Xosé Manuel Merelles, director de la Axencia Turismo de Galicia, vaticinó este lunes que el proyecto de rehabilitación del Pazo de Lourizán será "un punto de inflexión para a cidade de Pontevedra e a súa contorna", al convertirse en un nuevo punto de interés turístico con la rehabilitación del Pazo y la puesta en valor y explotación de sus jardines.
La rehabilitación tiene como fin último que "os cidadáns poidan descubrir este tesouro". Entender el impacto exacto de este anuncio puede resultar complicado al tratarse de una edificación cuyo interior lleva décadas cerrada al público y que la mayor parte de la ciudadanía nunca ha podido visitar por dentro.
Para poder hacerse una idea, este lunes, con motivo de la presentación oficial de los nuevos usos de la Finca de Lourizán, autoridades y medios de comunicación han podido acceder al interior.
PontevedraViva ofrece una completa galería de fotos que permite observar el estado de conservación de la propiedad a 31 de julio de 2023. Se comprueban problemas de conservación como humedades y destrozos y también el paso por el edificio de actos vandálicos de los últimos años que dañaron sus paredes con la pintura de símbolos nazis y dibujos.
Este Pazo ejemplifica los diferentes períodos históricos y su capacidad de adaptación a diferentes usos, desde la granja original hacia una quinta de recreo y después una residencia ostentosa con funciones representativas, en alusión a la etapa en la que estuvo en manos de Eugenio Montero Ríos, relevante personaje de la política nacional entre finales del siglo XIX y primeros años del siglo XX.
Su configuración actual responde a esa etapa en manos de Montero Ríos, que lo puso en el mapa y encargó su reforma y ampliación al maestro de obras Jenaro de la Fuente Domínguez entre 1909 a 1912.
Desde 1943 ha estado en manos de la Deputación Provincial, que adquirió la finca para instalar el Centro Regional de Enseñanzas, Investigaciones y Experiencias Forestales. En 1991 la Deputación cedió a la Xunta de Galicia los derechos de gestión por un plazo de treinta años y en el que continúa la actividad del Centro de Investigación Forestal (CIF).
En la actualidad la entrada al edificio del pazo no está permitida a visitantes, únicamente pueden acceder a él personas autorizadas. Solo es visitable por el exterior.