Llegó a los Emiratos Árabes hace apenas tres años y en tan poco tiempo se ha convertido en una de las biólogas más respetables del país. Se llama Beatriz Pereira Maquieira y, con tan solo 30 años, es la directora del Dubai Aquarium & Underwater Zoo. Esta joven pontevedresa, nieta de un conocido policía local del municipio del Lérez, ha logrado abrirse camino fuera de su país y a su cargo está uno de los acuarios más grandes del mundo.
Jamás habría pensado, eso sí, que este domingo recibiría la visita del alcalde, Miguel Anxo Fernández Lores, desplazado a Dubái para recibir el premio ONU-Hábitat a Pontevedra. Tras saber que ella era la responsable de este acuario quiso conocerla para felicitarla por su trabajo. Y durante un exclusivo paseo guiado por las instalaciones, contó a PontevedraViva y al resto de medios desplazados como es su vida en esta ciudad árabe.
Reconoce que sus inicios en Dubái fueron complicados porque "apenas sabía cuatro palabras en inglés". Hasta ese momento, tras licenciarse en Biología por la Universidad de Vigo y trabajar en varios centros gallegos, era instructora de buceo en Lanzarote. Pero un día vio por Internet una oferta de trabajo para el acuario del hotel Atlantis. Esa fue su puerta de entrada en Dubái, una ciudad que hasta ese momento no había despertado su atención.
"No sé cómo pasé la entrevista", afirma Beatriz entre risas por sus problemas con el inglés. "Les debí caer en gracia, porque soy muy echada para delante". Aunque, sin duda, fue su preparación académica y profesional la que obró el milagro. "Aquí no importa tanto el idioma como que tengas una buena formación y sepas hacer el trabajo, eso es lo que están buscando", explica pensando en todos los que llegan a Dubái en busca de una oportunidad.
Ella, gracias a su duro trabajo y una determinación aún más férrea, logró abrirse camino y en poco tiempo se convirtió en la máxima responsable a nivel técnico de un acuario que alberga a más de 33.000 animales de 150 especies diferentes. Se trata de un centro situado en el interior del Dubai Mall, el centro comercial más grande del mundo y que cuenta con una impresionante pecera a modo de tarjeta de presentación.
Se trata de un tanque de 11 metros de altura, 51 metros de largo y 20 metros de ancho. Contiene diez millones de litros de agua, sacados del Golfo Pérsico y a los que se les reduce la salinidad. Alberga más de 300 tiburones, entre otras especies acuáticas, protegidas del exterior por un panel acrílico de unos 70 centímetros. Es uno de los grandes atractivos de este espacio y se puede visitar también a través de un túnel submarino transparente.
UN COCODRILO, LA GRAN ESTRELLA
Por el acuario -de propiedad canadiense- pasan, cada día, unas 5.000 personas y trabajan en él 65 personas, 35 de ellas encargadas del cuidado y cría de los animales. En el interior de las instalaciones, se reconstruyen diferentes hábitats de todo el mundo repartidos en tres áreas: agua dulce, agua salada y vida nocturna. Pero, sin duda, su adquisición más preciada es un cocodrilo australiano que va camino de convertirse en el más grande del mundo en cautividad.
Está en Dubái desde hace poco más de seis meses y ha revolucionado a sus visitantes. No es para menos. Pesa 800 kilogramos y mide más de cinco metros. Beatriz habla con pasión de él. Fue trasladado en jet privado hasta el acuario y en él, se le mima y se cuida con especial dedicación. Pero con cuidado. Es una las especies más peligrosas del planeta. "Es conocida por comer humanos", advierte la directora del centro. "Si te atrapa, estás muerto".
Afirma añorar el río Lérez. "Yo practicaba piragüismo por él y aunque lo sigo haciendo aquí, no es lo mismo"
Esta pontevedresa supervisa toda la actividad del acuario de Dubái, desde la alimentación de sus especiales inquilinos o los trabajos de reproducción en cautividad y de recuperación de los animales enfermos, hasta las tareas de limpieza de las instalaciones o la llegada de nuevas especies. Todo pasa por ella. Y así seguirá siendo ahora que, además, se están ejecutando obras para ampliarlo aún más para acoger nuevas propuestas lúdicas y educativas.
Este es el gran reto de una Beatriz Pereira que, asegura, disfruta su estancia en Dubái "porque es una aventura permanente, es un país y una cultura diferente y nunca sabes lo que vas a vivir". A pesar de ello, reconoce que siente bastante morriña de su ciudad. Sobre todo afirma añorar el río Lérez. "Yo practicaba piragüismo por él y aunque lo sigo haciendo aquí, no es lo mismo", explica. Aun así, mantiene contacto con amigos y familia "y por Facebook me entero de todo lo que pasa allí".
Por ahora, no planea abandonar Dubái. Aquí también encontró a su actual pareja sentimental. Ella es una de los 4.000 españoles que, se calcula, viven y trabajan actualmente en la ciudad. Cada vez más compatriotas llegan buscando una oportunidad "y muchos consiguen quedarse, pero otros se van después de varios meses intentándolo", señala. No porque no haya trabajo, dice, sino porque Dubái busca "personas especializadas y muy preparadas". Beatriz es un claro ejemplo de ello.