Salón del Libro para la que estaba contratada fue uno de los múltiples eventos que se cayeron de agenda. "Retrasar el pago del trimestre del IVA o abonar solo la mitad", propone Otero también como compensación.

Unos perjuicios que se unen a las penurias estructurales que arrastran históricamente estos trabajadores. "Necesitamos más protección social, si cojo el coronavirus, los seguros no cubren pandemias. No es casualidad eso que se dice de que los autónomos nunca nos ponemos enfermos", subraya el psicólogo deportivo Iago Roel.

La situación es todavía más grave para aquellas pequeñas empresas que tienen trabajadores asalariados. "Estamos a la espera de esas medidas previstas por el Gobierno, pero la mayoría de los empresarios o han optado por ERTE (expediente temporal de regulación de empleo) porque quice días sin ingresos, teniendo que hacer frente a gastos de alquiler, nóminas y proveedores es insalvable", asegura Elisabeth Ferrín, propietaria del centro médico estético Kissbody Center, una salida a la que también se ve abocado el dueño de Crossfit Pontevedra.

Los autónomos se sienten desamparados por el Gobierno. "Dejan a nuestro criterio la decisión del futuro de muchas familias. Es un Estado de Alarma, lo mínimo que pedimos es información sobre si nos van a ayudar declarando los contratos de trabajadores como bajas o suspendiendo las obligaciones de cotización mientras esta situación no se aclare", exige la empresaria.

Otro temor que se está expandiendo como el virus entre la clase trabajadora es que la cuarentena no va a durar solo quince días. "El mejor escenario que manejamos es abrir el 15 de abril", expone Lalín. Pero si la situación no mejora, "¿seguimos cerrados o volvemos a la normalidad, que será cuando se produzca el mayor pico de contagios", se pregunta Ferrín.

La propietaria de este centro médico estético en el que trabajan cuatro técnicos y un médico admite que se sienten "ansiosas por ver esas medidas que podamos tomar, si nos facilitan financiación no habrá despidos, si no, iremos ala quiebra", asume alegando los cerca de 12.000 euros mensuales que debe afrontar como gastos fijos. "Imagina aguantar así dos o tres meses, no creo haya quien lo resista", sostiene.

En el box de crossfit, en el que trabajan tres asalariados y los gastos mensuales rondan los 10.000 euros, la situación no es más halagüeña. "Tomamos medidas preventivas antes que el Gobierno y ahora nos sentimos desamparados", critica Luis Lalín, quien admite disponer de remanente para afrontar "un mes malo, pero no a cero".

El caso del psicólogo deportivo Iago Roel, la afección es doble. Por un lado vio como múltiples eventos deportivos para los que estaba contratado se vieron cancelados, y en la clínica ONFisio.com, de la que es socio, también tuvo que cerrar y cancelar innumerables citas. "Me cancelaron concentraciones, charlas, cursos, también trabajo con el CGTD que está cerrado y no sabemos cuándo volverá a abrir", enumera la larga lista de cobros que están desapareciendo de sus cuentas. Y en el ámbito empresarial, están pendientes de las medidas del Gobierno. "Somos un centro sanitario e igual tenemos que cederlo si es necesario", añade.

La incertidumbre es lo que más está afectando a estos trabajadores. "Yo tenía que estar trabajando en el Salón do Libro hasta el día 27, no sé si vamos a cobrar todavía. Tenía eventos culturales, institucionales o bodas que no se sabe si se van a hacer y también nos cancelaron un bolo en Lalín" relata Andrea Area, que compagina su trabajo como fotógrafa con otra de sus grandes pasiones: la música a través de su grupo The Gypsy Souls. "Tengo ahorros, pero pagando autónomos y sin ingresos me llegarán hasta verano como mucho", lamenta.

En la misma situación de agobio se encuentra el transportista Carlos Otero, que a pesar de que puede mantener su actividad vio como la mayor parte de sus encargos desaparecieron. "Yo puedo seguir trabajando tomando precauciones de llevar guantes y mascarilla, pero la mayoría de los talleres están cerrados. Como mucho puedo aguantar quince días, si esto sigue así tendré que darme de baja", asume con tristeza un camino hacia el que el coronavirus y la cuarentena están empujando a muchos trabajadores.