Consumido entre llamas. Así se ha despedido, como marca la tradición, el Loro Ravachol del Entroido pontevedrés. Apenas cinco días después de regresar a la ciudad, el irreverente pájaro ha sucumbido a una fiesta que, tras la incineración de su emblema, se despide hasta 2023.
Debido a la pandemia, eso sí, la despedida de Ravachol ha sido algo más sobria que años anteriores. No ha podido celebrarse el habitual velatorio y la hoguera que ha acabado con el loro se ha desarrollado en la Plaza de España, en lugar de en A Ferrería.
A pesar de ello, una pequeña comitiva fúnebre sí acompañó al loro, que durante toda esta semana recuperó su sitio en la Peregrina, hasta su lugar de incineración.
Hasta allí se desplazaron cientos de pontevedreses para darle el último adiós a un Ravachol al que ni siquiera las tres dosis de la vacuna de la covid-19, el atuendo elegido para la ocasión, le han salvado de su caluroso destino.
En esta última jornada del Entroido pontevedrés, la programación festiva ha incluido también la recreación de la antigua botica de Perfecto Feijóo, que ha estado amenizada con la música de la charanga Boa Vila y de la agrupación de música tradicional Os Alegres.
Además, las murgas que participaron en el concurso celebrado el pasado jueves recorrieron en sesión vermú las principales plazas del centro histórico, interpretando las coplas que tantos y merecidos aplausos arrancaron durante la competición.