El cementerio municipal de San Mauro es un lugar de recuerdo para los que partieron. Las sepulturas acostumbran recibir visitas, pero es en este mes de noviembre cuando la afluencia de personas al camposanto pontevedrés es especialmente numerosa.
Con todo, para muchas de ellas, especialmente las que presentan problemas de movilidad, el acceso a este espacio es un verdadero desafío.
En este contexto, acompañamos al presidente de la Asociación Amizade, la asociación de personas con discapacidad de la comarca de Pontevedra, Paulo Fontán, en la comprobación in situ de las dificultades que encuentran las personas que se desplazan en sillas de ruedas para acceder a San Mauro.
El cementerio tiene cuatro accesos: la entrada principal y tres laterales.
Por la entrada principal "no puede acceder la gente con movilidad reducida, porque hay un pequeño primer escalón y después una serie de escalones importantes que tienen técnicamente difícil solución, a no ser que sea con una plataforma salvaescaleras", comenta Paulo Fontán tras hacer una primera comprobación.
ENTRADAS ACCESIBLES... A MEDIAS
Dejando la imponente fachada del cementerio a nuestras espaldas, nos dirigimos hacia la izquierda por la Rúa Campo Santo, por un trecho de acera y, a continuación, bordeando el muro, doblamos por un vial anexo a esta misma calle, que da paso a una cuesta pronunciada hasta alcanzar un primer portalón.
Esta entrada permite el acceso con silla de ruedas, pero el camino hasta allí no está exento de dificultades. La calzada carece de aceras, lo que compromete la seguridad de los usuarios.
Pero el mayor reto se encuentra en la pronunciada pendiente de la cuesta arriba y el deterioro de su firme, inestable y lleno de baches. "Complica mucho el acceso, es imposible llegar hasta aquí en silla de ruedas si no vas acompañado", manifestó Fontán.
Una vez dentro, advierte que el pavimento del cementerio, al ser de tierra compactada, "está en mejor estado de lo que pensaba, pero habría que comprobarlo un día de lluvia".
Nos encaminamos por este pavimento hacia la izquierda por dentro del camposanto, la única dirección por la que puede rodar una silla de ruedas. Por las otras bandas hay una escalinata, por delante de la capilla, y escalones en la conexión con la parte nueva del recinto mortuorio.
Tras superar una fila de sepulturas, nuestra marcha se paraliza en seco al llegar a una cuesta de cemento con una pendiente tan pronunciada que es imposible recorrerla en silla de ruedas.
Al final de esta cuesta están los únicos aseos que posee el camposanto y que se construyeron en 1975, arrastrando desde entonces carencias en el espacio interior.
Aunque no era el cometido de esta visita, Fontán sí destacó que estos servicios higiénicos deberían ser adaptados y cumplir con las condiciones de accesibilidad.
Ya que los aseos actuales se sitúan muy cerca de la entrada principal, y dadas las dimensiones del cementerio (el punto más alejado de estos baños se encuentra, sumada ida y vuelta, a 800 metros), el presidente de Amizade propone la posibilidad de que se habiliten unos segundos servicios en otra zona, que podrían ser una estructura simple y fácil de instalar como un módulo del estilo de los baños móviles adaptados.
Ante la imposibilidad de continuar, retrocedemos por la misma ruta y salimos del cementerio. Si avanzamos bordeando el muro de piedra unos 150 metros, llegaríamos a la tercera entrada, que da paso al "cementerio nuevo", fruto de la última ampliación de nichos.
Al igual que la segunda entrada, esta también es accesible. El problema es que llegar hasta allí se presenta de nuevo imposible, pues una pronunciadísima bajada en curva, donde conviven personas y todo tipo de vehículos, provoca un serio riesgo para un usuario de silla de ruedas.
Regresamos a la entrada principal y desde allí probamos con el cuarto acceso: la puerta del llamado "cementerio civil". Para llegar, dejamos la fachada principal a nuestras espaldas y tomamos hacia la derecha por la Rúa San Mauro. Bordeamos el muro hasta que remata la acera y tenemos que doblar por un vial de la Rúa San Mauro, sin espacio para peatones y estrecho.
Esta cuarta entrada presenta un escalón pronunciado que complica el acceso. "Si vienes acompañado sí que podrías salvar este escalón, pero entramos en lo de siempre: por qué tienes que venir obligatoriamente acompañado?", lamenta Paulo Fontán.
A pesar de que se podría superar el obstáculo con ayuda, ya introducidos en el cementerio sólo es posible transitar por un terreno de césped totalmente impracticable para una silla de ruedas. Por tanto, este cuarto acceso queda descartado.
PROPUESTA DE SOLUCIÓN
Tras este testeo, el presidente de la Asociación Amizade manifestó su preocupación por la falta de accesibilidad al cementerio de San Mauro.
Dado que llegar a las dos entradas adaptadas supone un trayecto de 200 metros, sin posibilidad de acercarse en coche por la falta de aparcamientos adaptados, pasando por cuestas excesivamente pronunciadas y pavimento irregular, para Paulo Fontán la única solución pasa por permitir acceder al camposanto con vehículos a personas con movilidad reducida.
"Si pueden llegar los coches de las funerarias, no habría gran problema para que puedan llegar las personas con movilidad reducida", apunta.
"Sólo tenemos que confirmar si bajando por la zona donde está el baño todo es una única plataforma y ver algunos detalles puntuales de si es posible llegar a otras zonas con el coche". Para Fontán, esta opción sería la "más fácil y no le costaría uno duro al Concello, la verdad es que pensaba antes de venir que iba a ser más complicado".
Después de estas comprobaciones, la asociación Amizade, que agrupa a un centenar de personas con diferentes tipos de discapacidades, tiene intención de presentar un escrito por Registro al Concello de Pontevedra con sus observaciones y propuestas de avance para garantizar un acceso digno al cementerio de San Mauro.
Asimismo, Amizade hará una gestión ante la Fiscalía provincial especializada en discapacidad antes de finales de este año con el objetivo de solicitar orientación sobre cómo actuar en caso de que el Concello y otros organismos sigan sin dar respuesta a sus escritos, como desgraciadamente viene ocurriendo en los últimos años, y para que este último sobre el cementerio pontevedrés no caiga en saco roto.
LA DENUNCIA DE UN LECTOR
Este reportaje se inició a partir de la petición de un lector de PontevedraViva, quien quiso dejar constancia de que el problema de accesibilidad también afecta especialmente a los usuarios de mayor edad, que son los que acuden habitualmente al camposanto.
En la víspera de Todos los Santos, Enrique Ríos acompañaba a su madre en la visita al recinto y mostraba su frustración. "El cementerio está muy abandonado y, cuando llueve, los caminos de tierra se convierten en auténticos barrizales", comentaba Ríos.
Lamentaba que la escasez de baños accesibles complique la visita, especialmente para personas mayores o con dificultades de movilidad.
Su madre, octogenaria y con problemas de salud, tiene grandes dificultades para desplazarse por el camposanto. "Mi madre apenas camina y está obligada a subir escaleras para acceder a los lugares donde descansan sus seres queridos. No es razonable que una persona mayor como ella, que se operó del corazón, tenga que afrontar esta dificultad", señalaba.
Al igual que el presidente de Amizade, y sin tener contacto previo entre ellos, este vecino de Pontevedra reclama que se permita, de una manera regulada, la entrada de vehículos para facilitar que las personas con problemas de movilidad puedan acercarse a visitar a los suyos en el cementerio.