Destripando los incendios forestales: así funciona la UIFO, hasta el origen del fuego para atrapar a sus responsables

Pontevedra
03 de septiembre 2024

Dar con el origen del fuego y, a partir de ahí, tirando del hilo y de mucha experiencia y formación, localizar al responsable o responsables. Es la tarea fundamental de los quince agentes ambientales que integran la Unidad de Investigación de Incendios Forestales (UIFO) 

Aurelio Mosteiro, coordinador adjunto de la Unidad de Investigación de Incendios Forestales (UIFO) de la Xunta
Aurelio Mosteiro, coordinador adjunto de la Unidad de Investigación de Incendios Forestales (UIFO) de la Xunta / Cristina Saiz

Dar con el origen del fuego y, a partir de ahí, tirando del hilo y de mucha experiencia y formación, localizar al responsable o responsables. Es la tarea fundamental de los quince agentes ambientales que integran la Unidad de Investigación de Incendios Forestales (UIFO) de la Xunta de Galicia.

El grupo, creado en agosto de 2021 con profesionales curtidos en extinción, se dedica en exclusiva a investigar y sacar de circulación a pirómanos e incendiarios

Hablamos con Aurelio Mosteiro, coordinador adjunto encargado de las provincias de Pontevedra y Ourense, y con Carlos Magariños, agente investigador de referencia en el distrito de Pontevedra y, en general, de la provincia, sobre un verano en el que la actividad incendiaria, a falta de cerrar la temporada de máximo riesgo y las estadísticas, está siendo inferior a los anteriores. 

Lejos quedan cifras como las de 1995, cuando se registraron en Galicia 15.000 incendios. En los últimos años han ido bajando poco a poco hasta quedar por debajo de los mil anuales y este 2024, a mediados de agosto, se habían contabilizado en la provincia de Pontevedra 241 incendios entre agrícolas y forestales, de los que 140 eran forestales, "un número bastante aceptable para la serie histórica, incluso por debajo de la media". 

A esa reducción se ha llegado como resultado de una suma de factores, entre ellos, la prevención, la investigación y un cambio de conciencia social. En lo que relacionado con el trabajo de la UIFO, en el año 2000 la investigación empezó a aumentar y en 2006, tras la grave ola de incendios de aquel agosto, vivió otro impulso, "se empezó a investigar más profundamente los incendios".

Como resultado, "se fue reduciendo la actividad incendiaria" y ahora, al haber menos cantidad de fuegos, aumenta el porcentaje de los que se investigan.

Con un coordinador autonómico (José María Carlés), dos coordinadores adjuntos (Aurelio Mosteiro e Isabel Calvete) y doce agentes investigadores, la unidad tiene como ámbito de actuación toda Galicia y depende directamente de la Dirección General de Defensa del Monte de la Consellería de Medio Rural. Esta organización le otorga agilidad.

 "Si se detecta una actividad incendiaria en una zona de territorio de Galicia, se toma una decisión rápida de que los efectivos que se consideren necesarios se focalicen en esa zona y se hace una investigación más exhaustiva", explica Aurelio Mosteiro, coordinador adjunto encargado de las provincias de Pontevedra y Ourense. Esta rapidez resulta fundamental para "intentar recabar las pruebas iniciales suficientes".

La creación de esta unidad supuso un salto cualitativo con respecto a la situación previa, pues la investigación ha pasado a estar centralizada y en manos de agentes especializados que se dedican en exclusiva a esta tarea.

Son todos agentes con una "dilatada experiencia" en la extinción de incendios, lo que les da "un bagaje muy importante" para la investigación: "entienden perfectamente el comportamiento del fuego, que es muy importante para determinar el área de inicio". 

En todos los incendios se realiza alguna investigación, pero no en todos entra la UIFO. El director de extinción del propio incendio realiza una primera valoración del 100% de los fuegos, pero no en todos se realiza una inspección ocular y una investigación más profunda. 

Los datos varían en función de la provincia. En Pontevedra se investigan entre el 50% y el 60% de los que se producen y en A Coruña o Lugo los porcentajes llegan al 90 o casi el 100%.

La diferencia se debe, según Mosteiro y Magariños, a que en esas dos provincias hay menos registros y también a la tipología de los fuegos. Tradicionalmente, Ourense ha sido la provincia con más incendios, si bien este verano se esta viendo "un poco más" de actividad en Pontevedra.

Su trabajo lo realizan a veces en solitario y otras en colaboración con el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil o la Policía Autonómica.

