La durísima realidad de los bebés robados y la desprotección que sufrieron todas las víctimas ha sido objeto de análisis en las jornadas Individuas de dudosa moral, celebradas en Pontevedra con el impulso del departamento de memoria histórica de la Deputación.
Fue con la intervención de la presidenta de la asociación Todos los niños robados son también mis niños, Soledad Luque, y la abogada Mayte Parejo, que abordaron esta cuestión como un crimen de género y aclarando que "no fue únicamente un negocio como se dice en muchas ocasiones".
Ambas destacaron que se produjo por motivos políticos, ideológicos, morales, religiosos, sociales o de clase, económicos y de género y tuvo lugar en cárceles, clínicas y maternidades, centros de internamiento y en cualquier otro establecimiento donde las mujeres parieran.
Estos crímenes, según Luque, fueron "perpetrados" con la participación activa del Estado, que aprobó decretos y leyes para su legalización, para después ir adoptando una posición pasiva, "con actuaciones que implicaban consentimiento, apoyo, aquiescencia y ocultación".
Así, se permitió la continuidad de esta práctica "hasta bien entrada la democracia" a través de entidades y personas que formaban parte de las instituciones del Estado "directamente herederas del régimen anterior": sanitarias, religiosas, y personal funcionario de toda índole.
"En todo momento se negó la debida protección a las víctimas haciendo caso omiso de los crímenes, lo cual se refleja en las escasísimas investigaciones de estos casos o, cuando las hubo, en su archivo masivo", esta activista, que ha destacado "pasos positivos" en la lucha contra la impunidad.
Entre ellos, citó los informes internacionales de Naciones Unidas que instan al Estado Español a que apruebe la ley sobre bebés robados sin demora, que incluya una referencia explícita del delito de desaparición forzada en el Código Penal y establezca penas específicas.
EL TESTIMONIO DE LA HERMANA DE UN BEBÉ ROBADO
En estas jornadas participó también Marga Rodríguez, hermana de un bebé robado en Vigo el 3 de marzo del 1966, en el Hospital General de Vigo, que narró la vivencia de su familia.
"Llegamos de Suiza a Vigo y mi madre se quedó embarazada de un bebé muy deseado. Hasta compramos puros para celebrar el nacimiento del macho, como se decía entonces", ha explicado ante el público. Fue un parto normal hasta que los médicos les dijeron que el bebé había muerto
Su madre, ha asegurado Rodríguez, "no entendía lo que había pasado porque decía que ella había visto el bebé vivo, rubio y de rizos como era mi padre de niño y no le cabía en cabeza que lo que había parido estuviera muerto". Pero la supervisora del hospital, una monja, les quitó esa idea de la cabeza.
Les entregó una caja pequeña, casi de zapatos, de la que el padre nunca creyó que había sido suficientemente grande para el cadáver de un bebé de nueve meses, "con algo dentro envuelto en gasas y papeles de periódico", ha relatado la hermana del bebé robado.
La sensación de que las cosas no habían sido así estuvo siempre presente desde entonces en la familia, pero las piezas encajaron de todo en 2013 cuando, en la presentación de un libro, Marga escuchó como un hombre "repitió la misma historia que le había sucedido a mi familia".
"Allí estaba presente también una auxiliar que había trabajado en el hospital y nos dijo que no sabíamos de la misa a media", ha apuntado. A partir de ahí, las personas afectadas se organizaron y comenzaron a investigar los casos, pero por ahora no ha logrado dar con su hermano.
A día de hoy, Marga se ha hecho pruebas de ADN en varios laboratorios españoles y americanos y ha cotejado su genética con bases de datos internacionales de gente que busca a sus familias.