Dentro del albergue de Cáritas: "A veces es más importante cómo pones la cena que lo que pones de cena"

Pontevedra
27 de octubre 2023

El albergue San Javier de Cáritas, situado en el 64 de la calle Joaquín Costa de Pontevedra, abre sus puertas al público en general este viernes. De 11 a 13:00 horas y de 16:30 a 18:30 horas, todo aquel que lo desee puede entrar y conocer cómo se trabaja y vive en él. Es una forma de acercarse a una realidad desconocida para el conjunto de la población

Habitación del albergue San Javier de Cáritas Mónica Patxot

Abre los 365 días del año y, entre las siete de la tarde y las ocho de la mañana, se convierte en un refugio para 27 personas. No son siempre las mismas, si no que sus normas de funcionamiento establecen que, salvo excepciones, solo puedan permanecer allí 21 días seguidos y esperar luego una cadencia de dos meses para volver. Pero, durante el tiempo que permanecen allí, duermen bajo techo, tienen asegurada la higiene y la alimentación y cuentan con una red de apoyo.

Es el albergue San Javier de Cáritas, situado en el 64 de la calle Joaquín Costa de Pontevedra, y este año ha decidido abrir sus puertas para el público en general durante una jornada, la de este viernes, con motivo de la conmemoración del  Día de las Personas sin Hogar el próximo domingo 29 de octubre. 

De 11 a 13:00 horas y de 16:30 a 18:30 horas, todo aquel que lo desee puede entrar y conocer cómo se trabaja y vive en él, acercarse a una realidad que habitualmente solo conocen las personas sin hogar que lo utilizan y aquellas que trabajan o son voluntarias para hacer posible su funcionamiento.

La jornada de puertas abiertas forma parte de la Campaña Nadie Sin Hogar, que este año interpela a la sociedad  con el lema 'Comparte tu red. No dejes que se queden fuera de cobertura'. Es una llamada de atención sobre la falta de acceso a derechos, y en especial, la desprotección social que sufren estas personas y una forma de hacer visible la realidad de vulnerabilidad extrema que viven estas personas.

Con esta campaña, Cáritas insiste en el objetivo de que toda persona y familia pueda disfrutar de un hogar digno y adecuado. Y, durante esos 21 días, ese hogar es el albergue San Javier, en el que todo el personal y los voluntarios tienen muy claro la importancia de darle dignidad a esas estancias y que "a veces es más importante cómo pones la cena que lo que pones de cena".

Habla María José Corbacho, la gobernanta de las instalaciones, que se encarga del mantenimiento, limpieza -con ayuda en este punto- y cocina. En definitiva, "es la que hace funcionar al albergue", destaca Montse Rosales, trabajadora social y directora del servicio. 

María José lleva 33 años vinculada laboralmente a Cáritas. Durante 20 años, trabajó en la casa de acogida para mujeres víctimas de violencia machista y los últimos 13, en el albergue para personas sin hogar, primero en el centro de Monte Porreiro y, desde su apertura el 18 de marzo, en el albergue de Joaquín Costa. 

Fruto de esta experiencia, no se le escapa un detalle de cómo funciona. Acompañada por Montse Rosales y por Mariló Virel, voluntaria y hasta este jueves secretaria de Cáritas Pontevedra, nos muestra unas instalaciones que ofrecen 27 plazas de pernocta, 20 para hombres y siete para mujeres, y suelen estar llenas todo el año. 

"Le recomendaría a todo el mundo que viniera aquí un día"

Su trabajo es, para estas tres mujeres, "muy gratificante" porque ven que con simples gestos pueden contribuir a mejorar el mundo de estas personas sin hogar. Montse reconoce que este albergue "cubre que las personas dejen de dormir en la calle, pero siguen estando en la calle" el resto del día y "la calle es dura", por eso desde Cáritas lucha por lograr un proyecto integral con el que permitir un hogar más permanente que dé oportunidades vitales a todas estas personas.

Desde la apertura del nuevo albergue en marzo, han tenido 180 participantes diferentes y han ofrecido cerca de 5.000 pernoctas, con esa media de 24 noches por cabeza, aunque hay excepciones de estancias más largas.

Durante el tiempo que permanecen en el albergue, se realiza con estos participantes una atención personalizada y con aquellas personas que lo demandan se realiza un proyecto de atención individualizada centrado en la inserción y la autonomía. Es el fin último de este servicio.

"Cubre que las personas dejen de dormir en la calle, pero siguen estando en la calle", por eso se busca un proyecto integral

María José "le recomendaría a todo el mundo que viniera aquí un día", pues permitiría a la sociedad conocer la realidad de la vida de esta población mucha veces olvidada ser conscientes de la importancia de tratarla con dignidad para ayudar al objetivo último de la inserción y autonomía de los participantes. "A la gente, si se la trata con respeto y dignidad, te responde bien", asegura. 

