Los jóvenes españoles están a la cola de Europa en cuanto a la edad de emancipación. Esto repercute en otros aspectos de la vida, como la baja natalidad: la edad de maternidad se retrasa en España hasta los 32 años frente a los 29’5 que se registraban al principio del milenio.
Más de la mitad de los españoles de entre 25 y 29 años todavía viven con su padres, representando el 53% de la población. Pasando la treintena, el 25% de los que tienen entre 30 y 34 años tampoco han podido independizarse.
En Galicia, las cifras son también muy altas. Un 64,3% de jóvenes de entre 18 y 34 años vive todavía en la unidad familiar. Además, un 23,8% de jóvenes de entre 25 a 34 años no tienen ningún tipo de ingresos. Esto se debe a las imposibilidades para encontrar un trabajo fijo y las malas condiciones laborales.
Según datos del Instituto Galego de Estadística (IGE), en Pontevedra se registró en 2019 una tasa de paro del 15,85%, lo que se tradujo en un 68,3% de parados en la provincia. En cuanto a las edades comprendidas entre los 25 y 29 años, el 19,6% están parados. Baja un poco la media de los que tienen entre 30 y 34 años, con una tasa de paro del 14,3%. Debido a la precariedad laboral y la imposibilidad de encontrar un trabajo fijo, aquellos que sí se han independizado optan por un hogar tipo pareja, correspondiéndoles un 31,1% del total, mientras que solamente el 25% puede permitirse vivir solo.
En cuanto a los precios del alquiler, en Galicia rondan los 418 euros al mes. Sin embargo, Pontevedra se sitúa como la cuarta ciudad de la comunidad más cara para alquilar una vivienda, con una media de 451 euros al mes según datos del Observatorio de Vivienda y Suelo. El arrendamiento es la única opción para los jóvenes que pueden independizarse, pues la compra de una vivienda se vuelve imposible debido a los trabajos temporales y la poca previsión de futuro que éstos traen consigo.
Fernando asegura que tiene esperanzas de poder independizarse pronto, pero resulta muy complicado debido a la inestabilidad laboral
Si bien es difícil encontrar trabajo, más complicado se vuelve en ciudades pequeñas, como es el caso de Pontevedra. La poca oferta laboral prácticamente se da en la hostelería y turismo, sectores bastante arraigados en la ciudad.
Raquel es vecina de Pontevedra y tiene 24 años. Estudió dos cursos de Derecho en la Universidad y este año terminará un ciclo superior de asistencia a la dirección, aunque no descarta volver a la universidad en el futuro. Actualmente, se encuentra haciendo prácticas remuneradas de administrativa. Su principal miedo es la precariedad laboral que azota a los jóvenes de hoy en día. “Dependo de cómo se desarrolle el futuro y un poco de la suerte para poder encontrar trabajo y emanciparme. Me gustaría hacerlo cuanto antes pero teniendo unos ahorros y una mínima estabilidad laboral, y de momento, no es posible”, asegura.
Fernando tiene 29 años y vive en Pontevedra. Es graduado en Pedagogía, estudios que terminó en el 2014 y desde ese año solo ha trabajado con contratos temporales, algunos incluso de prácticas.”He podido trabajar de lo mío, pero también he tenido que buscarme otras cosas para poder tener ingresos”, sostiene. Ahora mismo no tiene trabajo, por eso, tiene que vivir con su madre. Asegura tener esperanzas de irse de casa pronto, aunque mantiene que pensar en eso a largo plazo es complicado debido a la inestabilidad laboral.
A sus 28 años, Borja tiene estudios de Ciencias Políticas. Durante algunos años, trabajó en el negocio familiar de hostelería. Actualmente reside con sus padres en la vivienda familiar y trabaja dando clases particulares a domicilio, asegurando que le es imposible emanciparse con la pequeña jornada laboral que se puede desempeñar y con los bajos ingresos que se perciben. Además, se muestra indignado con la tasa de desempleo entre la gente joven, algo que están sufriendo muchos jóvenes del país. “Xa hai moito que estamos a vivir unha deriva de perda dos dereitos laborais, e iso tradúcese, entre outras cousas, en salarios de miseria, que non permiten máis que unha mala subsistencia, e esta factura pagarémola todos se as cousas non cambian”, explica.