Álvaro, Carla, Jorge A, Carolina, Jorge F. y Sira. Son seis alumnos de sexto curso de Primaria del CEIP Campolongo de Pontevedra y desde el mes de septiembre van caminando solos al colegio, sin adultos "que estén todo el rato preguntándote: '¿hiciste la cama?'" y, para tranquilidad propia y de sus familias y profesores, sienten que "voy seguro, no me va a pasar nada". Son seis de los 412 alumnos de la ciudad que se benefician este trimestre del programa 'Camiños escolares' y, aunque solo llevan tres meses, ya son firmes defensores de la iniciativa: "Ahora si vas solo al cole, puedes ir tranquilo".
Jorge F. tiene 12 años y vive en la calle Rosalía de Castro, a unos dos minutos a pie del colegio. El curso pasado le acompañaba un adulto, pero este año va solo o, a veces, con otro alumno del centro que vive en su mismo edificio. A la vista de cómo explica el programa ante sus compañeros, parece confirmarse que es un caso paradigmático de los beneficios de este programa.
"Me estoy haciendo más responsable, mayor", asegura muy serio. Los primeros días de curso reconoce que "tenía un poco de miedo por si me venía alguien, unos días antes le habían robado el bolso a una señora", pero ahora ha comprobado que no hay motivo para la duda. ÿl mismo define el proyecto como "un camino entre la casa y el cole y el cole y la casa por el que puedes ir solo o no, pero si vas solo, puedes ir tranquilo porque hay unas personas encargadas de la seguridad que te ayudan a cruzar los pasos de peatones".
La muestra de responsabilidad que da Jorge F. es más comedida en el caso de los otros cinco compañeros a los que PontevedraViva ha reunido para conocer sus experiencias con los 'Camiños escolares', pero aparecen testimonios como el de Carolina, de 11 años. Vive en Eduardo Pondal y tarda unos 10 minutos en llegar al colegio cada día. Antes le acompañaba su madre, pero este año va sola y confiesa que "me siento mayor", porque "confían en mi y no están las madres al lado todo el tiempo".
En los tres meses transcurridos desde que es la ciudad la que la acompaña al colegio y no su madre, Carolina tan sólo ha tenido un percance, pero lo recuerda con una sonrisa en la boca. Ocurrió un día que llovía mucho, "venía para el colegio, tropecé en una baldosa y me caí dentro de un charco. Acabé empapada". Por lo demás, "no me ha pasado nada".
Álvaro recuerda alguna anécdota más. Cada día camina hasta Campolongo desde la calle San Pedro Alcántara con su hermana de ocho años. Tardan unos diez minutos y recuerda que un día vio como un vehículo golpeaba a un hombre que cruzaba por un paso de peatones, "pero no le pasó nada", o cómo el mismo se encontró con conductores que desoyen las indicaciones de las personas voluntarias que se sitúan en los cruces para ayudar a pasar a los escolares. "Se ponen todos pesados y no quieren dejarnos pasar. Yo les digo: 'pasa, hombre, pasa', y luego paso yo".
Sira vive en Augusto García Sánchez, a dos minutos del colegio, y en años anteriores le acompañaba su padre al colegio. Este año, cuando conoció los 'Camiños escolares', pidió sus padres que le dejasen ir caminando sola. Ante las reticencias iniciales que ellos le ponían, "les dije que o me compraban el móvil o me dejaban ir sola". Se quedó sin teléfono móvil y ahora cada día se encuentra por el camino a bastantes compañeros que también van sin adultos a clase.
Una de las alumnas con las que se encuentra es Carla. También vive en Augusto García Sánchez y, en su caso, lleva cada día a su hermana. La pequeña no quiere darle la mano para ir por la calle, pero suele ser bastante obediente y se sitúa a su lado, "no se me escapa", como ha visto que sucede con los hermanos pequeños de algunos compañeros. Está "contenta" con esta posibilidad de que su madre no tenga que acompañarla a clase a diario y define los 'Camiños escolares' como "una zona segura para llegar al colegio. En los cruces no tienes el peligro de que te atropellen porque hay gente que te permite pasar".
"Os nenos collen autonomía, coñecen o seu barrio e chegan ao colexio máis espabilados"
El balance positivo que hacen estos alumnos del colegio Campolongo se debe, según ellos reconocen, a las indicaciones que les han dado tanto sus familias como la comunidad escolar y la Policía Local. "Nos explicaron cómo teníamos que cruzar, cómo ir por la calle". explica Jorge A, que vive en la calle General Rubín y nota que ahora "es más seguro" ir al colegio que en años anteriores, cuando no se había implantado esta iniciativa. Reconoce, eso sí, que no es lo mismo ir al colegio que regresar a casa. En el regreso siempre tarda más, pero su familia puede estar tranquila, pues "tardo media hora, pero porque me paro a jugar al fútbol".
El balance también es positivo desde el centro escolar. El director del CEIP Campolongo, José Manuel Sánchez Moure, constata que no se ha registrado ninguna incidencia negativa del programa y valora que "os nenos collen autonomía, coñecen o seu barrio e chegan ao colexio máis espabilados que cando viñan en coche". En defensa de este tipo de iniciativas asegura que "está demostrado que os nenos que veñen andando rinden máis nas primeiras horas" y avanza que los 'Camiños escolares' se van "implantando pouco a pouco, comezou timidamente e medra a medida que os pais van vendo que funciona".
Los 'Camiños escolares' nacieron en el año 2010 en el colegio Álvarez Limeses y este 2013 se han extendido a todos los colegios del centro de Pontevedra, en los que hay 1.942 alumnos de entre 7 y 12 años (las edades a las que se permite unirse a la iniciativa). Los datos que maneja la Policía Local rebelan que 880 escolares de esos centros van caminando al colegio acompañados por un adulto, 412 van solos y 650 por otros medios.
Los alumnos que cuentan con autorización paterna y están en el registro de usuarios de este programa son más numerosos en el Álvarez Limeses, donde la iniciativa ya lleva tres años, con 90 alumnos, un 30% del total. Tiene menor aceptación en Las Doroteas, con 51 alumnos, un 11,3% de los matriculados. En Barcelos hay 60 usuarios (el 22,5%); en el Froebel, 35 (el 23,3%); en el Vidal Portela, 52 (el 22,3%); y en Campolongo 124 (el 22,9% de los 542 escolares del centro).