Habrá quedado alguna entrada, pero prácticamente se puede decir que el cartel taurino para el día grande de la Peregrina en Pontevedra llenó la plaza de toros de San Roque. La ocasión bien lo merecía, uno de los toreros de la afición local decía adiós en este coso y el público no defraudó.
Con permiso de Morante, que abría tarde, las primeras referencias para la despedida. Venía Julián López de despedirse de la localidad francesa de Dax el día anterior y recibir allí la Medalla de Oro de la ciudad. Algo impensable en estas latitudes peninsulares. Aquí, en los tendidos lucían dos grandes imágenes del diestro madrileño en pasadas ferias pontevedresas y una frase: Gracias por tanto. A la estampa el coreo del festejo: "Juli quédate, Juli quédate".
Decía el ya fallecido ganadero Daniel Ruiz que cuando al Juli se le hinchan las narices es que viene una gran faena por delante. Desde la distancia no resulta posible afirmar si este domingo se le hincharon las fosas nasales, pero lo cierto es que con 'Cazador' cuajó una gran faena. Salió el maestro capotero y firmó tres lopecinas marca de Julián López que levantaron a los aficionados de sus asientos. Ya con la muleta en las manos, empezó desde la rectitud, llamando por detrás y por delante. Una faena en la que sin olvidar la altura del cite a su rival, compuso un variado repertorio que terminó con una estocada hasta la empuñadura. Un público enardecido pidió oreja y una segunda que sin mucha espera asomó desde presidencia.
El brindis del último toro que 'El Juli' lidió en Pontevedra tenía su enjundia. Manuel, el mayor de los hermanos Lozano (casa que lo apodera), era el destinatario de la montera. Un hombre que también fue empresario taurino, apoderado - el último de ellos Morante de la Puebla en la temporada 2018-, y matador de toros; aunque solo por un día, el que tomó la alternativa en Tánger. 'Costalero' un cuatreño colorado de Santiago Domecq fue ese último toro que lidió en esta capital y al que cortó una oreja. La faena no tuvo la trasmisión ni vistosidad de la anterior, pero tirando de profesión con la franela concluyó asestando otra certera estocada.
Morante
En la expectación vespertina otro de los nombres también era el de Morante. Pero en este caso, volvió a evaporarse. Al menos, de tablas a los adentros. Trece minutos estuvo 'Juglero' en el ruedo, el toro que abría plaza y primero en el lote del de La Puebla. No fue buen aliado para una faena de relumbrón. No completaba la embestida ante la muleta y llamaba a la desconfianza por uno de los pitones. Con todo, se arrastró desorejado y Morante cortaba la primera oreja de la tarde.
Si trece minutos es lo que tardó en ser arrastrado por las mulillas el primer astado, el cuarto se debió quedar en la mitad. Nombrado como 'Revolución' es lo que casi originó durante su lidia. Pitada del público en el tercio de varas por los tres puyazos que recibió - y ya se sabe que en esta plaza es un tercio que ocasiona mucho repelús -; pitado el animal en el arrastre y abroncado Morante por quitárselo de delante sin contemplaciones. ¿Qué hacer ante un toro que no humillaba, que cabeceaba, sin velocidad, sin clase, sin entrega? Fue sincero y esa fue su culpa. El toreo es cosa de dos y aquí faltaba uno.
Manzanares
José María Manzanares acaba de reincorporarse a este tramo final de la temporada taurina. Vuelve con la voluntad íntegra - competencia aprieta -, y así se evidenció en su intervención pontevedresa, aunque el resultado no se equiparase en trofeos. Al primero de su lote tuvo que darle sus tiempos y sus distancias y con ello trazó hondos pases con la muleta. Tras la estocada tuvo que usar un par de veces la cruceta.
Cerró festejo un cuatreño negro que se empotró hasta tres veces contra los burladeros, (¿vista?, ¿pitones?) y salió casi indemne del tercio de varas. Lo que a priori podía preverse peor no resultó tan grave y José María Manzanares pudo sacar faena por ambos pitones, por derechazos y naturales y sorprender en la suerte suprema cuando quiso matar recibiendo. No resultó certero y tuvo que perfilarse para un segundo intento tras el que sonó el primer aviso. Se pidió una oreja sin mucha insistencia.
Santiago Domecq
Salieron al albero de San Roque tres cuatreño coloraos y otros tres negros. Oscilaban entre los 480 y los 515 kilos los toros de Santiago Domecq. Aplaudidos en el arrastre el segundo, 'Cazador' y el sexto 'Remilgoso' y pitado el cuarto, 'Revolución'. Encierro de factura noble en general, sin exceso de fuerza que mermó facultades tras varios revolcones durante el festejo.