"Por sorte desta vez non foi como o do 2006". Es la respuesta de alivio que repiten todos los vecinos de A Canicouva que este fin de semana temieron revivir una pesadilla que todavía no han superado, la de los incendios del 2006 que obligaron a desalojar las viviendas de esta aldea ubicada en un privilegiado mirador sobre la ría de Vigo.
La labor de los servicios de emergencias fue crucial para salvar el núcleo. "Estiveron os bombeiros toda a noite e ata as 4 da mañá do día seguinte, fixeron un cortalumes y por iso non chegou o lume", explicaba este lunes una vecina todavía con el susto en el cuerpo.
En la aldea no olvidan lo ocurrido en aquel fatídico agosto del 2006 en el que el fuego, alimentado por fuertes rachas de viento, calcinó el rural pontevedrés durante cinco interminables jornadas. "Aquela vez ardera desde Ponte Sampaio e veu cara arriba, pero tamén estaba ardendo no monte, quedamos encerrados, non tiñamos saída", recuerda la vecina.
"Aquelo foi unha desgraza, desta vez menos mal que non había tanto vento", añade otro vecino del lugar. El origen del incendio esta vez estuvo en A Fracha y en cuestión de horas, en dos frentes, avanzó hacia Ponte Sampaio y Ponte Caldelas. "Alguén prendeu na Fracha e como o monte está abandonado, porque todo son propiedades privadas pequenas que ninguén limpa, ardeu", explica indignado este residente de A Canicouva.
En el 2006, el carácter de los vecinos resultó fundamental para combatir las llamas. "Querían desaloxarnos, pero non marchamos, senón quen ía defender as casas?", recuerda esta residente de A Canicouva. Sin embargo, esta vez la virulencia del incendio no fue tan grave y no fue necesario plantearse un desalojo. En cambio, como aquella vez, muchos vecinos trataron de echar una mano a los bomberos y refrescar el monte con sus propios medios. "Xa sei que hai seca, pero non podemos deixar que arda", concluye la vecina confiando en que el del viernes haya sido solo un mal sueño.