La prestigiosa Opinionated About Dining (OAD), que cada año elige a los 200 mejores restaurantes de Europa en base a las críticas elaboradas por prescriptores de todo el viejo continente, ha puesto sus ojos en las Rías Baixas. El Culler de pau de Javier Olleros se ha convertido en el primer restaurante gallego que ingresa en esta selecta lista.
Para Olleros, que regenta este establecimiento en O Grove desde hace diez años, este reconocimiento le provoca "emoción, orgullo y alegría a partes iguales", ya que supone un "empujón" para situar a la provincia de Pontevedra en el panorama gastronómico europeo.
Junto a Culler de pau, la lista OAD ha incluido a otros 36 restaurantes españoles. Tres de ellos, Etxebarri de Víctor Arguinzoniz, Azurmendi de Eneko Atxa y el restaurante de Quique Dacosta, están entre los diez mejores de Europa.
El éxito de Javier Olleros radica en hacer, según explica, "una cocina con sensibilidad, de raíces, creativa y que busca emocionar". Una cocina en la que cada plato "es un relato, una historia de compromiso con el producto, los productores, los artesanos, con el entorno y el territorio, con la ecología y la sostenibilidad, con el sabor y la frescura".
O Grove es, para él, "un espacio esencial en nuestro discurso culinario, un lugar privilegiado y del que nuestra cocina quiere ser prolongación y reflejo, un micro mundo, al que no queremos renunciar sino potenciar a través del trabajo callado pero sin complejos, apasionado, honesto y reflexivo, desde el que podemos contribuir a visibilizar Galicia".
Su inclusión en esta lista es "un sueño hecho realidad", según el chef pontevedrés, que es posible gracias a un equipo del que destaca su "pasión" a la hora de afrontar el duro trabajo diario, y en el que fluye "la unión, el cariño, la implicación, el equilibrio y las ganas de divertirse y contagiar esa alegría al comensal".
Además, también agradece la colaboración de los pequeños productores y artesanos que trabajan con él, "personas que transmiten la sabiduría y la esencia de este territorio y son nexo de unión indispensable entre el restaurante y esas materias primas selectas, de temporada y de nuestro entorno, provenientes de la agricultura y la pesca sostenibles".
El cocinero tampoco se olvida de los comensales que "cada día, se interesan por las experiencias enogastronómicas que concebimos para ellos, las valoran, las hacen suyas, las cuentan y comparten, y nos trasladan sus emociones en un feedback que nos enriquece y por el que evolucionamos con la misma pasión o más si cabe que el primer día".