Una granada de mano alemana, otra italiana utilizada durante la Guerra Civil, granadas utilizadas por el bando republicano y del nacional en el conflicto español, una granada de mortero, un proyectil de artillería, artefactos explosivos utilizados por ETA o Resistencia Galega, una réplica de una mina anti persona, una bengala de navegación...
A modo de museo, la vitrina del despacho del Servicio de Desactivación de Explosivos y Defensa NRBQ de la Guardia Civil en la Comandancia de Pontevedra alberga ejemplares tan variados como los detallados y un sinfín de elementos que los agentes de esta unidad se han encontrado a lo largo de su historia.
Con motivo del 50 aniversario de la creación del SEDEX, el actual jefe del grupo en Pontevedra, el sargento primero Félix Arbizu, nos cuenta los entresijos del trabajo que realizan, mucha veces desconocido, pero que tiene una contribución esencial a la seguridad ciudadana de la provincia aún cuando ETA, Resistencia Galega o el Ejército Guerrilleiro ya no están activos.
Con origen en los agentes artilleros de la Guardia Civil, este servicio nació el 2 de marzo de 1973 y en medio siglo ha ganado en especialización y en implantación. Su trabajo fue creciendo a media que lo hacían las acciones terroristas con el uso de explosivos y ahora forma parte del día a día de la provincia más centrado ya en la delincuencia común.
Su misión consiste en la "búsqueda, localización, neutralización y desactivación de artefactos explosivos, nucleares, radiológicos, bacteriológicos y NRBQ", explica Arbizu. Así enumerado, puede parecer que en una provincia de Pontevedra su actividad será reducida, pero nada más lejos de la realidad.
Así, el sargento primero Arbizu recuerda que, cuando llegó a Galicia en 1990 "todo el mundo tenía explosivos", desde personas que los utilizaban para realizar pozos a los usados para la pesca. Esta última actividad ahora es ya minoritaria porque "se ha estado encima de ello".
En su día a día, nunca les falta la actividad, en la actualidad, sobre todo, por esa delincuencia común que utiliza explosivos o gases para robos en cajeros, butrones u otro tipo de delitos contra el patrimonio. Además, desde la Comandancia de Pontevedra se encargan de esta provincia y también de Ourense y no resulta extraño que les llamen como apoyo para otros puntos de Galicia.
Resulta vital también su actuación cuando un ciudadano localiza algún artefacto explosivo reglamentario, pero antiguo, por ejemplo, "granadas, proyectiles que aparecen de la Guerra Civil" en casas antiguas que ahora se están restaurando, en las que décadas atrás alguien ha escondido esos elementos entre las paredes y "al querer remodelarlas, aparecen". En muchos casos, son materiales que todavía funcionan.
Otra pata de su trabajo tiene que ver con la seguridad de eventos y autoridades. Así, cada vez que una autoridad, por ejemplo, el presidente del Gobierno, visita la provincia, les toca realizar todo tipo de reconocimientos preventivos de los lugares que va a visitar y su recorrido. Se revisan "sitios susceptibles de que pueda haber algo, coches parados, algún paquete o bolsa tirada en el arcén..." y se controla todo.
Basta tirar de estadísticas para conocer el alcance real de su misión. Desde sus inicios en el año 1973, los agentes del SEDEX NRBQ han trabajado con 282 artefactos reales, incluidos varios de ETA, el Ejército Guerrilleiro, Resistencia Galega y delincuencia común (desde cajeros a "gente que pone un petardo al vecino").
También han recogido y desactivado 5.702 artefactos de la Guerra Civil, proyectiles y bengalas. Estas últimas lo habitual es que sean las utilizadas en los barcos que la gente luego no entrega.
Su intervención también fue necesaria para actuar ante 16 artefactos que resultaron ser simulados, pero que exigen igualmente trabajo de desactivación. "Cuando llegas a él, no lo sabes, tienes que hacer todo el proceso igual hasta que llegas al final y te das cuenta de que le falta algo para que sea un artefacto", explica.
Resulta de vital importancia también su tarea a la hora de destrucción de material. En sus estadísticas han procedido para destruir material 822 veces, incluidas varias toneladas de la pirotecnia que explotó en Paramos (Tui) en 2018 causando dos muertes. Las pirotecnias les han dejado "momentos complicados" y cada 2 o 3 años han tenido algún incidente relacionado.
Sus archivos incluyen también 34 informes e investigaciones sobre explosiones y la localización y actuación ante 21 zulos con material escondido, desde armarios a dobles fondos o escondites en medio del monte, como los que utilizaba ETA para esconder material en bidones y enterrarlo.
La actividad que más actuaciones les ha supuesto ha sido la de reconocimientos preventivos en caso de visitas de autoridades y organización de eventos. Suman desde sus inicios 41.195.
Nacido en Pamplona, el sargento primero Arbizu se considera ya gallego en la actualidad, pues lleva tres décadas en Pontevedra, con un pequeño paréntesis entre 2009 y 2015 en el que, tras ascender, fue destinado a Mallorca. Sus orígenes fueron en las patrullas del rural, luego en seguridad ciudadana y lleva desde 1988 en el SEDEX. Su primer destino fue Guipúzcoa y en 1990 empezó en el servicio en Pontevedra, donde desde 2015 lidera una unidad de cinco agentes: él y cuatro guardias.
Cinco efectivos que crean un equipo compacto y con las mismas cualidades. Antes de entrar en este servicio, hay que pasar un proceso selectivo, realizar un curso muy estricto de nueve meses en Valdemoro y tener, como cualidades imprescindibles, "valor, altruismo, serenidad, trabajo en equipo y tranquilidad, no ponerse nervioso en estas circunstancias".
El trabajo en equipo es "importantísimo" y también saber actuar ante situaciones de tensión. Así, por ejemplo, durante las dos campañas de ETA en Galicia en 1996 y 2004, se vivieron momentos muy tensos, pero no es raro que se encuentren situaciones delicadas en las que es fundamental mantener la calma.
El sargento primero hace gala de esa templanza y explica que ni siquiera llega a tener sensación de estar en una actuación y pensar que no saldrá vivo. "Cuando ya ha pasado, puedes pensar el peligro que has corrido, pero en ese momento no lo piensas. Estás centrado en tu trabajo y no lo piensas".
En esos momentos, sus aliados son sus compañeros y también el material que utilizan un traje que, escudo incluido, pesa 45 kilos. Se valen también de un robot al que acoplan elementos como "escopetas, cañones, pinzas... para trabajar a distancia" y resulta fundamental "un buen ingenio y saber lo que te vas a encontrar".