Un año más, en esta ocasión un poco más tarde de lo habitual por razones organizativas, el Parque de Verano de A Caeira acogió el acto de homenaje a los nuevos socios de honor del Liceo Casino, categoría que alcanzan aquellas personas que llevan más de 50 años ininterrumpidos formando parte de la entidad pontevedresa como socios de número.
En esta ocasión, fueron un total de 12 personas las que cumplieron esas cinco décadas de fidelidad, si bien cinco de ellas disculparon su asistencia a la celebración por razones personales o de salud.
Los nuevos socios de honor son: Carlos Antonio Díaz González, Diego Fernández Varela, Luis María Losada Baquero, Miguel Martínez Quiñones, Miguel Domínguez Vaz, Manuel Fernández Rodríguez, José Ricardo García Cimadevila, Javier Lopo Mourenza, Enrique Francisco Torres Matos, Enrique Touriño Fontenla, José Manuel Valenzuela Fernández y José Vázquez Otero.
Los homenajeados fueron recibidos por el presidente del Liceo, Alejandro Regueiro, acompañado por miembros de su junta directiva, para pasar a disfrutar de un agradable almuerzo, servido en la carpa del parque, en compañía de familiares, invitados y socios que, como cada año, no quieren perderse uno de los actos más entrañables de la veterana sociedad pontevedresa.
A los postres, el presidente de la entidad dedicó unas palabras a los homenajeados, agradeciéndoles su fidelidad: "Para nosotros sois un espejo en el que mirarnos. Somos una gran familia que, unida, ha sido capaz de superar todas las adversidades que se nos han presentado a lo largo de su historia, la última, sin ir más lejos, la pandemia. Esta unidad es una fuerza que nos hace invencibles ante cualquier desafío", dijo, antes de pasar a hacerles entrega de la Insignia de Oro y el correspondiente diploma acreditativo.
La sobremesa se alargó un buen rato, entre animadas conversaciones en las que las numerosísimas anécdotas, vivencias y recuerdos de todos los presentes en el evento, fueron el eje central, destacando, como es lógico, los momentos de ocio compartido con familiares, amigos y conocidos en unas instalaciones que muchos no dudaron en calificar como su "segunda casa".