Parecía una tranquila tarde de verano en O Grove, con el bullicio habitual de estas fechas y de una víspera de festivo, pero sin nada fuera de lo habitual, cuando, de repente, desde el puerto empezó a verse una densa nube de humo negro de un barco. La alarma se extendió en cuestión de minutos por todo el municipio, generándose una densa humareda visible desde todas las esquinas y mucha preocupación. "Ardía tanto, era tan negro... pudo ser una tragedia", destacó uno de los testigos que lo presenció todo desde el muelle.
Habría que esperar hasta varias horas después para que se aclarasen los hechos y las cifras oficiales lograsen empezar a tranquilizar los nervios de vecinos y veraneantes. Un catamarán lleno de pasajeros empezó a arder y chocó con una batea y dejó un balance de 38 heridos, de los que, en principio, no se teme por la vida de ninguno.
Lo servicios de emergencias atendieron a un total de 52 personas que iban a bordo del buque, de las que 48 eran pasajeros -8 de ellos niños-, tres miembros de la tripulación y un familiar de uno de los tripulantes. Un total de 14 resultaron ilesos y 38 heridos de distinta consideración y trasladados a distintos centros sanitarios. Según los datos oficiales facilitados por la subdelegada del Gobierno en Pontevedra, Maica Larriba, tan sólo cinco adquirieron mayor gravedad, dos de ellos trasladados en helicóptero a la unidad de quemados del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña y tres a Povisa en Vigo.
Fuentes de la Guardia Civil, que investiga el suceso, indicaron que siete heridos fueron trasladados al Hospital Montecelo, un niño menor de edad al Hospital Provincial, cuatro al Hospital do Salnés, cinco al centro de salud de Baltar, en Portonovo (Sanxenxo) y 19 al centro de salud de O Grove.
Todo ocurrió a las 16.15 horas de la tarde y en seguida surgió ese espíritu solidario que caracteriza a esta localidad de las Rías Baixas ante toda tragedia: decenas de personas salieron a ayudar. "Fue impresionante. Marineros, bateeiros, otros barcos… todos", destacaba poco después, con todo ya más calmado, el alcalde de O Grove, José Antonio Cacabelos, orgulloso de sus vecinos y veraneantes.
El catamarán hacía la ruta entre la isla de A Toxa y el puerto de O Grove y empezó a arder a la altura del campo de golf y la escena se veía a la perfección desde el muelle y desde todo el centro del pueblo. Tras sentir la explosión, algunos de los pasajeros se tiraron al mar y no pasarían nada más que unos minutos hasta que empezaron rescatados por pequeñas embarcaciones de recreo y por otros barcos de pasajeros que estaban en la zona.
Poco después se acercaban el sevicio marítimo de la Guardia Civil, los helicópteros Pesca I y Pesca II, el buque Irmáns García Nodal y las embarcaciones Roncadeira y Salvamento Sargadelos de Salvamento Marítimo, que concluyeron el rescate y todos los pasajeros y tripulantes fueron trasladados al muelle de O Grove.
El operativo implicó a decenas de efectivos de Protección Civil y la Guardia Civil de toda la comarca de Arousa y de las vecinas de las Rías Baixas y, según los testigos, a hasta dos decenas de ambulancias que atendieron a los heridos. Según uno de los sanitarios del 061, de nombre Delfín, que atendió a los medios en el muelle, la mayoría de los heridos sufrían quemaduras de pequeña gravedad, ninguno resultó herido por la explosión y algunos sufrieron síntomas de hipotermia por haberse tirado al agua huyendo del fuego. Otros sufrieron contusiones o resultaron afectados por inhalación de humos.
La Guardia Civil todavía está investigando las causas de lo ocurrido, pero todo apunta a que se produjo una explosión en una bombona de butano en la cocina. La Delegación del Gobierno indica que tras esa explosión, el patrón trasladó a todos los pasajeros a la zona de cubierta,aunque debido a la rapidez en la que se propagó el fuego y el humo, optaron por abandonar el barco y ahí es cuando empezaron a ser auxiliados por otras embarcaciones próximas.
Los pasajeros, una vez que llegaron a puerto, relataron a los testigos que siguieron con mucha atención y preocupación todo desde el muelle que "sintieron una pequeña explosión", pero nadie sabe determinar exactamente qué ocurrió.
En lo que coinciden todos los testigos es en que todo ocurrió muy rápido. "El barco en 20 minutos quedó en nada", relató Arturo Múñoz, un marinero de O Grove que vive a escasos metros del muelle de pasajeros y se acercó rápidamente a ver qué ocurría. Isaura Domínguez, que tiene un puesto de venta de artesanía al pie de la dársena, indició que ni siquiera sintió la explosión y, de repente, "estaba todo ardiendo, al rojo vivo y en cinco minutos arrasó con todo".