Encarnación y Antonio, la pareja desalojada en Combarro, una vida de infortunios

Poio
15 de enero 2025
Actualizada: 9:48

Después de un año durmiendo en una furgoneta y tras enfrentar innumerables dificultades, relatan cómo las circunstancias de la vida los llevaron a ocupar ilegalmente la vivienda

Antonio y Encarnación miran hacia la casa que ocuparon ilegalmente en Combarro
Antonio y Encarnación miran hacia la casa que ocuparon ilegalmente en Combarro / Mónica Patxot

En la tarde de este martes 14 enero, la presión vecinal y la intervención del alcalde de Poio, Ángel Moldes, lograban que el hombre y la mujer que habían ocupado ilegalmente una casa en la Avenida da Cruz, número 73, en Combarro, abandonasen la vivienda pacíficamente.

Horas antes de este desalojo, PontevedraViva conversaba con Encarnación M.M. y Antonio F.G., la pareja que ocupaba la vivienda desde la noche del jueves 9, hace apenas cinco días.

Encarnación, lucense de 52 años, relataba que ambos "llevamos un año viviendo en un coche" debido a problemas económicos. "Hemos intentado conseguir un alquiler por todos lados, pero por ser de etnia gitana, no nos alquilan", indicó.

La mujer, que ha enfrentado problemas de salud y económicos, sostenía que no ha pretendido hacer daño a nadie. "Nos metimos en una casa que estaba abierta y es del banco (la Sareb). No estamos haciendo daño a un propietario particular, que eso no lo querríamos hacer", argumentó.

Encarnación y Antonio ocuparon ilegalmente una casa en Combarro
Antonio prepara sus varas de mimbre para fabricar cestos Mónica Patxot

Antonio, de 57 años, se dedica a la venta de cestos de mimbre que él mismo fabrica. Lo encontramos trabajando sus mimbres sentado en un banco con vistas al mar. Siempre procuraba que se quedase al menos uno de los dos en la vivienda "para que no nos echen".

El hombre, oriundo de Braga (Portugal), corroboraba el relato de su pareja. "No somos mala gente, solo buscamos un lugar donde vivir", aseguró.

Para Encarnación esta era su primera ocupación, mientras que Antonio tiene una larga historia de vida en precario, "pero sin dar nunca un problema".

Cuenta que tuvo que abandonar hace dos años la última casa en la que residió ilegalmente porque los propietarios la vendieron. "Para que me fuese me pagaron 2.000 euros, y con ese dinero compré la furgoneta". Un vehículo de pequeñas dimensiones que estacionaron junto a la vivienda de Combarro y que fue su hogar en el último año.

Ambos manifestaban su disposición a colaborar con los vecinos y mantener una buena relación con ellos. "Si los vecinos quieren, podemos limpiarles el patio o ayudar en lo que se necesite", añadía Encarnación.

Incluso se ofrecían a pagar un alquiler: "con mis ahorros y mis cositas, que vendo cuatro trapitos por los mercadillos, o unos calcetines, yo puedo conseguir hasta 250 euros, solo le pido eso, que me puedan dejar vivir aquí".

Encarnación entrando en la casa ocupada ilegalmente en Combarro
Encarnación entrando en la casa ocupada ilegalmente en CombarroMónica Patxot

Recientemente a Encarnación se le acabó el cobro del paro y no puede trabajar por una artrosis avanzada. Hubo un tiempo en que tenía empleo y casa para vivir. ¿Cómo llegó a esta situación?, le preguntamos.

"Pierdes el trabajo, luego no puedes pagar, tienes que salir de las casas alquiladas. La última era una casa para alquiler de verano en A Guarda, que era un buen señor y me la alquiló de invierno hasta mayo. Cuando llegó el verano me dijo que no me preocupase, que no me iba a ir a la calle y me dio dinero para volver a alquilar una casa, y pude aguantar hasta que me quedé sin dinero".

Encarnación ha atravesado una vida marcada por la tragedia y la lucha constante. Desde muy joven, las adversidades han sido sus compañeras de viaje. A los 14 años, perdió a sus padres en un trágico accidente de tráfico: "yo salí despedida y me salvé". Criada por sus abuelos, que también fallecían prematuramente, aprendió desde temprana edad el valor del sacrificio.

