La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) ha confirmado la condena de once años y tres meses de prisión impuesta por la sección cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra al hombre que intentó asesinar a su expareja acuchillándola en abril de 2023 en su domicilio del barrio de Monte Porreiro.
El alto tribunal gallego ha desestimado el recurso de apelación presentado por el condenado, Hugo F., quien además deberá cumplir 20 años de alejamiento de la víctima, realizar 90 días de trabajos en beneficio de la comunidad por un delito de acoso, y abonar una multa de 1.350 euros por hurto, tras haberse apoderado de 350 euros de la mujer.
En su resolución, el TSXG subraya que el acusado "reconoció de manera palmaria los hechos y la intención de matar" durante el juicio celebrado el pasado 5 de septiembre en la Audiencia Provincial de Pontevedra.
Los magistrados califican de "comportamiento errático, poco acorde con la buena fe procesal" el hecho de que ahora impugne la calificación de los hechos "negando la intención de matar" cuando había sido admitida previamente.
La sentencia destaca la alevosía del ataque, que fue "inopinado, sorpresivo y, por lo tanto, traicionero ataque al cuello de la víctima", señalando que el acusado atrancó con cerrojo la puerta de la vivienda para evitar la huida de la mujer. Asimismo, recuerda que el reconocimiento de los hechos "había venido precedido de un escrito de arrepentimiento ya en fase de instrucción".
Los hechos se remontan al 29 de abril de 2023, cuando Hugo F. agredió a su expareja con un cuchillo de cocina en el domicilio que ambos compartían en Monte Porreiro, a pesar de haber finalizado su relación tres meses antes. Según el testimonio de la víctima durante el juicio, el agresor la siguió por la vivienda con un cuchillo oculto tras pedirle "un último abrazo" al que ella se negó.
"Le dije que parecía que me estaba matando y él contestó que eso era lo que quería", declaró la mujer, quien logró escapar gracias a la intervención de varios vecinos alertados por sus gritos. Como consecuencia del ataque, la víctima sufre secuelas psicológicas, recibe tratamiento como víctima de violencia de género y padece ataques de ansiedad y pesadillas recurrentes, según quedó constatado en la vista oral.
Durante el juicio, tanto la víctima como su hermana describieron al acusado como un hombre "muy celoso" que ejercía una vigilancia y control "permanente" sobre ella