Alrededor del tramo en el que el río Gafos adopta el nombre de Tomeza, se esconde un entorno único y desconocido para muchos pontevedreses.
As Brañas do Tomeza, conocidas también por el nombre abreviado de "As Brañas", es uno de los ecosistemas más importantes y singulares de la comarca de Pontevedra.
Este humedal, que se extiende a lo largo de tres hectáreas, alberga una rica biodiversidad y sirve como refugio para numerosas especies de flora y fauna. Con todo, este paraíso natural enfrenta serias amenazas que ponen en peligro su preservación.
Los miembros del colectivo ecologista Vaipolorío destacan que la principal amenaza proviene de la propia administración.
En los últimos años, la Xunta de Galicia consideró la posibilidad de transformar parte de este ecosistema en un parque empresarial, un proyecto que fue puesto en suspenso en 2014 tras la presión social y la elaboración de informes técnicos, entre ellos el costeado por la asociación pontevedresa, que desaconsejaban la impermeabilización del suelo con asfalto.

No obstante, la preocupación volvió a aflorar cuando, recientemente, la administración gallega comunicó la posibilidad de reactivación de esos planes industriales, a pesar de las advertencias de expertos y académicos.
Este humedal es vital para el equilibrio ambiental, ya que alberga especies únicas que dependen de este hábitat para sobrevivir, actúa como sumidero de carbono y es fundamental para la preservación del agua dulce.
Su deterioro no sólo afectaría a la flora y fauna locales, sino que también tendría repercusiones para la calidad de vida de la población que depende de estos recursos naturales.
"Non podemos permitir que a riqueza natural se perda en nome do desenvolvemento", subrayan desde Vaipolorío.

Para conocer más sobre este valioso espacio natural, visitamos el lugar acompañados por Gonzalo Sancho y Xosé Manuel Feijoo, presidente y secretario de Vaipolorío, cuando se cumplen 25 años de activismo de la asociación ecologista en el río Gafos.
Comenzamos la ruta en Ponte da Condesa, una estructura de más de cien años que es un punto de tránsito entre las parroquias pontevedresas de Tomeza y Salcedo, y avanzamos por el sendero que discurre por el margen izquierdo del río.
Tras 600 metros de camino, nos encontramos con un imponente roble de más de 150 años, que marca la entrada a As Brañas.

Hace unos años, Vaipolorío comenzó las gestiones para que fuera aprobada su inscripción en el Catálogo de Árboles Singulares de Galicia, pero diferentes trabas, como la falta de una tradición cultural como es el caso del Carballo de Santa Margarida o la poca disposición del dueño del terreno en el que se asienta, lo hicieron imposible.
Sí aceptó el propietario que integrantes del colectivo protegiesen este ejemplar con un vallado para impedir agresiones como las que sufrió en sus raíces por el paso de bicicletas.
El sendero que discurre junto al Tomeza-Gafos es una servidumbre de paso que permite el tránsito público, pero que es de propiedad privada.

Por la orilla del río, los árboles predominantes son los sauces, alisos y laureles, que, gracias a su adaptabilidad, son idóneos para las riberas. También se observan fresnos y, lamentablemente, especies invasoras como la Robinia pseudoacacia o falsa acacia, que amenazan la flora autóctona.
Los árboles autóctonos silvestres, que nacen y crecen sin intervención humana, forman un bosque de ribera que proporciona sombra, imprescindible para mantener la temperatura y oxigenación del agua, y son refugio para la fauna local.

Entre las especies animales que pueblan As Brañas, destacan aves como el ánade real o el carbonero real, que pudimos avistar durante el paseo, y diferentes migratorias que visitan la zona húmeda durante las épocas de tránsito.
La diversidad de pájaros es notable, con más de 60 especies catalogadas por Vaipolorío, convirtiéndose en parte integral del ecosistema.

A nuestro paso nos topamos con la floración invernal del Narcissus cyclamineus, una especie endémica del noroeste peninsular y uno de los tesoros botánicos que se pueden encontrar en As Brañas do Tomeza.
La conservación de este raro narciso es vital, no sólo por la belleza de las curiosas formas de sus flores amarillas, sino también porque figura en el Catálogo Gallego de Especies Amenazadas como vulnerable, lo que subraya la importancia de preservar los ecosistemas en los que habita.

Uno de los riesgos que ponen en peligro la supervivencia de la flora autóctona es la extensión de la Tradescantia fluminensis, conocida popularmente como oreja de gato, una planta invasora de origen sudamericana que se está expandiendo de manera alarmante en As Brañas. Esta especie destaca por su crecimiento rápido, formando densas alfombras vegetales que sofocan la flora nativa al competir por luz y nutrientes.
El río a su paso por As Brañas ofrece dos enclaves que muestran la perfecta conviencia entre el hombre y la naturaleza. El Mar da Presa es un espacio que, como su nombre indica, acumula el agua que en tiempos pasados alimentaba el Muíño de Cabanas.

En el entorno, las aguas traquilas, que no estancadas, de la Poza da Moura albergan las hojas esparcidas de la espiga de agua, que son refugio perfecto para la puesta de huevos de diversas especies, como muchas libélulas o incluso ranas, un raro fenómeno que detectaron los integrantes de Vaipolorío, ya que estos anfibios suelen posar sus huevos en el fondo del agua.
La leyenda de la Moura, recogida por Calros Solla, está asociada a este lugar. Cuenta el relato tradicional, transmitido por vecinas de Tomeza, que un labrador que pastoreaba su ganado a las orillas del río encontró una hermosa mujer, con largos cabellos dorados que brillaban al sol.
Esta misteriosa figura de la mitología gallega, la moura, predijo que una de sus vacas daría a luz hermosas crías, a cambio de que el ganadero depositara la becerra en la charca. Sin embargo, al desobedecer el trato y echar el macho en lugar de la hembra, el labrador vio como las aguas se revolvían, y la moura, enfadada, desapareció en las profundidades del río, prometiendo que, de haber cumplido, lo hubiese agasajado con un tesoro de oro.

Cien metros aguas abajo del Mar da Presa rematan As Brañas. Con todo, el caminante puede continuar la ruta que en poco más de un kilómetro lo llevará hasta la calle Otero Pedrayo, en las proximidades del Albergue de Peregrinos, o regresar por sus pasos 900 metros hasta Ponte Condesa, el punto de partida.
La preservación de As Brañas do Tomeza como patrimonio natural y cultural es crucial para garantizar la biodiversidad y la identidad de nuestra entorno.
En 2019, la declaración del río Gafos como ENIL (Espacio Natural de Interés Local) constituyó un paso significativo en la protección de este ecosistema, que ahora disfruta de medidas de conservación específicas, como la prohibición de la caza. Pero sobre su entorno aún pesan las amenazas de la presión urbanística y el desarrollo industrial.