En la lucha feminista desde los setenta: "Pasaron 40 años y seguimos con la misma pancarta"

Pontevedra
07 de marzo 2019

PontevedraViva ha querido dar voz al feminismo histórico de Pontevedra ante la jornada de huelga de mujeres y reivindicación del 8M. Hablan Maca, Rosa, Malu, Concha y Pilar de aquellos primeros años en los que luchaban contra el aborto, el adulterio y los malos tratos y de los retos actuales

Maca, Rosa, Malu, Concha y Pilar, feministas integrantes de la Asamblea de Mujeres de Pontevedra desde los años 70
Maca, Rosa, Malu, Concha y Pilar, feministas integrantes de la Asamblea de Mujeres de Pontevedra desde los años 70 / Mónica Patxot

Cuando huir de casa tras una paliza brutal del marido podía suponer una denuncia por adulterio y acabar en la cárcel. Cuando para abortar era necesario recurrir a clínicas clandestinas o cruzar las fronteras hacia Inglaterra o Portugal. Cuando el divorcio no era más que una utopía. Cuando un asesinato machista estaba considerado un crimen pasional y ni siquiera se contabilizaban estadísticas.

Cuando la vida de las mujeres estaba lastrada por estas y otras injusticias y ausencias de libertad, Maca, Rosa, Malu, Concha y Pilar ya salían a la calle para luchar por sus derechos y los de todas. Son feministas pontevedreses que ya se manifestaban en los años 70 y que este 8 de marzo volverán a la calle debatiéndose entre el optimismo de todas las batallas ganadas y el pesimismo de todo lo que queda por luchar.

Varias de estas mujeres que en los 70 pasaron a formar parte de la Asemblea de Mulleres de Pontevedra leerán, además, el manifiesto de la concentración unitaria convocada por la plataforma Galegas 8M a las 13.00 horas en la plaza de A Ferrería. Es un gesto con el que quienes luchan de forma activa en la actualidad en el feminismo pontevedrés han querido reconocer todo su trabajo de las últimas cuatro décadas. 

PontevedraViva ha querido dar voz a ese feminismo histórico de Pontevedra ante la jornada de huelga de mujeres y reivindicación de este viernes. Hablan Maca, Rosa, Malu, Concha y Pilar, pero podrían ser muchas otras, pues, tal y como ellas recuerdan, unidas por una camaradería cultivada en años de lucha, en los momentos álgidos de la Asemblea de Mulleres llegaron a ser cien socias, un número muy elevado para una ciudad del tamaño de Pontevedra en una época post franquismo en la que difícil era encontrar un partido político o sindicato con tantos afiliados. 

Muchas de ellas empezaron en la lucha con Franco todavía vivo, pero fijan en 1976 el nacimiento del movimiento que desembocó en el nacimiento de la Asemblea. Si echan la vista atrás, recuerdan que por aquel entonces había tres temas que centraban sus reivindicaciones: el aborto, el adulterio y los malos tratos, a los que poco después se sumaría un cuarto: el divorcio. 

"Ellas marchaban de casa por las palizas y las denunciaban por adulterio", rememoran con respecto a aquellos primeros años en los que el núcleo duro de la lucha eran diez, "cabíamos en un taxi y sobraba", una época en la que seguían las leyes del Franquismo, el adulterio femenino estaba penado y las mujeres eran juzgadas y encadenadas, de aquel tiempo en el que dependían de la firma de los hombres para todo. 

En los años siguientes las socias de la agrupación crecieron a 100, empezaron a celebrar comidas por el 8 de marzo en el hotel Madrid con 80 o 90 mujeres, aumentaron las movilizaciones y empezaron a tener reacciones en la propia sociedad contrarias al feminismo. "Nos llamaban macholos, feas, despegadas...", explican, pero ellas no se dejaban amilanar y salían a la calle con cánticos que nunca olvidarán. "Mujeres somos, mujeres seremos y en nuestras casas no nos quedaremos" era una de las consignas que coreaban detrás de pancartas con frases como "Queremos camiñar tranquilas, non máis agresións".

