Placeres Castellanos y Clotilde Fernández serán las mujeres a las que Ponte Caldelas homenajeará el 8 de marzo de 2020, pero además pasarán a la historia del municipio al incorporarse sus nombres al callejero.
Así lo ha decidido el gobierno local que tiene previsto que Placeres Castellanos, una mujer muy vinculada al mundo educativo, sea quien dé nombre a la Praza da Fonte do Chafarís, en el cruce de la Ludoteca Municipal y el Colexio Manuel Cordo Boullosa. Por otra parte, Clotilde Fernández será el nombre del paseo del río entre la Praza de Fornelos hasta el Balneario. Esta mujer nacida en Ponte Caldelas mantenía una intensa relación con el río Verdugo, hasta el punto de que le sacó rendimiento para que la luz eléctrica llegara a la villa.
El gobierno local entiende que con esta medida se hace justicia y se salda una deuda histórica con estas dos mujeres que han sido invisibilizadas a lo largo de las décadas.
Placeres Castellanos Pan fue maestra, enfermera, periodista y guerrillera. Nación en 1896 en Ponte Caldelas, estuvo casada con el maestro y sindicalista Víctor Fraiz Villanueva con el que tuvo siete hijos. Fue elegida secretaria del Comité de Represión y persecución de la mendicidad y de Protección de Menores y fue la primera mujer militante en la Agrupación Socialista de Vigo, en el año 1933. Durante la Guerra Civil fusilaron a su marido y a su hijo Víctor, de 19 años, trabajó como enfermera y en marzo de 1939 se exiliaba a Sète, en Francia, donde colaboró con la Resistencia Francesa contra el nazismo. Después se asentó en Marsella, donde trabajó como periodista, y representó a la ciudad del sur de Francia en el Congreso Internacional de Mujeres en París en el año 45 coincidiendo con Dolores Ibárruri "la Pasionaria".
Clotilde Fernández Orge fue una mujer emprendedora, moderna y visionaria de principios del siglo XX. Se le conocía popularmente como "Mamá Clotilde" y fue la persona que lograba traer la luz eléctrica a Ponte Caldelas en 1907. Tuvo diez hijos con el doctor José Estévez. Al heredar siete molinos de su abuelo cerca del río Verdugo decidió poner en marcha un complejo industrial, de forma que durante el día la fuerza del agua permitia que el aserradero trabajara la madera y de noche funcionaba como turbina para ofrecer luz eléctrica a toda la población. Esta mujer pionera residió desde 1896 en la Casa Indiana, que todavía permanece en las proximidades del Verdugo.