Lo habitual es que la UIFO determine el punto de inicio del fuego, pues cuenta con expertos en la materia que se encuentran entre los mejores de España y, a partir de ahí, una vez que se establece la causa y se sabe si es o no intencionado, entran en escena los otros Cuerpos y trabajan en conjunto o siguen en solitario. 

"Con el  número de incendios que hay, para conseguir un porcentaje de investigación alto, tenemos que estar todos", explica Aurelio Mosteiro. A la hora de tomar declaración o detener a un sospechoso, resulta más frecuente que lo realice el Seprona o la Policía Autonómica, especialistas en estas materias.

Los intencionados son, según estos dos agentes, entre el 60 y el 65% de los registrados cada año y el resto entre imprudencias, naturales y accidentes. Si en esos intencionados se utilizan artefactos incendiarios, siempre los encuentran, pero no resulta habitual.

Este verano, encontraron bengalas en A Illa de Arousa y concluyeron que no tenía relación con el origen del fuego y petardos en la parroquia pontevedresa de Alba que todavía están investigando.

En Pontevedra, el porcentaje de naturales se sitúa en el 2 o 3% mientras que en otras provincias es mayor y en 2022 llegaron a picos del 20%. Son menos en esta provincia porque muchos de los de otras zonas de Galicia tienen su origen en las tormentas eléctricas, cuando los rayos caen sobre zonas altas y comienzan un fuego, pero en la franja atlántica, cuando hay tormenta, suele llegar la lluvia y esos conatos se apagan ya de forma natural.

En cuanto a las negligencias o imprudencias, varían entre un 20 y un 25% y van desde una chispa que suelta el tren por no tener la faja de seguridad limpia al tendido eléctrico, las colillas, las quemas en las épocas en las que están permitidas, los trabajos forestales o trabajos no forestales en zona de influencia forestal a veces. 

Los accidentales suelen ser inferiores, si bien Magariños reconoce que muchas veces "el hilo entre negligencia-imprudencia y accidental es muy muy fino" y acaban siendo jueces y fiscales los que tienen la última palabra de si acaban en la vía penal o en la administrativa. En estos, sí se ha detectado "un aumento considerable" en los últimos años de fuegos iniciados por camiones, maquinaria agrícola o todo tipo de vehículos.

Sirvan como ejemplo de esas estadísticas los incendios de este 2024 en la comarca, de los dos más graves, uno fue intencionado y el otro no. El de mayor dimensión se registró en abril en Caroi, Cerdedo-Cotobade, y arrasó 32 hectáreas. Fue intencionado con varios puntos de inicio.

El otro fue este verano en Paredes, Vilaboa, arrasó entre 6 y 7 hectáreas y no fue intencionado. También fue intencionado y "en una zona de incendios reiterados" uno registrado en agosto en el lugar de Vilar, en Ponte Sampaio

En todos los fuegos, el responsable tiene que asumir la responsabilidad civil de los daños ocasionados y la Xunta siempre reclama los gastos de extinción, que suelen ser muy elevados y, según estos especialistas, muchas veces también actúan con fines disuasorios, pues los gastos derivados de una imprudencia pueden ser muy elevados y la gente tiende a ser más prudente para evitarlos. 

También actúa con efectos disuasorios la investigación, pues "como hay más presión, más investigación, el incendiario también tiene más cuidado o deja de hacerlo porque no le compensa". Cuando se detecta en una zona una actividad incendiaria elevada, la Guardia Civil, la Policía Autonómica y la UIFO ejercen más presión y realizan operativos de vigilancia conjuntos que contribuyen a reducirlos.

A la hora de investigar, esa experiencia de conocer el comportamiento del fuego y del incendiario resulta crucial. También la preparación especializada en investigación de incendios que realizan de forma "constante" y los medios técnicos que utilizan. Los drones y las cámaras de vigilancia ya son los conocidos, pero otros muchos que no quieren revelar para no enseñar las cartas al delincuente.

También tienen ahora más colaboración ciudadana. Años atrás, había más protección al incendiario o al pirómano, pero desde 2006 detectan "un cambio social de percepción de la gente", que se ha dado cuenta de la gravedad de esas conductos.

El cambio climático también ha tenido impacto, pues "hace que los incendios sean más virulentos y la gente le cogió mucho más miedo". 

Así, "antes plantabas un fuego y a veces hasta se apagaba solo, pero ahora hay muchos más días al año en que las condiciones son mucho más extremas y los incendios pueden ser mucho más virulentos" y provocan pérdidas más graves, incluso muertes. Ocurrió en 2006 y en 2017 y, desde entonces, hay conciencia social de que "los incendios ahora son muy muy peligros" y amenazan núcleos habitados y vidas humanas.