"Pasaron 40 años y seguimos con la misma pancarta", recuerda Concha en relación con los mensajes con los que salió a la calle el movimiento feminista tras casos recientes como los de Diana Quer o Laura Luelmo. Estas similitudes le recuerdan que ahora que ellas ya no están en la primera línea de la reivindicación y la gente más joven ha tomado el testigo, "el feminismo sigue siendo necesario".

Estas cinco luchadoras tienen ahora más de 60 años y recuerdan con nostalgia aquellos primeros años de lucha en los que tenían 20 años y, sin embargo, "para lo jóvenes que éramos, éramos muy decididas". A las reuniones de la Asemblea que celebraban en la Casita de Santa María o en otro local de esa misma zona llegaban mujeres pidiendo su ayuda para abortar o para escapar de un maltratador y ellas sacaban el dinero de debajo de las piedras y las acompañaban primero a Inglaterra y luego a Portugal. En los últimos tiempos, el destino era Aveiro podían sortear mejor los controles y no necesitaban pasaporte.

Iban a clínicas que no siempre dejaban bien a las pacientes, de modo que, cuando regresaban a Pontevedra, necesitaban atención. Algún ginecólogo mostraba complicidad y hacía la vista gorda curándolas pese a que era evidente que todo era resultado de un aborto. Cuando la situación era desesperada, las acompañaban a casas particulares que había en los alrededores de Pontevedra, si bien no eran partidarias de ellas, pues "aquello no era ni un aborto", sino remedios naturales a los que recurrían por desesperación, porque no tenían dinero. "Ya había probado a andar mucho en moto, a circular por carreteras de baches, a saltar.... lo que se les ocurría"

Muchas socias llegaron a darle cobertura en su casa a quienes "marchaban de casa porque si  no, las mataban", pues en aquellos años "iban a la Policía y les decían: será mala, por eso su marido le pega". A Rosa se le quedó grabado el caso de una compañera de pensión que con tan sólo 14 años recibía palizas que se escuchaban en todo el edificio y las aguantaba. "Era el año 64, éramos unas niñas". 

Sobre la violencia de género, destacan los grandes avances que supuso la Ley Integral, que se hayan creado recursos públicos como casas de acogida y que los sindicatos y asociaciones constituyesen secciones específicas para luchar contra esta lacra. El camino avanzado ha sido mucho, en especial desde los años 90, de ahí que lamenten que ahora desde determinados sectores "se usa un vocabulario con el que quieren confundir toda una lucha" y dar marcha atrás en conquistas ya ganadas como distinguir entre violencia de género o doméstica. 

Estas feministas de los 70 se muestran convencidas de que "la batalla del aborto está ganada", que se empezó a ganar la batalla cuando para comprar preservativos dejaron de tener que ir a María la del Carrillo y luego con las sucesivas leyes, pero destacan que todavía quedan muchas luchas pendientes que no se ganarán hasta que haya "una educación transversal" en pro de la igualdad. 

Muestran una gran preocupación por el machismo que todavía impera en el mundo judicial. "Yo no sé qué tanto hay que interpretar. Si le pegó, le pegó", resume Pilar en relación a polémicas sentencias en las que se absuelve al maltratador. Rosa coincide en que "aún hay que cambiar mucho en la Justicia" y cuestiona que acaben analizando toda la vida de la víctima, como ocurrió en el caso de La Manada, "cuando hay que poner el foco en el maltratador". 

La próxima batalla que tiene que librar el feminismo es la igualdad salarial. "Es una injusticia tan grande... y eso sí que es solo por ser mujer y no me explico que a estas alturas aún se siga peleando por este tema", valora Malú. Concha enfoca más la lupa hacia el techo de cristal que impide a las mujeres llegar a puestos de poder y responsabilidad y se muestra partidaria de que, para ponerle fin, "se haga por cuotas o como quieran, pero que se haga. Puede que dentro de unos años no sea necesario, pero de momento, sí", pues "ellos no sueltan el poder ni los privilegios, hay que robárselos"