Esa estancia podría resultar fría, pues es temporal y en espacios compartidos, pero trabajadores y voluntarios hacen posible que no sea así. A diario trabajan allí María José, una compañera para tareas de limpieza, Montse desde la parte de la gestión y dos vigilantes nocturnos, pero también pasan por las instalaciones voluntarios que hacen posible que pueda abrir cada noche desde un poco antes. 

Estas personas voluntarias están a las siete de la tarde en el albergue, mientras María José prepara la cena en una cocina industrial, y dan la bienvenida a los participantes. Aquellos que llegan por primera vez reciben un kit completo de ropa de cama, toallas, productos de higiene y, si es necesario, también ropa para que se cambien o sequen ahora que muchas veces llegan empapados tras todo el día en la calle. Los que ya llevan noches allí, se dirigen a sus habitaciones, en las que cuentan con taquillas con candado individuales para cada uno para guardar sus cocas. "Hay vidas enteras en esos armarios". 

A las ocho de la tarde se cena y, tras un tiempo de ocio, a las diez deben estar todos en sus habitaciones, de un máximo de 4 camas. A la mañana siguiente deberán dejarlas a las ocho de la mañana, tras desayunar. Ese tiempo podría alargarse en caso de contar con más personal voluntario que les acompañe, de ahí que desde Cáritas Montse y Mariló insistan en que ahora mismo tienen voluntarios suficientes para que el albergue funcione, pero "siempre necesitamos más". Pues podrían mejorar los servicios. 

Cuentan con una lavandería en la que, una vez a la semana, le entregan sábanas y toallas limpias y lavan la ropa de los participantes

Durante las estancias, se intenta trabajar en potenciar esa autonomía y se promueven hábitos de higiene y convivencia. Cuentan con una lavandería en la que, una vez a la semana, le entregan sábanas y toallas limpias y lavan la ropa de los participantes. En caso de que tengan tan solo la que llevan puesta, en el albergue hay un armario de emergencia con todo lo necesario para "vestirlos de la cabeza a los pies" y que puedan lavar su ropa. Se le entrega ya antes de irse. También se usa ahora en invierno cuando llegan mojados y, aunque por norma la colada se hace una vez a la semana, en realidad, se lava cada vez que es preciso. Nadie queda mojado o sin ropa limpia nunca. 

Ese ropero es complementario a un servicio muy demandado en Cáritas, su ropero para personas sin hogar, que ahora tienen en un pequeño almacén provisional mientras terminan las obras en las instalaciones, y en la que entregan ropa habitualmente un día a la semana, si bien, en la práctica, se entrega siempre que es preciso. 

Como en todos los servicios de Cáritas, las donaciones y solidaridad de los pontevedreses es fundamental y siempre son bien recibidas nuevas aportaciones, en esta época, en especial, de calzado y de ropa de abrigo, tanto de hombres como de mujeres. 

El perfil del usuario de este albergue es muy variado. Desde marzo han tenido desde jóvenes de 19 años a un participante de 83 que está en estos momentos, y que ya había estado en verano. La mayoría tienen patologías psíquicas y trastorno de consumo (patología dual), de ahí que la atención que reciban, la escucha y los seguimientos son importantes para intentar mejorar ciertos hábitos.

Desde marzo han tenido desde jóvenes de 19 años a un participante de 83

Este albergue, como matizó Montse, es solo la forma de que no duerman en la calle, y se complementa con otros servicios de Cáritas. Desde junio Cáritas tiene un punto de encuentro para personas sin hogar en horario de tarde para ofrecer una alternativa a la estancia en la calle, si bien solo funciona de lunes a jueves por falta de voluntariado y actualmente está en una estancia provisional por las obras.

Además, Cáritas cuenta con una despensa en la que entregan personas a familias que lo precisan y que, actualmente, está bajo mínimos. Reciben aportaciones del Banco de Alimentos, pero siempre resultan insuficientes y tienen que tirar de donaciones de particulares y de compras por parte de Cáritas. Las meriendas, por ejemplo, siempre tienen que comprarlas para darle a las familias que atienden. No es para los usuarios del albergue, a los que ya dan cada día desayuno y cena. 

Las nuevas instalaciones, además, permiten a los participantes en el albergue un servicio que no era posible hasta ahora, que aquellas personas con mascota puedan usarlo sin separarse de su mejor amigo. Así, en el patio hay tres perreras en las que pueden pasar la noche también, abriendo la posibilidad de usarlo a personas que hasta ahora se resistían a hacerlo porque no tenían dónde dejar a sus compañeros de vida.