Veinticinco niños participaron este miércoles en el taller de escultura para personas con discapacidad visual que se celebró en el Centro de Recursos Educativos de la ONCE. Se trataba de una nueva actividad relacionada con la exposición Tactilia, un proyecto impulsado por la delegación de alumnos de la Facultad de Bellas Artes en colaboración con este organismo.
Los niños, en pleno campamento de verano, colaboraron activamente en esta experiencia, según sus organizadores, mostrando su valía para la creación artística.
Con unos globos forrados con cinta adhesiva como punto de partida, el taller impartido por Pilar Picas y Cristina Rodríguez buscaba promover que los participantes "pudieran jugar con el tacto de los materiales y sus cambios de texturas", dando forma, una vez explotados, a diferentes estructuras.
A pesar de que el punto de partida era siempre un globo cubierto de cinta, los participantes incluso "buscaban y reconocían sus piezas", una vez terminada la actividad. "Para nosotros ha sido una experiencia muy enriquecedora y, aunque, como en todas partes, hubo a quien le gustó más y a quien le gustó menos, muchos se mostraron muy concentrados en la actividad y valoraron realmente lo que estaban haciendo", apuntó Pilar Picas.
"Una persona ciega no percibe los colores ni las formas como nosotros, pero ve de otra manera y a veces ve mucho más", destacó la representante de la delegación de alumnos, que acaba de vivir de primera mano una demostración de que las personas invidentes "pueden hacer todo aquello que quieran hacer".