Ángeles Díez: "No hay nada más antidemocrático que la Jefatura del Estado por herencia"

Pontevedra
11 de septiembre 2020

La doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutese, Ángeles Díez, participa en las Jornadas de Memoria HIstórica que organiza la Deputación de Pontevedra con una conferencia relacionada con la pervivencia del régimen franquista en la actual democracia española

Ángeles Díez Mónica Patxot

La segunda edición de las Jornadas de Memoria Histórica que la Diputación Provincial celebra estos días en el Pazo da Cultura de Pontevedra analizan la Transición desde un punto de vista crítico y cuentan con la participación de expertos que defienden un discurso diferente al oficial y al que cuentan los libros de historia. Una de las voces más críticas con este momento de la historia de España es Ángeles Díez, doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutese, quien considera que el sistema político vigente actualmente en España no es una democracia real, "es una Francocracia".

- ¿Qué le parece que se organicen eventos relacionados con la memoria histórica en una ciudad como Pontevedra?

Me parece fundamental. Es una deuda que tiene este país y en Galicia en particular que han sufrido y sido víctimas de todo lo que ha significado la Transición. Me parece fundamental que se hagan este tipo de eventos, primero por el título porque son jornadas contra la impunidad. Y por otro lado, porque es el segundo título de las jornadas de este año en donde se habla de reformular y de construir un relato de la Transición que sea distinto al oficial. En estos momentos de crisis tan aguda que estamos viviendo necesitamos pensar qué nos pasa y el origen de la crisis en la que estamos, que es económica pero también política.

- Su conferencia versó sobre la pervivencia de vestigios del Franquismo en la política actual

Más que vestigios, yo digo que no se trata de pensar que hay una continuidad tal cual, pero tampoco una democracia. Creo que lo que hay es un sistema nuevo, un régimen nuevo, que es una especie de Frankenstein que se ha construido con órganos de distintos cuerpos y que este sistema lo titulo como Francocracia. Define mucho mejor esa idea de que durante todo ese período se produce es una mutación para adaptar el régimen y sistema político a las necesidades económicas en las que estaba este país en los años 70 y que se prolonga hasta estos días.

- ¿Por qué no ve una democracia real en España?, ¿en qué se diferencia de la de otros países como Portugal, Francia o Reino Unido?

Todo depende de como definamos la democracia. Si vamos más allá de definirla como un sistema político en el que hay elecciones y alternancia de partidos, si vamos más allá de lo electoral y lo relacionamos con la participación social, las libertades y sobre todo con la posibilidad de que los proyectos sociales, las demandas de la clase trabajadora, de mejora de las condiciones de vida y de acceso a una salud pública, educación... Todas esas promesas de un sistema democrático, esas promesas sociales, tienen que ser reales. Si no de lo que estamos hablando es de una democracia homologada internacionalmente pero que no implica la mejora de las condiciones de vida de la gente, no es un proyecto popular. Que no se hable de democracia, que se hable en el caso particular de este país de Francocracia.

- Instituciones heredadas de sistemas anteriores son también las Diputaciones, que también organizan eventos como estas jornadas.

En cada ámbito territorial lo que se han reproducido son los mecanismos que contaban con cierta aceptación para garantizar que se mantuviera el poder de las élites de cada zona. En el caso de Galicia el peso de esas élites que han controlado la economía y las condiciones de vida de la población tengan que garantizarse su continuidad. Hay instituciones que se han conservado y otras que se les ha cambiado el nombre. Por ejemplo, el Tribunal de Orden Público se transforma en la Audiencia Nacional, además el decreto que crea la Audiencia sale al día siguiente de deshacerse el anterior tribunal y de sus 16 magistrados, 10 pasan a la Audiencia Nacional, que ocupa el mismo edificio que el Tribunal de Orden Público. A veces tenemos la sensación de que han cambiado las cosas y no han cambiado como es este ejemplo. En el caso de las Diputaciones nos parece que hay continuidad porque se mantiene esa estructura territorial y esa forma de gobierno pero no necesariamente. Hay que ver más allá y ver si se han incorporado algunas élites o grupos distintos.

- La monarquía es otra institución instaurada tras el Franquismo, ¿cómo valora el papel que ha tenido en la Transición?

La Jefatura del Estado, el Ejército o la separación de poderes que tenemos, todos cumplieron un papel que tiene que ver con imponer determinada lectura de los acontecimientos en contra de la experiencia de vida de la gente. La monarquía fue fundamental para legitimar no la democracia, sino un nuevo régimen que no era democrático. Ahora lo interesante, ante las evidencias de corrupción en la monarquía, hay un intento de centrar la atención en la figura del rey Juan Carlos I haciendo que la mirada se vaya al caso particular de este monarca y se desvíe del problema fundamental de este país. Que es que la Jefatura de Estado está en manos de la monarquía, que tiene toda la continuidad de la Jefatura del Estado de Franco. De hecho, el rey Juan Carlos asumió en dos ocasiones antes de ser nombrado la jefatura del Estado, fue el propio Franco el que lo nombró sucesor y juró en el Parlamento los principios del movimiento. No hay nada más antidemocrático que la Jefatura del Estado por herencia. Eso es algo que la gente percibe más allá de la corrupción.

- Como socióloga, ¿considera al país y a la sociedad española preparados para dar ese paso y abolir una institución que no considera democrática?

Nuestro trabajo es ver cuáles son las potencialidades de este país, de la gente joven y no tan joven para cuestionarse el mundo en el que viven. Lo fundamental es tratar de insertar esas críticas que aparecen como fragmentadas: la monarquía, el Parlamento, los partidos, la ultraderecha, los movimientos feministas y ecologistas... Hay una potencia muy importante en este país para conseguir una democracia que tiene que pasar por la recuperación de la memoria colectiva, que se base en la verdad de las víctimas. Esta crisis en la que estamos abre esa oportunidad para que esas luchas fragmentadas confluyan hacia una lucha común que es conseguir un país realmente democrático.