El proyecto del Hospital Público Nuevo Montecelo de Pontevedra está transformando el concepto del edificio hospitalario erigiéndose como ejemplo de eficiencia y referente nacional e internacional en construcción sostenible.
Los parámetros de eficiencia del proyecto en ejecución del Nuevo Montecelo vienen avalados por el método BREEAM (Building Research Establishment Environmental Assessment Methodology), creado en el Reino Unido en 1988, referente internacional en la evaluación del grado de sostenibilidad ambiental de cualquier nueva construcción, teniendo en cuenta su uso y sus particularidades.
La herramienta utilizada para analizar y medir el impacto ambiental del ciclo de vida (ACV) de los elementos del edificio hospitalario arroja como resultado una puntuación del 91%, según la metodología BREEAM.
Mediante este método se analizan desde el diseño y la edificación hasta el mantenimiento, en un total de diez categorías. Entre los aspectos que se evalúan se toman en cuenta diferentes aspectos relacionados con la gestión, salud y bienestar de los usuarios, energía, transporte, agua, materiales empleados, gestión de los residuos generados, uso ecológico del suelo, contaminación e innovación.
Este método añade singularidad a la obra transformadora del Nuevo Montecelo, junto a la peculiaridad del diseño en ‘Z’ de la torre de hospitalización, a la original distribución de espacios, a la ecología y construcción sostenible, a las características de los materiales elegidos y a la utilización de fuentes de energía renovables.
En comparación con un edificio hospitalario referencial, el Nuevo Montecelo consigue reducir en un 73,4% las emisiones de CO² y alcanza ahorros del 12,8% en la demanda energética, del 37,8% en el consumo de energía primaria y del 30% en el consumo de agua.
Parte de esta eficiencia se debe al uso de paneles fotovoltaicos para la generación de energía eléctrica. Para la climatización se emplea un sistema centralizado que suministra calor a 5 subestaciones distribuidas en la planta sótano, en la segunda y en la cuarta. El resultado evoca una red de distribución urbana, donde una central de frío, recuperación y otra de calor suministran energía a subestación con intercambiadores de calor que independizan ambos circuitos de agua.
La ventilación se hace con climatizadores, mientras que para la producción de agua caliente el proyecto optó por la tipología de calderas de baja temperatura. La recuperación de calor del equipo productor de frío se aprovechará para precalentar el agua caliente sanitaria, que cuenta para su suministro con equipos de bajo consumo. En el equipamiento del edificio hospitalario también destaca el empleo de un sistema de iluminación de alta eficiencia.
Los bloques de ampliación se diseñaron como contenedores modulares intercambiables. Así, su estructura se adapta a las distintas distribuciones funcionales, mientras que la geometría de la respuesta a un programa de necesidades que se resolvió con un edificio con zócalo prismático de cuatro plantas, con un andar técnico y con otros cuatro en forma de ‘Z’, destinados a hospitalizaciones, y como final, con una nueva planta de instalación.