La tienda Ricar Moda abrió en el año 1957 y sus responsables aseguran que están viviendo en la actualidad una situación sin precedentes en sus más de seis décadas de historia, la inseguridad de la calle Michelena.
"En la cantidad de años que llevamos aquí, nunca nos había pasado esto", asegura Carlota Magariños, hija de la propietaria. Su madre vivió en primera persona esa falta de seguridad hace dos semanas, cuando un hombre entró en la tienda y empezó a remover. Le sorprendió in fraganti, pero no logró retenerlo y se marchó llevándose alrededor de 100 euros.
Es un episodio más de los incontables que relatan los comerciantes del entorno de la Peregrina y Michelena, dos calles que aseguran que sufren mayor inseguridad por la proximidad de la Praza da Ferrería, zona en la que se reúnen las personas a las que atribuyen esa inseguridad.
La situación empezó ya hace meses, se agudizó en las últimas semanas y ahora empiezan a estar hartos. "Es un día sí y otro también", insiste Carlota Magariños. En su tienda solo le entraron esa vez, pero detectan esa inseguridad en los negocios de los alrededores y reconocen "el miedo no es que vengan a robar, pues, mal que bien, es algo material, pero sí que te hagan algo".
Pone como ejemplo lo sucedido en otra tienda de la zona, justo enfrente, Le Petit Matt, donde Jacqueline González sufrió el robo de un móvil y luego varios intentos de robo y una amenaza. Esta última fue la peor y la que comentan todos los comerciantes de los alrededores. "Me dijo que iba a partirme la cara porque lo eché de la tienda y se enfadó", explica.
El día del robo del móvil ella estaba en el almacén y vio cómo lo cogía a través de las cámaras del negocio. Otro día que intentaron robarle reconoce que "pasé miedo", pues llegaron dos e "intentaron arrinconarme hacia la caja" antes de echarles fuera. En ese momento, empezaron a gritarle: "Te plantan cara y les tienes miedo".
Jacqueline explica que "llevamos mucho tiempo con un poco de miedo" porque son comercios pequeños en los que suele haber una persona sola atendiendo al público y, cuando entran a robar, "se pasa mal". Señala que llevan ya "una temporada" preocupados porque "no se cortan un pelo".
Por algunos de estos negocios pasaron este lunes las tres policías de la Unidad de Participación Ciudadana de la Policía Nacional de Pontevedra. Fue coincidencia que justo pasasen este lunes, pues su visita forma parte de la campaña ‘Comercio Seguro’ que cada Navidad pone en marcha la Comisaría con un refuerzo de patrullas en las zonas comerciales, tanto de uniforme como de paisano.
Estas tres policías entregaron a los comerciantes una serie de dípticos con consejos para evitar hurtos y robos con violencia que proliferan en estas fechas y siempre que se dan aglomeraciones, pero que en estas calles llegan este año con los comerciantes ya quemados por esta oleada de robos.
Maite Pantín, inspectora responsable de la unidad, explica que les comparten consejos para "extremen las precauciones" con cuestiones como "no tener demasiado dinero en la caja" o "que tengan precaución a la hora de ir al banco a hacer los ingresos" y con los cobros con tarjeta. Reconoce que son "conscientes" de que hay robos y hurtos y asegura que "hacemos todo lo posible" para atajarlo.
La demanda de mayor presencia policial es común entre los comerciantes. "La verdad es que no se ve gente preocupándose por la seguridad ciudadana", señala Jacqueline, que pide mayor presencia policial "para sentirnos seguros". Carlota insiste en que sería necesario que hiciesen "más rondas a pie y menos coches".
Mercedes Pintos, de la tienda Casual de la calle Peregrina, ya lleva varias denuncias en los últimos tiempos y, por su experiencia, asegura que los ladrones son "cuatro o cinco que andan siempre por ahí" y que es habitual que estén por la zona "a gritos".
Ella siempre ha denunciado, pero reconoce que entiende que algunas de las víctimas se cansen de hacerlo, pues "no les hacen nada" y les supone "perder el tiempo". En su caso, además, fue a juicio y tuvo que suspenderse porque el asaltante no se presentó.
Lo ocurrido no es ningún "caso aislado" e insiste en que es necesario "tomar medidas drásticas porque no hay manera". Se reconoce "harta" y pide "a ver si entre todos hacemos algo" porque ve la situación ya insostenible.