Con el tiempo, Encarnación se convirtió en madre de tres hijos. La vida parecía sonreírle hasta que, a los 29 años, la fatalidad volvió a golpear su puerta. Su esposo, con quien se casó a los 18, también perdía la vida en un accidente automovilístico. Ese doloroso episodio la dejó viuda y con la responsabilidad de criar sola a sus tres pequeños, quienes dependían de ella para salir adelante.

Su camino la llevó a diversas ocupaciones, desde la venta ambulante hasta trabajar en la industria de volantes para automóviles en Extremadura. A pesar de las dificultades, su determinación siempre fue el motor que la impulsó a seguir adelante.

Sin embargo, el verdadero desafío llegó cuando su hijo menor, Manuel, fue diagnosticado con esclerosis múltiple a los 18 años. "Era un niño tan fuerte, lleno de vitalidad", dice con lágrimas en los ojos. La enfermedad ha avanzado con el tiempo, y hoy, a sus 30 años, ha perdido la capacidad de andar y de hablar. "Lo he criado con todo mi amor. Y lo que me ha pasado duele mucho, muchísimo", expresa Encarnación, quien hasta hace poco pudo cuidar de él en casa. Pero la falta de vivienda la llevó a tomar la difícil decisión de ingresar a Manuel en una residencia en Bóveda (Lugo), donde está recibiendo cuidados especializados desde hace un año.

Encarnación limpia el patio delante de la puerta lateral de la vivienda por la que entraron los vecinos para desalojarlossmente unha casa en Combarro
Encarnación barre el frrente de la puerta lateral de la vivienda por la que entraron los vecinos para desalojarlos Mónica Patxot

La situación económica de Encarnación se ha vuelto precaria. Tras la finalización de su subsidio por desempleo, ha intentado acceder a ayudas sociales, pero la burocracia se ha convertido en un obstáculo. Su deseo es claro: poder traer a Manuel a vivir con ella. "Es mi vida entera", repite. "Fui a la Cruz Roja y no hay casas disponibles, la lista de espera es larga", lamenta.

Ha solicitado el ingreso mínimo vital y tenía en mente acudir a los Servicios Sociales de Poio. El requisito para cobrar cualquier ayuda es estar empadronada en una vivienda. Por ello, veía en la casa de Combarro la solución a sus problemas. "Miramos el cartel de venta y comprobamos en Internet que era propiedad de un banco, por eso entramos".

Encarnación y Antonio ataron todos los cabos para conseguir el objetivo de empadronarse. "Mi nuera me mandó el día 5 de enero una carta certificada a esta dirección con mi nombre, así demuestro que yo vivo aquí", compartía con este medio mientras enseñaba el sobre, el mismo que esgrimía para impedir el desalojo.  

A pesar de las adversidades, Encarnación se aferra a la esperanza. Su mayor ilusión es abrir un pequeño comercio, un sueño que ha acariciado durante años y que representaría una manera de poder ganarse la vida y costear una vivienda en la que reunir a sus hijos. Manuel se quedaría a su cargo y, de visita, sus hijos mayores, sus nueras y sus cinco nietas, cuatro del hijo mayor y la quinta, hija del segundo, que está a punto de nacer.

A diferencia de otros episodios de su vida, en el desalojo de la tarde de este martes 14 de enero no ha estado sola. Con el apoyo de su compañero desde hace dos años empieza un nuevo capítulo en su complicada historia, en donde tan solo reclama un techo y una vida digna.

Encarnación y Antonio ocuparon ilegalmente una casa en Combarro
Encarnación y Antonio ocuparon ilegalmente una casa en Combarro
Encarnación limpia el patio delante de la puerta lateral de la vivienda por la que entraron los vecinos para desalojarlossmente unha casa en Combarro
Encarnación y Antonio ocuparon ilegalmente una casa en Combarro
Encarnación y Antonio ocuparon ilegalmente una casa en Combarro
Encarnación y Antonio ocuparon ilegalmente una casa en Combarro
Encarnación entrando en la casa ocupada ilegalmente en Combarro
Encarnación y Antonio ocuparon ilegalmente una casa en Combarro
Antonio y Encarnación miran hacia la casa que ocuparon ilegalmente en Combarro